Hace 30 años caía el Muro de Berlín: mensajes de los Papas que quedarán en la memoria
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
28 años, 2 meses y 27 días. Es el tiempo que estuvo en pie el Muro de Berlín, aquel que separaba la zona occidente de la ciudad de Berlín en la República Federal Alemana – y que apoyaba al sistema capitalista – de la parte oriental en la República Democrática Alemana – que apoyaba al sistema comunista de la Unión Soviética – y el mismo que en tan sólo una noche desapareció. Fue la noche del 9 de noviembre de 1989 y que hoy celebramos, 30 años después, pues supuso la reunificación de un país dividido y el fin de la Guerra Fría. “La caída ocurrió de improviso, pero fue posible por el largo y fatigoso compromiso de muchas personas que lucharon, rezaron y sufrieron, algunos hasta el sacrificio de la vida” dijo el Papa Francisco durante su Ángelus del 9 de noviembre de 2014 coincidiendo con el 25 aniversario de la caída el Muro de Berlín.
El papel de San Juan Pablo II en la caída del muro de Berlín
Es notable que la contribución del Papa Juan Pablo II en la caída del muro fue decisiva, de hecho, tuvo “un papel de protagonista” tal y como aseguró el Papa Francisco en ese mismo Ángelus. “La verdad es que el 50% de la caída del muro pertenece a Juan Pablo II”, expresó en cambio el premio Nóbel de la Paz en 1983 y líder político polaco Lech Walesa, y cuyas aspiraciones de hacer desaparecer el comunismo y derribar el muro que dividía Berlín fueron respaldadas por el Papa Juan Pablo II en todo momento.
Tras la caída, Juan Pablo II envió su apoyo a la Conferencia Episcopal de Berlín
El muro finalmente cayó, y San Juan Pablo II expresó su cercanía a la Conferencia Episcopal de Berlín mediante una carta en la que se leía: “En estos días de profundos cambios en su tierra natal, me siento muy unido a ustedes y a toda la población de su país en solidaridad cristiana. Ruego con ustedes, para que, con la intercesión de la Madre del Señor, se puedan realizar las esperanzas de la humanidad en la justicia, en la libertad y en la paz interna y externa”. La misma carta en la que también les pidió hacer todo lo posible, “incluso si son un pequeño rebaño – puntualizaba – para renovar la faz de la tierra en su país, con el poder del Espíritu de Dios, junto con todos los hombres de buena voluntad, unidos sobre todo a los cristianos evangélicos”.
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