El cardenal Mario Zenari durante la misa en la Parroquia de Santa María de las Gracias en Roma El cardenal Mario Zenari durante la misa en la Parroquia de Santa María de las Gracias en Roma 

Zenari: En Siria la bomba de la pobreza está matando la esperanza

El Nuncio Apostólico en Siria, Cardenal Mario Zenari, en su homilía de hoy en la parroquia romana de Santa Maria delle Grazie alle Fornaci, de la que es Diácono, ha compartido el sufrimiento del pueblo sirio.

Massimiliano Menichetti

La atormentada Siria, como reitera a menudo el Papa Francisco, ha caído en el olvido, ha desaparecido del radar informativo. Testigo de la luz de Cristo y de la esperanza que se desvanece en ese país es el nuncio apostólico en Damasco, el cardenal Mario Zenari, que hoy ha presidido la misa dominical en la parroquia romana de Santa Maria delle Grazie alle Fornaci, de la que es Diácono. En su homilía y en el encuentro con los feligreses tras la celebración, compartió el sufrimiento del pueblo sirio, que ha entrado ya en su decimocuarto año de conflicto y «está agotado y lucha por ver la luz del futuro». La guerra ha matado a 500.000 personas, más de 7 millones son desplazados internos y más de 5 millones han huido a otros países. Según Naciones Unidas, 16,7 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y casi 13 millones sufren una grave inseguridad alimentaria.

Un momento de la celebración
Un momento de la celebración

Zenari habló de las muchas cruces, «pequeñas y grandes», que cada uno lleva en su vida y del apoyo que da Cristo, mostrando después las de Siria. Se remontó con la memoria a años pasados, a la imagen impresa en su mente de más de un millón de sirios que se habían puesto en marcha para huir de la violencia, bajo la lluvia y la nieve, cargando con lo que podían: «Un Vía Crucis kilométrico». Después, otra instantánea, la de un Viernes Santo cuando las bombas caían sobre la ciudad de Homs y cuando un sacristán preguntó al sacerdote, el padre Michael, dónde debía prepararse la liturgia, en un contexto en el que todo estaba destruido y las iglesias dañadas. «El padre Michael dio instrucciones al sacristán para que tomara una cuerda larga y la colocara alrededor de los barrios devastados por la guerra y pusiera la inscripción Calvario en el centro. «Hoy -reiteró el cardenal- esa cuerda es mucho más larga y se extiende por kilómetros y kilómetros y abarca todo Oriente Medio».

«He visto tanta destrucción, muerte, niños amputados, tanto sufrimiento durante los años de intensos combates. Ahora ha estallado la bomba de la pobreza, que no deja ninguna esperanza a la población». Confirma que las sanciones impuestas al régimen sirio están teniendo repercusiones muy graves en la población: «Durante la guerra había luz, ahora hay apagones y la oscuridad envuelve el país. Faltan medicinas, alimentos, objetos de uso cotidiano, los bancos no invierten, las finanzas están paralizadas, al igual que la educación.

La población sigue huyendo, la pobreza hace estragos: «Hoy un médico -subraya Zenari- gana 20 euros al mes. La gente estudia cuando puede y piensa en emigrar». La Iglesia en este escenario está en primera línea en la ayuda, en el consuelo, en iniciar todas las acciones, incluso diplomáticas, para revertir esta caída hacia el abismo. Según Naciones Unidas, unas 500 personas abandonan el país cada día.

El grito del nuncio en Damasco no puede permanecer sordo en un planeta desgarrado por los conflictos. La construcción de un mundo fraterno, solidario, en paz, capaz de poner en marcha proyectos políticos de gran envergadura con el hombre en el centro es posible, no es sólo imaginable, y se realiza con el compromiso de muchos.

No podemos olvidar a Siria, no podemos dar la espalda si los migrantes mueren en el mar, no podemos aceptar dictaduras y conflictos. Todos, en todos los ámbitos, estamos llamados a construir caminos de diálogo, encuentro y paz.

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22 septiembre 2024, 15:07