Denuncia de Amnesty: miles de niños yazidíes, de esclavos a olvidados
Francesca Sabatinelli – Ciudad del Vaticano
Después de tres años de sufrimientos físicos y mentales, para dos mil niños yazidíes la agonía no ha terminado. Aún hoy, en Iraq, que se define como "Estado pos-islámico", se viven los reflejos de las violaciones, las torturas y las violencias sufridas entre los años 2014 y 2017 por parte de los milicianos que, en aquel período, pusieron el norte del Iraq a tiro y espada, masacrando a la comunidad yazidí, una minoría de habla kurda seguidora de una religión preislámica, derivada en parte del zoroastrismo, y perseguida por el Isis por considerarla herética.
Las pequeñas víctimas son olvidadas o alejadas
Amnesty International, en un informe titulado Legacy of Terror: The Plight of Yezidi Child Survivors of ISIS (“La difícil situación de los niños yazidíes supervivientes de ISIS"), no escatima en detalles y le dice a la comunidad internacional cómo los niños "supervivientes a crímenes atroces, ahora deben enfrentar una herencia de terror". Para estos menores, que aún hoy llevan las heridas físicas y psicológicas infligidas por el Isis, sería esencial que se reintegraran plenamente a sus familias y comunidades pero, en muchos casos, son rechazados. Además, se les niega el apoyo médico, físico y psicológico necesario a causa de los costos demasiado elevados. "Estos niños – denuncia la organización británica – necesitan urgentemente el apoyo de las autoridades nacionales de Iraq y de la comunidad internacional para construir su futuro".
Varones como soldados y niñas vendidas como esclavas
En las 56 páginas se habla de niños alistados como soldados y obligados a luchar para intentar sobrevivir, y de niñas vendidas como esclavas, víctimas de violencia sexual, obligadas a casarse con los combatientes del Estado islámico. Para muchos de ellos el presente está compuesto por enfermedades, discapacidades físicas y problemas de salud mental, incluido el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y la depresión; para las niñas, además, se habla de fístulas traumáticas, cicatrices y dificultad para concebir.
Además, a todos ellos no se les ha proporcionado hasta ahora ningún apoyo psicosocial, sanitario o financiero. Muchos también han intentado suicidarse. Sara Lucaroni, una periodista independiente que ha visitado esa zona del Iraq en varias ocasiones, describe la situación con las siguientes palabras:
Niños nacidos de la violencia y rechazados por la comunidad
Hay cientos de niños nacidos de la violencia de las milicias y para ellos hoy no hay lugar en la comunidad yazidí, rechazados por las autoridades religiosas, dado que el marco jurídico iraquí establece que todo niño, cuyo padre es desconocido o musulmán, es a su vez registrado como musulmán. Añade la periodista Lucaroni:
Por ello, muchos testigos denunciaron que se vieron obligados a abandonar a sus hijos, lo que les causó un grave malestar psicológico. Además de todos estos traumas, se suma la falta absoluta del acceso a la educación, lo que no sólo ha supuesto un gran retraso en sus estudios, sino que, sobre todo hoy en día, dificulta la reinserción en la comunidad, lo que también se complica por el hecho de que los niños hablan árabe en lugar de kurdo.
Testigo de 14 años: fue el terror absoluto
Sara cuenta un testimonio que recogió de un niño de sólo 14 años con un pasado como soldado, con 10 hermanos, el mayor de los cuales desapareció con su padre y una hermana comprada por Isis por 15 mil dólares y recomprada por su madre con dinero prestado de vecinos y amigos. Un niño pequeño, obligado a convertirse en un hombre, que vivía con el miedo cotidiano de morir, sin saber cuándo le llegaría la hora, "en cada momento pensaba que iba a morir – cuenta a la periodista Lucaroni – sobre todo no tenía el valor de decir 'no, yo no hago esto', porque en ese momento había palizas y manifestaciones de violencia sobre otros niños, era el terror absoluto".
Uno de los peores genocidios en la historia de los yazidíes
Era el año 2014 cuando el autodenominado Estado islámico entró en Sinjar, en la Provincia nororiental de Nínive, matando a cientos de hombres y secuestrando a unos 6.500 yazidíes, entre ellos más de 3.500 mujeres y jóvenes que se convirtieron en esclavas sexuales. En tres años, hasta el 2017, el autodenominado Estado islámico ha sido culpable de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y de lo que las Naciones Unidas denominan "genocidio contra la comunidad yazidí en Iraq". "El informe de Amnesty es fundamental – concluye Lucaroni – porque realmente arroja luz sobre lo que es el concepto de 'genocidio'. Los yazidíes dicen: es el 74º de nuestra historia, pero éste es el más terrible porque nunca se ha detenido y estos niños son naturalmente el testimonio de ello".
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