San Francisco recibe los estigmas. San Francisco recibe los estigmas.

800 años de los estigmas de San Francisco: una vida inspirada en el Evangelio

La Orden Franciscana conmemora los ocho siglos desde que San Francisco recibió las cinco llagas de Cristo. Este acontecimiento, que tuvo lugar dos años antes de su muerte, revela una vida cuyo «punto de apoyo es la relación de amor con el Señor Jesús», según el Ministro General de la Orden.

Vianney Gilliot - Ciudad del Vaticano

Fue en septiembre de 1224 cuando San Francisco se retiró al monte Alverna con algunos de sus hermanos. Una noche, mientras rezaba de rodillas con los brazos extendidos para contemplar los sufrimientos del Salvador en la cruz, se le apareció un serafín crucificado. De las cinco llagas de esta aparición salieron cinco rayos de luz que alcanzaron el costado, las manos y los pies del santo mendigo. Se convirtió así en el primer santo reconocido que recibió los estigmas.

Celebrada el 17 de septiembre, la memoria de los estigmas fue extendida a la Iglesia universal por el Papa Pablo V en el siglo XVII para despertar el amor a Jesús crucificado en todos los corazones.

La elección de una vida cada vez más orientada hacia Cristo

Para el Papa Francisco, los estigmas «recuerdan el dolor sufrido por nuestro amor y salvación por Jesús en su carne». «Es precisamente a través de las llagas que la misericordia del Crucificado resucitado [...] desciende hasta nosotros», explicó el Santo Padre al recibir a los franciscanos de Toscana en abril de 2024. En aquella ocasión, el Pontífice subrayó la importancia de la vida del cristiano, llamado a ser un «Alter Christus» (otro Cristo) como quería san Francisco. Ocho siglos después de la estigmatización de su fundador, los franciscanos continúan el carisma del Poverello, viviendo como pobres en el mundo. La vocación franciscana se inscribe en esta vida cercana a Cristo a través de una lectura renovada del Evangelio.


Fue al oír el pasaje en el que Jesús envía a los discípulos en misión cuando San Francisco decidió volverse más radicalmente hacia Cristo. Cuando Jesús les pidió que «no lleven para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni monedas en el cinto» (Marcos 6:8), San Francisco cumplió, recorriendo el campo, proclamando a todos a su alrededor: «Que el Señor les dé su paz». Así comenzó una vida de oración, ascetismo y ayuda a los pobres. La recepción de los estigmas por parte de San Francisco selló entonces una vida conforme a Cristo mediante «uno de los signos más elocuentes que el Señor ha concedido», subrayó el Papa, tomando el nombre del santo de Asís.

Buscar la solidaridad con el Salvador en la búsqueda del perdón

El pasado mes de febrero, el Papa recordó también a los franciscanos del Monte Alverna que nunca deben cansarse de perdonar. Para el Papa, la cruz de Cristo, imagen de la que se hizo san Francisco, se convierte en el signo por excelencia de la solidaridad de Dios con nosotros. Una solidaridad que se construye y reconstruye en particular a través del sacramento del perdón, explicó el Santo Padre.

Fray Massimo Fusarelli, Ministro general de la Orden franciscana, recuerda que la vida de san Francisco es ante todo una vida cuyo « punto de apoyo es la relación de amor con el Señor Jesús ». Para él, la búsqueda del amor de todo hombre con su Salvador pasa por el reconocimiento de las propias faltas.

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18 septiembre 2024, 12:45