Misa de medianoche de Navidad en el recinto de la Iglesia de la Natividad en la ciudad bíblica de Belén, presidida por el cardenal Pierbattista Pizzaballa Misa de medianoche de Navidad en el recinto de la Iglesia de la Natividad en la ciudad bíblica de Belén, presidida por el cardenal Pierbattista Pizzaballa   (EPA)

Pizzaballa: El júbilo de la Navidad vacía la retórica de la guerra y de los poderosos

En Belén, Misa de Nochebuena de los latinos del Patriarca de Jerusalén, con una invitación a ser «peregrinos de la esperanza también en las calles y entre las casas destruidas» por el conflicto

Vatican News

El 2024 ha sido «un año fatigoso, hecho de lágrimas, sangre, sufrimiento, esperanzas a menudo defraudadas y proyectos de paz y justicia destrozados»: el cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén de los Latinos, no oculta «la fatiga» de anunciar la alegría del nacimiento del Salvador en un contexto difícil, trágicamente marcado por la guerra. En su homilía de la misa de Nochebuena, pronunciada el 24 de diciembre en Belén, el cardenal destacó la «desagradable sensación de inutilidad de las palabras, incluso de las de fe, ante la dureza de la realidad, la evidencia de un sufrimiento que parece no querer terminar».

Perseverar sin miedo en el camino de la justicia

Sin embargo, añadió, «la Navidad del Señor está toda aquí: a través de su Hijo, el Padre se implica personalmente en nuestra historia y carga con ella, comparte su sufrimiento y sus lágrimas hasta la sangre, y le ofrece una salida de vida y de esperanza». La fuerza del amor de Dios -afirmó el Patriarca- nos pide que no tengamos miedo de los poderes de este mundo, sino que perseveremos en el camino de la justicia y de la paz. De ahí la invitación a creer con fe y confianza, porque aunque los cristianos de Oriente Medio sean «pocos y quizás incluso insignificantes en las constelaciones del poder y en el tablero de ajedrez donde se juegan las partidas de los intereses económicos y políticos», sin embargo representan «el pueblo al que está destinada la alegría de la Navidad».

Peregrinos de la esperanza incluso entre los escombros de la guerra

«Nos atrevemos a creer -añadió Pizzaballa- que desde que el Verbo aquí se hizo carne, en toda carne y en todo tiempo continúa fecundando la historia, orientándola hacia la plenitud de la gloria». En el Año Jubilar dedicado a la esperanza, por tanto, el canto de alegría por el nacimiento del Salvador «no desafina, pero hace desafinar los ruidos de la guerra y la retórica vacía de los poderosos». Ese canto no es demasiado tenue, sino que resuena con fuerza en las lágrimas de los que sufren, y nos anima a desarmar la venganza con el perdón. También nosotros podemos ser peregrinos de esperanza en las calles y entre los hogares rotos de nuestra tierra, porque el Cordero camina con nosotros».

Embarcarse con valentía en la reconciliación y el perdón

Tierra Santa, aseveró el purpurado, «necesita más que nadie un verdadero jubileo», «un nuevo comienzo en todos los ámbitos de la vida, una nueva visión, la valentía de mirar al futuro con esperanza, sin rendirse al lenguaje de la violencia y el odio, que en cambio cierran toda posibilidad de futuro». En concreto, la esperanza es que «se perdonen las deudas, se libere a los presos, se devuelvan las propiedades, y puedan comenzar realmente con valentía y determinación vías serias y creíbles de reconciliación y perdón, sin las cuales nunca habrá una paz verdadera».

 

Gaza no está sola

Un pensamiento especial, después, dirigió el cardenal Pizzaballa a los «hermanos de Gaza» que ofrecen un «maravilloso testimonio de fuerza y de paz»: «No están solos», les dice, «son verdaderamente un signo visible de esperanza en medio del desastre de destrucción total que los rodea. Pero no están destruidos, siguen unidos, firmes en la esperanza».

No pierdan la esperanza

Otro pensamiento se dirige a los «queridos hermanos y hermanas de Belén» que también este año viven una «Navidad triste, marcada por la inseguridad, la pobreza, la violencia», «en el cansancio y a la espera de días mejores». «¡Ánimo -les ha exhortado finalmente el purpurado-! No debemos perder la esperanza. Renovemos nuestra confianza en Dios. Él nunca nos deja solos».

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25 diciembre 2024, 13:34