Cumbre EEUU - China: Abiertos al diálogo, pero con retos pendientes
Gabriella Ceraso y Giancarlo La Vella – Ciudad del Vaticano
Un saludo informal, una mano levantada y la expresión "viejo amigo, me alegro de volver a verte" dirigida por Xi Jinping a Joe Biden rompió con el protocolo y se hizo inmediatamente viral en las redes sociales, a lo que siguieron las conversaciones, solicitadas por Washington con altos cargos de ambas partes, de las que aún no ha trascendido nada. Ninguna declaración conjunta, ningún anuncio importante, pero un intercambio sustancial definido por Pekín como "constructivo". Hay una línea común en las intenciones y es la del respeto y la convivencia pacífica en un diálogo que pretende continuar.
"Me parece que nuestra responsabilidad como líderes de China y Estados Unidos es garantizar que la competencia entre nuestros países no se desvíe hacia el conflicto, intencionado o no", dijo Joe Biden a Xi Jinping al inicio de su reunión virtual. "Sólo una competencia sencilla y directa" en un momento en el que las naciones de ambos países atraviesan períodos no simples y también a la luz de las discusiones y enfrentamientos anteriores, especialmente sobre la cuestión de los uigures en el noroeste de China, la supresión de las protestas democráticas en Hong Kong y las amenazas militares en Taiwán. Xi Jinping se hizo eco del tono cordial de Biden en sus observaciones de apertura, afirmando que China y Estados Unidos deben aumentar "la comunicación y la cooperación".
La cuestión de Taiwán
Tonos diferentes con respecto al pasado, pero los temas críticos siguen sobre la mesa: Xi pide a su homólogo más liderazgo político para volver a la confrontación racional; la competencia sin conflicto ni prácticas inicuas, más bien la cooperación mutuamente beneficiosa es el frente en el que Biden presiona, prometiendo defender los valores de Estados Unidos y los de sus aliados, y expresando su preocupación por los derechos humanos en Tíbet, Hong Kong y Xinjiang, según la Casa Blanca. Taiwán sale a relucir como una herida abierta entre ambos. EEUU exige que las posiciones no cambien: ninguna acción unilateral para cambiar el statu quo o socavar la paz y la estabilidad, y Xi dice que está dispuesto a tomar medidas decisivas si el movimiento independentista cruza la línea roja. Esto es jugar con fuego, dijo.
Ambos hablaron también de los principales retos regionales, entre ellos Corea del Norte, Afganistán e Irán, e identificaron la lucha contra el cambio climático y en el ámbito de la energía como las dos áreas en las que iniciar una fructífera cooperación e intentar abrir una nueva era en las relaciones bilaterales.
Una conversación para mirar al futuro del mundo
"Es importante que los líderes de las dos grandes potencias hayan hablado entre sí" – afirma Francesco Sisci, experto en asuntos internacionales, en la entrevista concedida a Radio Vaticano - Vatican News – para poner en marcha medidas de seguridad, frenos que impidan la degeneración de las tensiones que en los últimos dos años han hecho que corra el riesgo de deteriorar peligrosamente las relaciones entre las dos grandes potencias.
En la entrevista Francesco Sisci afirma que Estados Unidos y China tienen que discutir muchos temas: la pandemia en curso, pero también el rearme nuclear, la protección del clima, la economía y el comercio. Según Sisci, Washington y Pekín han tomado caminos diferentes respecto a la pandemia. Otra cuestión es la carrera por el armamento no convencional, en la que, señala, aumentan las inversiones, y no sólo por parte de Estados Unidos y China. Por lo tanto, en este tema es importante que haya un control mutuo, ya que es un tema muy candente.
En cuanto al reto climático, dice Sisci, se comparten los objetivos, pero es en el reparto de las tecnologías de protección del medio ambiente donde hay fricciones porque Occidente es incapaz de poner en común los conocimientos actuales.
Por último, un tema intrincado es el de la economía y el comercio. China es ahora la primera potencia mundial, recuerda Sisci, y según EEUU aún no puede exigir las exenciones que pidió cuando Pekín entró en la Organización Mundial del Comercio hace 20 años y era efectivamente una economía en desarrollo. Estados Unidos también exige reciprocidad a la República Popular en materia de libertad de empresa, de la que aún carece.
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