Obispo Khairallah: Líbano volverá a ser un país de mensaje
Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
San Juan Pablo II lo dijo por primera vez: el Líbano es un país mensaje. Este ser mensaje y mosaico, ejemplo de “convivencia” de las 18 diferentes comunidades religiosas que lo constituyen “no ha fallado ni siquiera en este momento difícil”. Monseñor Mounir Khairallah, obispo de Batrun de los Maronitas, en Líbano, invitado por los medios de comunicación vaticanos, retoma con fuerza lo que ya había indicado durante la sesión informativa del 5 de octubre, en el Sínodo. “Las 18 comunidades”, son sus palabras, “han logrado fundar una nación, un Estado, que se llama República Libanesa, donde las personas viven juntas en el respeto de sus identidades y donde están al mismo tiempo unidas por una única identidad, la de pertenecer al Estado del Líbano”. Hoy en día, señala el obispo, la “convivencia” se resiente de décadas de guerra, “no querida por los libaneses, sino impuesta por otros en territorio libanés, y los libaneses pagan un precio muy alto por conflictos que nunca quisieron, que no quieren y que nunca querrán. No quieren ni la guerra, ni la venganza, ni la violencia, ni el uso de las armas. Todo pueblo tiene derecho a decidir su destino y su futuro, y es un derecho inalienable”. Las 18 comunidades, entre las que hay cristianos, musulmanes y también una judía, “quieren reconfirmar esta fórmula del Líbano como país de mensaje y mosaico, aunque los acontecimientos de hoy lo impidan de alguna manera”, prosigue, “lo que también depende de la corrupción total del país, depende de los dirigentes políticos. Además, como Hezbolá hoy y como algunas franjas palestinas en el pasado, estos grupos se han armado para luchar dentro del Estado libanés, dejando de lado al ejército nacional, y esto como pueblo nunca lo hemos querido y tampoco lo queremos ahora'.
Los atentados contra Unifil
Monseñor Mounir habló también de los ataques israelíes contra los soldados de la Unifil, “soldados de paz, no de guerra”, subrayó, “que intentan aplicar su misión: la de mantener la paz. Soldados que son respetados por los libaneses, pero no por los israelíes”. La crítica del prelado es clara, como lo es su condena de la violencia hacia “estas fuerzas de la ONU”, posición expresada por los líderes religiosos libaneses que se reunieron ayer en Bkerké, en el Patriarcado de Antioquía de los Maronitas, invitados por el Patriarca de la Iglesia Maronita, el cardenal Béchara Boutros Raï, y que juntos hicieron un llamamiento “al mundo y también a las Naciones Unidas, para que apliquen la resolución 1701, que confiere a estos soldados la tarea de hacer respetar la paz entre Israel y Líbano”. Se trata, pues, de una condena de los ataques contra ellos, pero también de todo tipo de violencia y de guerra”.
El drama de la emigración
Mounir habla a continuación de la hemorragia que vive su país: la huida de libaneses, ya sean cristianos, musulmanes o judíos. Frente a la acogida continua que el Líbano ofrece a los que huyen de la guerra, como a los sirios, hay una emigración continua que está poniendo al país de rodillas, y que últimamente ha aumentado mucho con la consiguiente carga para el Estado libanés, que “con la corrupción de la clase política ha fracasado por completo”. Los jóvenes libaneses, cuenta con dolor, “sueñan con irse porque ya no tienen la posibilidad de vivir dignamente”, están los que se quedan, que mantienen viva la iniciativa privada, son los libaneses que “a pesar de todo creen que el Líbano puede reconstruirse”, y luego están los que “se sintieron alentados por la carta del Papa del 7 de octubre”. También la Iglesia anima a permanecer allí, a perseverar en la fe, porque la guerra terminará un día y el Líbano nos llamará para reconstruirlo como era antes: un país de mensajes”.
El aliento del Papa
El llamamiento de Mounir es a la “reconciliación”, dirigido a sus compatriotas, sabiendo que “el perdón es muy difícil, pero no imposible. Que se puede hacer, mirando los valores de las religiones, porque ni el cristianismo, ni el judaísmo, ni el islam, profesan la violencia. Y los que fomentan la guerra no tienen identidad, ni religión, ni confesión”. Es con el perdón, con la reconciliación, con el diálogo sincero, como se reconstruirá el Líbano, un país único por su modo de vida. Todos los libaneses, con la ayuda del mundo interior, están llamados a ello, fortalecidos sobre todo por el hecho de que “el Papa es el primero que nos anima”.
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