Una delegación de Cáritas italiana en misión en Sudán del Sur Una delegación de Cáritas italiana en misión en Sudán del Sur 

Cáritas italiana en misión en Sudán del Sur

Una delegación compuesta por el jefe del servicio África, Fabrizio Cavalletti, por el director, el padre Marco Pagniello, y por el responsable regional, Federico Mazzarella, se encuentra en Malakal para ofrecer ayuda al país africano, uno de los más pobres del mundo, que acoge a numerosos refugiados procedentes de Sudán

Francesco Ricupero – Ciudad del Vaticano

Incluso en la más absoluta pobreza, la Iglesia católica en Sudán del Sur está haciendo enormes esfuerzos para tratar de ayudar a la población agotada por el hambre y la guerra

Así lo ha declarado a los medios de comunicación vaticanos el responsable del servicio para África de Cáritas italiana, Fabrizio Cavalletti, que en estos momentos se encuentra en Malakal junto a una delegación formada por el padre Marco Pagniello y Federico Mazzarella, director y responsable regional respectivamente de la mencionada organización caritativa.

Afluencia de refugiados de Sudán

En Sudán del Sur, la situación es realmente crítica. Es el país más pobre del mundo, y también el más joven, ya que nació el 9 de julio del 2011. Junto con Chad y Egipto, acoge al mayor número de personas que huyen de Sudán, donde se libra una guerra que no perdona a nadie. Una guerra tan atroz como olvidada. Como reflejo, Sudán del Sur es testigo del flujo de desplazados de Sudán que llegan en barco a través del Nilo.

«Un promedio de mil personas a la semana llegan – explica el responsable del servicio África de Cáritas italiana – porque huyen de una situación desesperada y el flujo lo gestionan ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados) y la OIM (Organización Internacional para las Migraciones). Se las aloja en campos de refugiados temporales. Verdaderos tugurios donde las condiciones higiénicas y sanitarias son inciertas».

La diócesis de Malakal, la mayor de Sudán del Sur, acoge a la mayor parte de los refugiados. «Aquí – continúa Cavaletti – visitamos un campo de refugiados gestionado por ACNUR, donde también opera Cáritas de Malakal, apoyada por la red mundial de Cáritas. La organización católica se ocupa principalmente de la distribución diaria de alimentos a quienes aún no están registrados para recibirlos del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. También distribuye harina, aceite, sal y legumbres».

Encuentro con el obispo Carlassare

La delegación de Cáritas italiana se ha reunido estos días en Juba con monseñor Christian Carlassare, comboniano de origen veneciano, obispo de la nueva diócesis de Bentiu. En el 2021 el prelado fue víctima de un atentado poco antes de su nombramiento. Esto no lo detuvo y decidió quedarse para continuar su misión en Sudán del Sur.

«Monseñor Carlassare – recuerda Cavalletti – puso de relieve los enormes desafíos a los que se enfrenta el país, sacudido por una nueva inundación que ha dejado bajo el agua amplias zonas del territorio. No es un fenómeno nuevo, pero en los últimos años se está haciendo más frecuente e intenso, agravando las condiciones ya muy precarias de la población».

«El padre Christian ha subrayado que la crisis económica está poniendo de rodillas a Sudán del Sur. El Estado está literalmente sin fondos, también por el bloqueo de las exportaciones de petróleo debido a la guerra en Sudán».

Tensión social

El descontento entre la población es palpable, hay una calma aparente que podría desembocar en una revuelta en toda regla. Entre otras cosas porque «policías, profesores, médicos y todo el sector público – señala Cavalletti – llevan meses sin cobrar, lo que agrava la recesión económica y genera una peligrosa tensión social, aunque por ahora esté sumergida».

No sólo eso, la población sudsudanesa nunca ha acudido a las urnas. Las elecciones siempre se han pospuesto. «Pero hay quien sostiene que este aplazamiento es bueno para el país, que de este modo evita la confrontación política. Sudán del Sur – recuerda el responsable de Cáritas – es un país donde en algunos lugares hay conflictos entre comunidades. Y a lo largo de los años ha habido una guerra instrumentalizada étnicamente que ha dejado profundas heridas difíciles de curar en poco tiempo».

Es precisamente en este ámbito donde la Iglesia católica intenta intervenir con programas educativos y de sensibilización. «Sudán del Sur es un país mayoritariamente cristiano y de mayoría católica, y los líderes religiosos han comprendido lo necesario que es promover el diálogo y la armonía entre las comunidades. Con la guerra – afirma Cavalletti – todo está perdido».

«Debemos apostar por la paz. Sólo en un clima sereno es posible realizar tantos proyectos». Monseñor Carlassare subrayó también con fuerza que la esperanza de un renacimiento no está perdida, al contrario, está viva en las mismas comunidades que representan la verdadera fuerza del país y de la Iglesia.

Nuevos proyectos de formación y sensibilización

Entre los numerosos proyectos, Cáritas promueve cursos de formación y sensibilización. Además, ha puesto a disposición subvenciones en metálico para mejorar el acceso al agua potable, rehabilitar sistemas de abastecimiento de agua, instalar puntos de agua alimentados por energía solar y construir instalaciones de saneamiento. Todo ello en beneficio de más de 29.000 personas.

Además, Cáritas está ofreciendo espacios seguros para mujeres y niñas en los campos de refugiados, proporcionando servicios de asesoramiento y asistencia psicosocial. «También porque – recuerda Cavalletti – la vida dentro de los campamentos es realmente difícil. Aquí la gente vive para sobrevivir, por eso tenemos que redoblar nuestros esfuerzos y concienciar al mundo de lo que está ocurriendo en esta zona de África».

Lamentablemente, asistimos a una emergencia olvidada. Poca gente habla de la guerra en Sudán y, sin embargo, es la peor crisis humanitaria del mundo.

«La comunidad internacional no está garantizando la ayuda humanitaria necesaria. Hay un olvido inaceptable, como si aquí las personas no tuvieran la misma dignidad que los demás. Junto con el obispo – concluye – estamos pensando en cómo reforzar el trabajo en red. Es importante trabajar juntos poniendo en común los pocos recursos que tenemos. Todo esto sólo es posible si no hay guerra. La guerra deja marcas indelebles».

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02 noviembre 2024, 09:06