Bolivia. San Ignacio de los Mojos, con las manos casi vacías frente al Covid-19
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
San Ignacio es un municipio con una población cercana a los treinta mil habitantes y está ubicado en la amazonia boliviana. Fue fundado el 1 de noviembre de 1689 por los misioneros jesuitas. Es la única misión moxeña donde los indígenas perpetuaron los conocimientos adquiridos durante de la época jesuítica, conservando las danzas, la música barroca y muchas de las costumbres. La misionera María Eugenia Bringas comparte con Vatican News cómo esta comunidad enfrenta al Covid-19.
Humedales y biodiversidad
El departamento del Beni alberga tres sitios Ramsar (humedales reconocidos por su importancia internacional) que abarcan más de 6,6 millones de hectáreas, equivalente al 33 % del departamento. Estas zonas son ricas en biodiversidad y en agua dulce, especialmente porque en ellos habitan multiplicidad de aves acuáticas, migratorias y estacionales.
Condiciones sanitarias
Para la misionera María Eugenia, “la situación sanitaria en San Ignacio es precaria desde siempre. Apenas se cuenta con un pequeño hospital, bastante desprovisto, al igual que con una posta sanitaria en la ciudad”.
Añade que “esta localidad está rodeada por unas 70 comunidades indígenas. En la mayoría de comunidades no hay doctor, lo que hay son enfermeros del lugar con alguna preparación extra que han recibido años atrás. No se cuenta con los elementos necesarios para una atención adecuada de salud”.
La misionera hizo notar que existen muchas dificultades para acceder al sistema sanitario ante cualquier tipo de enfermedad. No solo con el Covid-19. “Incluso para hacerse los análisis de enfermedades como el dengue y la salmonela, que son habituales de aquí, para tener un resultado certero debe viajar a la capital del departamento que es la ciudad de la santísima trinidad”.
Además del peligro que representa la pandemia, existen otras enfermedades que son parte del diario vivir de esta región. “Aquí sufrimos mucho de dengue, chincungunya y salmonela. También hay muchas afecciones de la vesícula debido a la mala alimentación.
El pasado 26 de abril fue detectado el primer caso de coronavirus en San Ignacio. Las autoridades locales decretaron “4 días de encapsulamiento” para intentar ubicar a los posibles infectados y detener la propagación. En una rueda de prensa, el alcalde, Roberto Tobusa hizo el anuncio y pidió a todos los pobladores de las comunidades vecinas que no visiten la ciudad porque todo estará cerrado.
Acción de la comunidad
María Eugenia Bringas informó que, para enfrentar la pandemia, se ha formado por parte de la alcaldía un comité de emergencia contra el coronavirus donde participan ONG, asociaciones de ganaderos, instituciones públicas y del Estado, así como la parroquia. Con este comité, afirmó: “Se busca generar un plan de atención a las personas que tienen necesidades económicas. Hay muchos problemas de alimentación, hay mucha gente que no tiene con qué alimentarse porque los trabajos son de índole informal, precarios y diarios. La gente con la cuarentena está sufriendo porque la gente no puede salir a trabajar y no puede conseguir para la alimentación. También, los controles de ingreso al territorio generan dificultades”.
Subrayó que “Como fortaleza, hay que destacar esta unidad de esfuerzo para no duplicar trabajos y aprovechar los recursos para llegar a mayor cantidad de población. La debilidad es que las ayudas llegaron tarde, y esto ha hecho que muchas personas no hayan vivido el aislamiento por la necesidad de supervivencia”.
La Iglesia, es parte del comité, insiste Bringas y colabora desde lo económico y logístico “para brindar acompañamiento humano para las personas que requieren un acompañamiento más cercano, sea económico o espiritual. Por otro lado, está el tratar de hacer llegar por los medios de comunicación las misas y celebraciones, como una manera de seguir sosteniendo el aspecto espiritual y religioso de la comunidad. En la región de Mojos se atiende a los pueblos mojeño ignaciano, mojeño trinitario y movima, los cuales son muy religiosos y de una fe profunda”.
La amenaza de ser trabajador informal: no poder alimentar la familia
La misionera puntualizó que una dificultad para respetar la normativa de contingencia es la situación socioeconómica. “El empleo precario, las personas no pueden acatar la cuarentena, porque viven del trabajo diario, hay que sobrevivir con familias numerosas. Los papás hacen hasta lo imposible para que no falte el alimento en los hogares. Esta es una problemática seria. Se ha desmantelado el sistema sanitario”.
Otro problema que la comunidad enfrenta es el desabastecimiento de productos. Muchos llegan desde la capital del país o desde la ciudad de Trinidad: “Ahora hay cierto desabastecimiento de productos, no ingresan frutas ni verduras. Esto ha hecho que los precios suban. En otro orden de cosas, hay personas que se han aprovechado de esta situación y han entrado al territorio indígena para pescar y cazar y depredar los recursos naturales que están a su alcance. Así se está avasallando el territorio indígena. Hay pronunciamientos y resoluciones haciendo ver esta situación. Creemos que son necesarios más controles de las autoridades para velar por la integridad de las personas y del territorio”, insistió la misionera.
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