Hermanas Hospitalarias: con personas con discapacidad mental en Timor Oriental
Hna. Isabel Santamaría Benito, HSC
La hermana Isabel Martins, de la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, soñaba desde adolescente con ser misionera. Para ella, “ser misionera significaba irme lejos, alejarme de quienes más quería, para poder dar más de mí a los demás”.
Con el tiempo, Isabel comprendió que ser misionera de corazón no requería necesariamente grandes distancias físicas, sino estar cerca de los más necesitados. “Siempre tuve el deseo de estar cerca de otras culturas, de otras personas, a las que dar un poco más de mí a través de mi pobreza y, al mismo tiempo, recibir más de los demás, no para acumular riquezas externas, sino para enriquecer el espíritu y liberarme interiormente”, recuerda cuando habla acerca de su vocación.
Un llamado a crear algo nuevo
Su sueño se hizo realidad ese mismo año, recibió la noticia de su superiora: "Sí, la hermana puede ir a Timor Oriental, creemos que puede ser una de las primeras...". Isabel agradeció a Dios su presencia, la congregación, las muchas personas que conoció de cerca y de lejos. Y empezó a prepararse.
Encontrarse en salida
Desde su llegada a Timor, la hermana Isabel se puso manos a la obra junto a otras dos hermanas enviadas. El primer paso era establecer una Comunidad Hospitalaria, salir a las calles a conocer a los vecinos y crear un tejido relacional entre todas las personas implicadas.
“Y créanme, ¡aquí salimos, salimos, salimos!”, cuenta nuestra hermana. Cada día, salen a visitar a personas a su alrededor, a identificar a familiares de pacientes, y a consultar a otros que viven lejos. Han atravesado momentos difíciles, pero sin desanimarse, pueden ser un signo de esperanza en la vida de muchas personas marginadas.
Cuatro años después de haber llegado a Timor Oriental, en agosto de 2023, abrieron el Centro de salud mental S. Benito Menni, un espacio para dar apoyo al diagnóstico precoz, realizar consultas de detección y tratamiento, hacer seguimiento a los pacientes diagnosticados, reducir el estigma familiar asociado a las enfermedades mentales y formar nuevos profesionales.
El milagro de la acción de Dios
Con la humildad del Dios cercano, la hermana Isabel reconoce la riqueza que supone su presencia en Timor Oriental. “Lo vemos en los rostros de muchos pacientes. Cuando nos ponemos a su lado y les abrazamos, estamos confirmando a sus familiares y vecinos que sus vidas, a pesar del trastorno que les ha afectado, siguen teniendo el mismo valor y dignidad”, comenta acerca de su experiencia en el país asiático.
Afortunadamente, aunque algunos pacientes siguen inestables, la mayoría están bien integrados en la familia. A medida que los tratamientos hacen efecto, se producen "pequeños milagros". Las familias se implican más, lo cual es crucial para la recuperación de los pacientes.
“Queremos creer que los retos son típicos de la misión y que la mayoría de ellos no son insuperables. Sin duda, Dios no nos deja solos. Está ahí cuando salimos, está ahí cuando nos detenemos y reflexionamos... ¡Siempre está ahí!”, reflexiona la hermana sobre los desafíos de esta misión.
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