Desplazados en el Líbano Desplazados en el Líbano  (ANSA)

En el Líbano la población teme un conflicto de baja intensidad

El Servicio Jesuita a Refugiados es testigo del miedo en el país de Oriente Medio, donde el número de desplazados internos, refugiados sirios y migrantes ha aumentado drásticamente desde que comenzaron las operaciones israelíes. Luca Ricciardi: «La esperanza es que todo acabe pronto, pero tantos pueblos han sido destruidos y la gente ya no sabe adónde volver»

Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano

Es un temor a que la situación «siga degenerando y se convierta en un conflicto de baja intensidad» que casi se puede tocar con la mano entre los desplazados libaneses, pero también entre los refugiados sirios y los inmigrantes asiáticos y africanos acogidos en el Líbano. Testigo de ello desde Beirut es Luca Ricciardi, responsable de programas en Oriente Medio del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), la organización católica internacional que en el país de los cedros lleva a cabo proyectos de educación y apoyo psicosocial para niños y adultos, migrantes y desplazados internos.

Ya no tener casa

En las últimas tres semanas, desde el comienzo de las operaciones israelíes en el Líbano, con la continuación de los ataques con cohetes de Hezbolá, al menos un millón doscientas mil personas se han visto obligadas a huir de las zonas del sur y del este, según la ONU, en un país «que ya ha vivido acontecimientos muy graves, la guerra civil del 2006, la explosión del puerto de Beirut en el 2020, la crisis económica».

 

«Queda la esperanza de que todo esto termine inmediatamente, pero –informa Ricciardi – se entiende que muchas de las comunidades del sur no volverán a ser habitables durante mucho tiempo: muchos de esos pueblos han sido completamente destruidos por los ataques israelíes, por lo que existe preocupación entre esas poblaciones por no saber a dónde regresar».

Cada vez más desplazados y refugiados

Hay por tanto, explica el responsable de los programas del JRS en Oriente Medio, «un número creciente de desplazados hacia Beirut o el norte». Los que huyen, explica Ricciardi, son «principalmente libaneses, procedentes de las zonas actualmente afectadas, en su mayoría chiíes, y sirios, que no sólo se desplazan dentro del Líbano, sino que también regresan en parte a sus hogares, lo que suscita serias preocupaciones por volver a zonas inseguras de Siria», donde se libra otra guerra desde hace más de una década. El Líbano, de hecho, acoge entre un millón y medio y dos millones de refugiados sirios. Y en las últimas horas también se han registrado incursiones en las zonas fronterizas.

“El principal paso fronterizo entre el Líbano y Siria, el que une Baalbek y Damasco, fue bombardeado, por lo que hasta la fecha no es posible un traslado por tierra y la situación es ciertamente muy peligrosa”

Garantizar el acceso a los servicios

Dentro del Líbano, pues, en las zonas más afectadas por las operaciones bélicas, «donde una parte de la población ha decidido quedarse, es necesario garantizar el acceso a unos servicios mínimos, incluidos los sanitarios, y la seguridad. Por eso, tanto el gobierno libanés como la Cruz Roja y las organizaciones internacionales intentan apoyar a esas zonas, con extrema dificultad».

También está la población desplazada del sur: «En el paseo marítimo de Beirut y en la plaza principal hay gente acampada que, después de tres semanas, sigue sin saber adónde ir». Se han habilitado unos «ochocientos albergues, refugios gubernamentales, aunque hoy están llenos. Muchas personas están siendo acogidas por sus familiares».

Lo que se nota es que «está surgiendo una fuerte cohesión: muchas pequeñas organizaciones a nivel voluntario o individual intentan apoyar, con distribuciones de colchones y alimentos» a todas las personas que actualmente no tienen cobijo.

«Luego está la respuesta del gobierno y de las organizaciones internacionales, entre ellas el JRS, que trata de acudir en ayuda de la gente en los refugios, con productos de primera necesidad y cualquier cosa que se identifique como una necesidad. Al mismo tiempo, el JRS se ha encontrado gestionando directamente dos albergues, en Beirut y más al norte, para comunidades de inmigrantes que no tienen adónde ir: se trata de personas que vienen aquí a trabajar, en su mayoría empleadas domésticas, de diferentes nacionalidades, de Filipinas, Sri Lanka, Etiopía, Sudán. Acogemos a unos cien inmigrantes, gracias al trabajo realizado por el JRS en los últimos cincuenta años, que ha creado un vínculo con estas comunidades, de modo que su primer refugio fue la oficina del JRS».

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21 octubre 2024, 11:18