¿Qué lecciones puede aprender la Iglesia del TPA entre Argentina y Chile?
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
"Este acuerdo es un ejemplo tangible de lo que el Papa Francisco promueve en sus llamados a la paz: un proceso de reconciliación que se construye a través del diálogo valiente y el compromiso de todos". Así valora Monseñor Alberto Bochatey, presidente de la Comisión de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina, la relevancia del Tratado de Paz y Amistad (TPA) entre Argentina y Chile, suscripto en el Vaticano el 29 de noviembre de 1984.
En diálogo con Radio Vaticana, considera que el Santo Padre "es un ejemplo increíble de lo que significa ser un líder de paz". Y acota que no solo se dedica a hablar sobre este tema, sino que actúa para favorecerla, con gestos hacia Ucrania, Gaza y otros lugares de conflicto. Según el prelado, la Iglesia tiene una responsabilidad moral, humana y social de crear puentes entre naciones, algo que es parte integral de la misión evangelizadora.
Ciertamente, la Santa Sede no solo es relevante a nivel de Estado, sino también desde el punto de vista pastoral. "La diplomacia vaticana -subraya- no es solo política, sino un camino de diálogo y encuentro que busca la salvación de los pueblos". Ello se ve reflejado en las acciones del Sucesor de Pedro y en la cooperación constante entre las Iglesias de Argentina y Chile que se han involucrado en la celebración de este aniversario con actividades conjuntas y con un mensaje común de paz.
Bochatey, quien se desempeñó como Secretario General de la Conferencia Episcopal Argentina por el período 2021-2024, se refiere al desafío de las nuevas generaciones en la construcción de la paz. Aunque rechacen la guerra, sostiene que están inmersas en una cultura de desinformación y de violencia, sobre todo en las redes sociales. El fenómeno de la superficialidad y la falta de compromiso comunitario son retos que deben ser superados para que los jóvenes puedan contribuir activamente en esta causa.
Diálogo valiente, una clave para la paz duradera
Por su parte, Monseñor Fernando Ramos, arzobispo de Puerto Montt, Chile, evidencia que si bien las controversias entre naciones pueden parecer insuperables, siempre se pueden resolver a través del diálogo, la disposición de las partes y el compromiso de encontrar soluciones.
Para el Pastor, el concepto de "diálogo valiente", frecuentemente citado por el Papa Francisco, implica no solo expresar las posiciones con claridad, sino además poner el bien común por encima de los intereses particulares. En situaciones de conflicto, el diálogo valiente es esencial para construir confianza y avanzar hacia acuerdos que prioricen la paz, la fraternidad y la prosperidad de todos los pueblos implicados.
En el caso de América Latina, el arzobispo evalúa que es conveniente un diálogo desideologizado, libre de prejuicios y enfocado en los problemas reales, como la pobreza, la migración y la consolidación de democracias más robustas.
Tanto Bochatey como Ramos plantean que el aniversario del TPA es una ocasión para reflexionar sobre la capacidad de las naciones de resolver sus divergencias de modo pacífico. El TPA sigue siendo un ejemplo de esperanza, mostrando que aunque el camino hacia la concordia puede ser difícil, siempre es posible alcanzarla a través del entendimiento mutuo y el respeto.
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