Arabia del Sur, concluye el Jubileo de San Aretas y compañeros mártires
Vatican News
«Al celebrar este Jubileo extraordinario, hemos redescubierto las raíces comunes de nuestra Iglesia en Arabia. Somos una Iglesia formada por pueblos diferentes. Nuestras diferencias son una bendición y una riqueza para todos».
Con el cierre de la Puerta Santa y la misa solemne presidida por monseñor Paolo Martinelli, vicario apostólico de Arabia del Sur, celebrada el domingo 22 de septiembre, en la catedral de San José de Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos donde el Papa visitará en febrero del 2019, concluyó el Jubileo extraordinario de San Aretas y sus compañeros mártires, instituido con motivo del 1500° aniversario de la decapitación de más de un centenar de fieles que residían en Najran, en aquel momento la mayor comunidad cristiana de toda la península, hoy parte de los territorios de Arabia Saudí.
El testimonio de los mártires en la Iglesia árabe
El año jubilar había comenzado el pasado 24 de octubre, pero en lo que respecta al Vicariato apostólico de Arabia del Sur (que incluye, junto a los Emiratos Árabes Unidos, también Yemen y Omán), la clausura se adelantó debido a la participación de monseñor Martinelli en la segunda parte de la XVI Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos en Roma, en representación de la Conferencia de los obispos latinos de las regiones árabes.
En cuanto al similar Vicariato del Norte (que en cambio tiene jurisdicción sobre Bahrein, Qatar, Kuwait y Arabia Saudí), las celebraciones fueron presididas por el vicario apostólico, monseñor Aldo Berardi, en la Catedral de Nuestra Señora de Arabia en Awali, Bahrein.
«No podemos recordar a estos santos mártires sin preguntarnos qué significa hoy para nosotros su testimonio. Este año jubilar es, de hecho, una oportunidad para profundizar en el significado del testimonio cristiano que estamos llamados a dar cada día con nuestra vida», dijo monseñor Martinelli en la apertura del Jubileo.
San Aretas y sus compañeros mártires decapitados
San Aretas, nacido en eñ 427, fue gobernador de Najran. Se cree que el rey de Himyar (región situada en el actual Yemen), Dhu Nuwas, se había convertido al judaísmo e inició una campaña de persecución contra los cristianos, incendiando iglesias, obligando a la gente a convertirse y condenando a muerte a quienes se negaban a renunciar a la fe cristiana.
Tras conquistar Najran, Dhu Nuwas ordenó que sacerdotes, diáconos, monjas y laicos fueran arrojados a un pozo y quemados vivos. Se cuenta la historia de un niño de apenas cinco años que murió arrojándose a las llamas para estar con su madre. San Aretas y otros cien cristianos fueron decapitados en el año 523 y, al final, más de 4.000 fueron martirizados en esta persecución.
Apertura de la Puerta Santa y adoración de la reliquia
El año jubilar se inauguró con la apertura de la Puerta Santa, de nuevo en la catedral de San José, por la que pasaron creyentes individuales, familias, grupos y asociaciones que habían venido a Abu Dhabi en peregrinación, y con la exposición de una reliquia de San Aretas. Para los que no pudieron hacer el viaje a la capital de los Emiratos Árabes Unidos, otra reliquia «visitó» las parroquias locales hasta Omán.
«No fueron sólo los fieles los que visitaron a San Aretas y sus compañeros, sino que fue también San Aretas quien visitó todas nuestras parroquias del Vicariato», dijo monseñor Martinelli en la homilía conclusiva del Jubileo.
Testimonios de los feligreses
Muchos de los fieles locales admitieron que no conocían los nombres de los santos ni sus historias antes de las celebraciones. Sin embargo, los testimonios recogidos hablan de la adoración de la reliquia como «uno de los acontecimientos más memorables y llenos de oración» jamás vistos. «Cada día el sacerdote compartía las agonías sufridas por San Aretas y sus compañeros, cómo transformaron su sufrimiento en una hermosa corona para nuestro Señor Jesucristo».
«Esto me conmovió mucho. Me di cuenta de lo fácilmente que nos preocupamos y nos perdemos por pequeñeces», dijo un feligrés de Ruwi, considerado el centro comercial de Mascate, la capital de Omán. «Escuchar la historia de los mártires de Najran fue como presenciar el martirio en directo. Se me llenaron los ojos de lágrimas al saber cómo dieron su vida por la fe».
«Fue un momento para replantearme la profundidad de mi fe, que también nos ayudó a rejuvenecer nuestra parroquia», dijo otro residente de Ruwi. Por otra parte, un feligrés de Salalah, la tercera ciudad más poblada de Omán, habló de un sentimiento «agridulce», una «mezcla de gratitud por haber formado parte de una experiencia tan sagrada y, cuando la reliquia fue trasladada a otra iglesia, un silencioso anhelo por la afirmación de las continuas bendiciones que ha aportado a nuestra comunidad».
«De un Jubileo a otro»
«Qué hermoso es tener una conciencia tan profunda de ser amados por Dios y tener la certeza de que nadie podrá separarnos nunca de Jesús», dijo monseñor Martinelli al final de su homilía. «Los mártires de Najran nos recuerdan que también nosotros somos amados para siempre, con un amor más fuerte que la muerte».
«Hoy, al concluir este Jubileo extraordinario, renovamos nuestra decisión de seguir a Jesús y de ser testigos en el mundo», añadió, remitiendo a los fieles al próximo Año Santo, para que «pasemos de una alegría a otra, de un Jubileo a otro».
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