"Primero los Últimos", voces de un mundo mejor
Emanuela Campanile - Ciudad del Vaticano
"Prima gli Ultimi", publicado por Poline, no es una buena colección de historias de vida, ni un ejercicio de "buenistas" convencidos. Es más bien una dulce y fuerte llamada a la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene hacia sus hermanos, esa humanidad herida que a menudo, en estos días, viene del mar agotada y violada. Bastaría leer a quién está dedicado el libro y la carta del Papa Francisco al autor -Rino Canzoneri- para leer las 230 páginas fuera de las dudas y de las polémicas que a menudo sofocan nuestros corazones.
Conciencia y Evangelio
La dedicación tiene el sabor de un grabado a fuego en las conciencias, con su llamada tan poco "políticamente correcta":
A todos los que han muerto en travesías desérticas y mediterráneas; a los que han sufrido y están sufriendo la violencia en los campos de detención y prisiones de Libia. Nadie podrá perdonarnos por no haberlos salvado, por no haberles ayudado a vivir con dignidad.
Los colores de la esperanza son, en cambio, las palabras del Papa Francisco a Canzoneri. El garbo de un agradecimiento por el trabajo realizado por el periodista, capaz de "dar voz" -escribe el Papa- a "aquella parte de la realidad que, gracias a Dios, sigue siendo la más difundida, la realidad de los que no ceden a la indiferencia":
En una época como la que vivimos, caracterizada por la polarización, por la simplificación de los medios de comunicación, por los titulares de periódicos "gritados" que pueden crear una representación errónea de la realidad, por eslóganes y -desgraciadamente- por tantas malas noticias, estoy seguro de que su obra representará un soplo de buen aire: ¡hará mucho bien! Su iniciativa es una oportunidad para dar voz también a esa parte de la realidad que, gracias a Dios, sigue siendo la más difundida: la realidad de los que no ceden a la indiferencia.
La carta de Francisco se sitúa entonces entre las líneas del Evangelio, devolviéndonos la Palabra de Cristo tantas veces olvidada pero, para muchos, profundamente vivida:
Es bello y reconfortante saber que tantas personas ponen en práctica las palabras de Jesús que leemos en el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo, esas palabras que me gusta llamar "el protocolo'" sobre la base del cual todos seremos juzgados: "Tenía hambre y me disteis de comer, tenía sed y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis, desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, encarcelado y vinisteis a verme".
Los protagonistas del libro
Los protagonistas de "Primero los Últimos" no son héroes, sino que se comprometen con la vida. ¿Cómo? Mirando el problema a la cara, preguntándose qué podían hacer y decidiendo dar una mano a quienes pedían ayuda. ¿En qué sentido? Adoptando "niños de pocos meses, llegados solos porque sus madres murieron en el mar" o "niños abandonados por mujeres jóvenes violadas, prodigándose "para asegurar un futuro a los niños en situaciones difíciles" o sosteniendo "a los jóvenes migrantes hasta llevarlos a los objetivos con los que soñaban". Son muchas las fórmulas para devolver la esperanza y la vida "sin volverse hacia la otra parte", como dice el subtítulo del libro, ya que son muchas las historias, emociones y alegrías recogidas en estas 230 páginas que, una tras otra, nos invitan a la esperanza porque el sentido de la humanidad no está muerto y otro mundo mejor, no es una utopía.
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