El suelo, un regalo al que con demasiada frecuencia no le damos importancia
Francesca d'Amato- Ciudad del Vaticano
El Día Mundial del Suelo fue concebido en el 68º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrado en Nueva York el 20 de diciembre de 2013. Creada el 5 de diciembre, su objetivo es fomentar una mayor conciencia medioambiental para aprovechar al máximo los recursos de la Tierra sin dañarlos.
De hecho, el cambio climático está produciendo consecuencias cada vez más imprevisibles, acelerando la sucesión de eventos climáticos agresivos. Conocer el terreno, por tanto, se convierte en algo esencial para prevenir daños que puedan comprometer la salud del suelo. Todo el ecosistema terrestre se nutre de los recursos del suelo, que a su vez necesita un suministro equilibrado de nutrientes para mantenerse: este es el tema clave del Día Mundial del Suelo 2022. Si los suelos no se gestionan de forma sostenible, su fertilidad y las plantas se vuelven deficientes en nutrientes, con graves consecuencias para la salud.
Alteración hidrogeológica
El riesgo hidrogeológico depende de los fenómenos relacionados con la naturaleza del terreno, pero también de las actividades humanas que implican su modificación, como la deforestación, la cementación y la construcción ilegal. El 68,9% de los municipios italianos se encuentran en situación de alto riesgo hidrogeológico. Desprendimientos, inundaciones, avalanchas y hundimientos provocan consecuencias irreparables en el territorio y la muerte de muchas, demasiadas personas. Las causas son el cambio climático y la falta de prevención contra este tipo de eventos. La inestabilidad hidrogeológica podría controlarse o eliminarse fácilmente, pero a menudo el terreno no está adecuadamente asegurado. "Durante 60 años siempre hemos entendido el suelo como un cajero automático, utilizable sin límite", dice Giuseppe Milano, secretario de Greenaccord. "En cambio", continúa, "es un recurso natural y no renovable debido a sus largos tiempos de formación.
Según Silvio Seno, Presidente de la Federación Italiana de Ciencias de la Tierra, desde la posguerra hasta la actualidad, "en Italia se ha gastado una media de 5.000 millones de euros al año en daños materiales causados por fenómenos naturales, de los cuales aproximadamente una cuarta parte es directamente atribuible a la inestabilidad hidrogeológica. Todo ello sin tener en cuenta la pérdida de vidas humanas".
La tragedia de Ischia
El derrumbamiento de tierras que afectó a la localidad de Casamicciola, en la isla de Ischia, el sábado 26 de noviembre, causó 12 muertos y cinco heridos. Ischia es una isla volcánica, lo que conlleva un alto riesgo de peligro básico. Además, el 49% de su territorio está clasificado como de muy alta peligrosidad por desprendimientos. En 2009, la isla sufrió otra inundación muy similar a la de este año, aunque de menor intensidad y violencia, pero no se aplicaron después las medidas de prevención necesarias. Según el ministro de Transición Ecológica, Gilberto Pichetto Fratin, en el municipio de Casamicciola se asignaron algo más de 3 millones de euros hace 12 años por parte del Ministerio de Medio Ambiente, pero las intervenciones siguen en fase de planificación, además de los dos millones y medio, nunca gastados, asignados en 2021 por el Viminale para la mitigación del riesgo hidrogeológico. "Uno de los grandes ausentes en el debate público es la cultura de la ordenación del territorio: no debe sorprendernos que tengamos planes reguladores de hace décadas", afirma Giuseppe Milano en la entrevista con Radio Vaticano. Esta fragilidad institucional contribuye", subraya, "a la fragilidad medioambiental".
La importancia de la prevención
Sensibilizar a las generaciones más jóvenes, en las escuelas y a través de asociaciones especializadas, puede ayudar a prevenir tragedias y a preservar el don del suelo, que a menudo damos por sentado. Sigue siendo fundamental la difusión de información y, sobre todo, la concienciación de que el suelo es esencial y sustancial para nuestra existencia y que, como afirma Milán, "sin suelo no podemos vivir". "El Papa Francisco", concluye el secretario de Greenaccord, "en la encíclica Laudato si', incluso antes que del agua y del aire, habla del suelo, de la madre tierra. El suelo y la tierra son aliados para contrarrestar la aceleración del cambio climático, y de ello se habló también en la reciente Cop27 celebrada en Egipto", reiterando una vez más cómo la prevención tiene unos costes decididamente inferiores a los de las intervenciones necesarias tras una tragedia natural.
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