Abás: "Esta tierra no merece muros sino puentes para construir"
Roberto Cetera - L'Osservatore Romano
Han pasado 30 años desde la firma de los históricos acuerdos de Oslo. Una época que vio encenderse la esperanza de la paz en la tierra de Jesús. Treinta años en los cuales han cambiado muchas cosas en esa tierra. Ha cambiado la política, sus protagonistas, los escenarios internacionales, pero también las sociedades israelí y palestina. Las expectativas suscitadas por esa época han quedado decepcionadas: después de treinta años la paz aparece aún lejana y el diálogo entre las partes parece estancado. Han pasado más de 9 años desde la iniciativa del Papa Francisco de llamar en los Jardines del Vaticano los presidentes Shimon Peres y Mahmūd Abbās (Abū Māzen) para plantar un olivo. En lo poco que puede un periódico, nosotros quisiéramos suscitar la renovación de un diálogo, quisiéramos volver a regar ese olivo querido por el Papa Francisco para que vuelva a crecer Lo hacemos, hoy y en los próximos días, recorriendo esa época de esperanza y dando la palabra a los custodios de ese árbol. Empezamos con el presidente del Estado de Palestina.
A lo largo del camino que desde Jerusalén conduce a Ramallah la oscuridad ha caído hace tiempo y los caminos están iluminados por las luces que aquí se encienden durante el Ramadán. Aquí la noche es ya mansa y a las orillas de las calles grupos de familias se han reunido para el iftar, la cena que sigue al largo ayuno cotidiano. El blanco brillante de los edificios de la muqata, la residencia del presidente, se destaca en la oscuridad de una noche sin luna. El encuentro con el presidente Abbas tiene lugar por la noche; no inusual en este lugar. Después de varios controles de seguridad accedemos a una sala de espera que está decorada por un gran poster fotográfico en el cual están representadas, como si fueran verdaderamente contiguas, la cúpula dorada de la Roca y las dos cúpulas grises de la Basílica del Santo Sepulcro. «Nos importa presentarlas juntas», nos dice Majdi Khaldi, consejero diplomático del presidente, porque juntas representan la adhesión de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) al pluralismo religioso que caracteriza al pueblo palestino. Con cierta solemnidad ceremonial somos conducidos a la sala del presidente Abbās. Su apretón de manos es vigoroso, se ve bastante más joven que su edad. «Usted vino aquí para hacerme preguntas. Pero la primera pregunta quiero hacérsela yo a usted: ¿cómo está mi amigo el Papa Francisco?». Y durante el transcurso de la entrevista la figura del Papa Francisco resurgirá varias veces. No hay astucia política ni diplomática: cada vez que habla del Papa, al presidente se le ilumina la cara, está claro que lo admira, que lo quiere.
Señor presidente, usted es el único musulmán (quizá también el único entre los cristianos) que participa cada año en tres misas para celebrar la Navidad. Con los latinos, los ortodoxos y los armenios. ¿Cómo describiría su relación con la comunidad cristiana en Palestina en los últimos años?
La religión cristiana en Palestina es tan auténtica como la religión islámica. Lo que distingue al cristianismo en Palestina es que Jesús es hijo de esta tierra, nació aquí, en la ciudad de Belén, en un humilde pesebre, sobre el cual después surgió la Basílica de la Natividad, que nosotros visitamos para felicitar a las diversas confesiones cristianas, ortodoxa, católica y armenia, tres veces con ocasión del Nacimiento de Jesús. Como ANP estamos muy unidos a estos lugares de culto queridos tanto por los cristianos locales como por los muchos peregrinos que vienen de todo el mundo. Por esto no hemos dudado en iniciar en los últimos años las importantes restauraciones de las Basílicas de la Natividad en Belén y del Santo Sepulcro en Jerusalén, en acuerdo con las tres confesiones cristianas adherentes al Status Quo. Celebramos las fiestas cristianas con todo nuestro pueblo palestino, cristianos y musulmanes, y consideramos todas las fiestas religiosas cristianas como fiestas nacionales palestinas. Somos conscientes de que la tierra de Palestina es la tierra de la santidad, en la que el cristianismo tuvo origen y se difundió en el mundo.
Presidente, han pasado treinta años desde los Acuerdos de Oslo y desde entonces el proceso de paz no ha hecho progresos. Mientras tanto, sin embargo, se han producido muchos cambios en los hechos. Por ejemplo, en la composición de la población de esa Área C, cuya definición en esos acuerdos se pospuso para el futuro. Yo le pregunto: ¿cómo se puede imaginar hoy un estado palestino si falta la contigüidad territorial? ¿Y cree que la solución de "dos Estados para dos pueblos" sigue siendo viable hoy en día?
La causa palestina ha atravesado muchas fases, la más grave de ellas fue cuando las fuerzas israelíes cometieron la que todavía hoy es recordada como la mayor tragedia sufrida por el pueblo palestino, la Nakba del 1948. Más de la mitad del pueblo palestino fue expulsado de la propia tierra, y fueron cometidas 51 masacres, y demolidos 529 pueblos: es la mayor catástrofe de nuestra historia y todavía hoy 6 millones de palestinos, tanto musulmanes como cristianos, viven en campos de refugiados. Este año se cumple el 75º aniversario de la Nakba, así como el 54º aniversario de la ocupación del resto de la tierra palestina en Cisjordania, incluidas Jerusalén Este y la Franja de Gaza en 1967. A pesar de la adopción de numerosas resoluciones del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas, de la Asamblea general de las Naciones Unidas y del Consejo de los derechos humanos, ninguna de ellas a día de hoy se ha implementado.
No obstante la disponibilidad por parte palestina a muchas iniciativas de paz y la firma de acuerdos, como precisamente los Acuerdos de Oslo en 1993, la iniciativa de paz árabe en 2002, la hoja de ruta para Oriente Medio en 2003 y muchas otras propuestas, los sucesivos gobiernos israelíes no han respondido nunca a ninguna de estas iniciativas y tampoco han respetado los acuerdos tomados. Por el contrario, se han implementado prácticas coloniales que violan el derecho internacional y la Cuarta Convención de Ginebra, como la construcción de asentamientos ilegales, la anexión de tierras, la demolición de viviendas, la expulsión de palestinos de sus tierras, la violación de lugares santos islámicos y cristianos. Todo esto ha contribuido a socavar la posibilidad de la solución de dos Estados y ha permitido que se cometan crímenes de discriminación étnica al estilo del apartheid.
Lamentablemente debo constatar que en vez de contestar a Israel por su agresión contra el pueblo palestino, obligándolo a respetar los acuerdos firmados sobre los fundamentos del derecho internacional, muchos países siguen callando sobre las responsabilidades de Israel, expresando solo una genérica y superficial cercanía a los legítimos derechos de los palestinos. A pesar de ello, sin embargo, el Estado de Palestina, goza de un respetable reconocimiento internacional, ha sido observador en la Asamblea General de las Naciones Unidas y ha sido miembro de pleno derecho en más de cien organismos y tratados internacionales, firmando acuerdos y respondiendo a todas las iniciativas de la comunidad internacional. En este momento, le corresponde a la comunidad internacional la responsabilidad de parar a Israel, obligándolo a implementar las decisiones de legitimidad internacional y respetar los acuerdos firmados, poniendo fin a la ocupación israelí de la tierra del Estado de Palestina con su capital, Jerusalén Este, y volviendo a las fronteras de 1967. En la realidad actual, es decir la del Estado único, quien domina es sin embargo el sistema del apartheid, que es contrario al derecho internacional.
Nuestro pueblo, que ha alcanzado los 15 millones de palestinos dispersos por el mundo y en el Estado de Palestina, merece vivir en seguridad, paz y buena vecindad con todos los estados de esta área geográfica.
¿Y respecto a Gaza? ¿Quizá dos pueblos en tres países?
La Franja de Gaza es una parte esencial e importante del estado palestino independiente y del proyecto nacional palestino: una voluntad firme es esencial para contrarrestar todas las tramas y proyectos de destrucción a los que se ha visto expuesta la causa palestina. La Franja de Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén Este, son todas tierras palestinas ocupadas desde 1967, y según las Resoluciones de legitimidad internacional constituyen la tierra del Estado de Palestina. Lo que el movimiento Hamas ha realizado contra la legitimidad palestina no es aceptado por el pueblo palestino: el único representante legítimo de nuestro pueblo es la Organización para la liberación de Palestina, con sus instituciones legítimas elegidas por nuestro pueblo, incluido el Consejo nacional, que es el parlamento del pueblo palestino, y el comité ejecutivo de la organización presidida por el presidente del Estado de Palestina. Estamos tratando, con todos nuestros esfuerzos, de reafirmar la cohesión nacional y dirigir nuestras acciones para afrontar la principal amenaza para nuestro pueblo y nuestra causa, que es la ocupación israelí y la necesidad de liberarse de ella.
Presidente, usted es conocido como un hombre de paz. Sobre todo entre los jóvenes palestinos, que han nacido y crecido sin conocer la libertad, ha crecido a lo largo de los años un sentido de frustración, que muchas veces se transforma en violencia como también sucedió en los últimos días. ¿Qué quiere decir a los jóvenes al respecto?
Nosotros somos contrarios a la violencia, especialmente si se dirige hacia los civiles indefensos. Más bien, la juventud palestina es el pilar fundamental de nuestro proyecto para la construcción de nuestras instituciones nacionales palestinas. Hemos trabajado en los últimos años para contar sobre instituciones estatales basadas en el estado de derecho, dando poder a las mujeres y a los jóvenes, difundiendo una cultura de la paz, usando el diálogo, los método diplomáticos y políticos y la pacífica resistencia popular. Y digo a los jóvenes de Palestina orgullosos de su tierra, que cualquiera que sean las dificultades y los desafíos que nuestra causa nacional debe afrontar, debemos permanecer en nuestra tierra y en la tierra de nuestros antepasados, porque los cambios actuales, tanto en nuestra región como en el mundo, indican claramente que el final de la ocupación israelí es inevitable, y no está lejos. Nosotros queremos la paz. La paz que será alcanzada es para nosotros una elección estratégica de acuerdo con las resoluciones de legitimidad internacional, para poder finalmente vivir independientes en un estado soberano con Jerusalén Este como capital, un estado basado en los fundamentos del derecho internacional, de la libertad, de la igualdad y de la justicia.
Exhortamos a los jóvenes y a las generaciones futuras a preservar la herencia original de Palestina y a completar el recorrido que hemos iniciado por la libertad, la dignidad, la justicia y la independencia. Les exhortamos a estudiar y a utilizar las tecnologías más avanzadas en la industria, en la agricultura, en los servicios sanitarios, en la educación y en la construcción de ciudades sostenibles. Somos un pueblo que merece ser amado, vivir dignamente en el propio suelo nacional, como es justo y vital para todos los pueblos del mundo.
Han pasado nueve años desde que aceptó la invitación del Papa Francisco al Vaticano, donde usted, junto con el presidente Shimon Peres, plantó un olivo en los Jardines del Vaticano. Este árbol crece lentamente, aunque el Papa Francisco se asegura de regarlo cada día con una oración por la paz. ¿Cómo es posible relanzar de forma realista el proceso de paz?
La paz y la estabilidad son un petición fundamental y constante en nuestra política palestina, que con tenacidad tratamos de alcanzar a través de la implementación de las resoluciones de legitimidad internacional, la iniciativa de paz árabe y la convocación de una conferencia internacional de paz bajo el amparo de las Naciones Unidas. Al mismo tiempo, respondemos a todas las iniciativas internacionales para respetar los acuerdos firmados y parar las acciones unilaterales que violan la legitimidad internacional, en preparación con el inicio de un proceso político que ponga fin a la ocupación israelí de la tierra del Estado de Palestina con su capital, Jerusalén Este, en las fronteras de 1967. Estoy de acuerdo con usted que el olivo que plantamos junto con su Santidad el Papa, pronto deba dar sus frutos, y espero que su Santidad el Papa Francisco siga rezando por la paz, y le exhortamos a continuar el camino que inició para llevar adelante el camino de paz y de justicia en Tierra Santa. Y no olvidamos la posición del Vaticano en el reconocer el Estado de Palestina en las fronteras del 4 de junio de 1967, y en la voluntad de abrir la embajada del Estado de Palestina ante la Santa Sede. Aprecié mucho la respuesta positiva de su Santidad el Papa a nuestra iniciativa de reconstruir puentes con Al-Azhar Al-Sharif, que culminó en el encuentro fraterno entre su Santidad y el venerando gran jeque de Al-Azhar Ahmed Al-Tayeb y la firma del documento sobre la “Fraternidad Humana”.
La paz, a diferencia de la guerra, no conoce vencedores y vencidos. La paz siempre es el fruto de acuerdos. En Oslo podemos decir que la paz venció sin que nadie perdiera. ¿Cuáles son las soluciones de acuerdos que pueden presentar hoy en la mesa de negociaciones para volver a esos acuerdos y hacer progresos en esta dirección?
Creo que ya le he dado indicaciones en las respuestas precedentes sobre las bases y los medios para alcanzar la paz. El gran problema hoy es la ausencia de un socio en Israel que crea verdaderamente en la paz en la base de la solución de los dos Estados según el derecho internacional. Al contrario, parecen prevalecer en Israel líderes y ministros extremistas que incitan al odio contra nosotros; se alienta a los colonos a cometer crímenes terroristas contra el pueblo palestino, como sucedió recientemente en la ciudad de Hawara y otros sitios y ciudades. En definitiva, el problema es que ahora mismo no veo interlocutores fiables del otro lado.
Han pasado muchos años desde las últimas elecciones en Palestina. ¿Qué impide convocar nuevas elecciones?
Quien está impidiendo organizar las elecciones generales en Palestina son las autoridades de ocupación israelíes. Controlan todos los detalles de nuestra vida, y han impedido que se pudieran realizar en el 2021 porque fue negada la posibilidad de votar en Jerusalén Este, según los acuerdos, como también se hizo en los años pasados. Lamentablemente, nuestros esfuerzos hasta ahora no han tenido éxito con la administración estadounidense y con la Unión europea para recibir ayuda para consentir la organización de las elecciones en Jerusalén, junto al resto de la tierra palestina, en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Le puedo garantizar que nosotros estamos preparados para organizar inmediatamente estas elecciones si se consiente que se realicen también en Jerusalén Este.
Presidente, han pasado tres años desde del primero de los llamados Acuerdos de Abrahám. ¿Qué ha cambiado para ustedes en estos tres años?
Lograr la paz, la seguridad y la estabilidad en la región requiere el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a la libertad y la independencia y, por supuesto, el fin de la ocupación israelí... La implementación de la iniciativa de paz árabe, como ya se ha afirmado, es la forma adecuada para alcanzar este objetivo.
¿Cómo mira la opinión pública palestina a la guerra en Ucrania, y usted qué piensa?
Somos un pueblo bajo ocupación, llevamos 75 años viviendo una vida de refugiados y hasta ahora nuestro pueblo no ha sido indemnizado. La ocupación israelí de nuestra tierra no ha terminado, los acuerdos internacionales no se han implementado, pero seguimos escuchando muchas valoraciones erróneas sobre nuestra situación. Puedo responderle con absoluta certeza que estamos por el fin de todas las guerras y el logro de la paz en todas las partes del mundo, para que todos los pueblos puedan gozar de seguridad, libertad y prosperidad.
Los patriarcas y los jefes de las Iglesias de Jerusalén denuncian los repetidos ataques a iglesias, cementerios y clero cristiano. Presidente, ¿considera que la comunidad internacional muestra suficiente sensibilidad ante las amenazas y los peligros que se ciernen sobre la presencia cristiana en Tierra Santa?
Es esencial recordar que, durante la visita y la peregrinación de su Santidad a Belén, el Papa Francisco se quedó en un atónito y elocuente silencio a la vista de esa estridente humillación representada por el muro de separación, y puso la mano en ese muro pidiendo al Omnipotente que derrumbe las barreras, porque esta tierra merece no muros sino puentes para construir. La presencia cristiana está en peligro y tememos que Tierra Santa pierda sus buenos hijos cristianos, que aquí son la sal de la tierra. En este contexto, pedimos a las iglesias y a las capitales del mundo que tomen partido para apoyar al pueblo palestino para preservar los lugares santos tanto de la fe cristiana como de la islámica.
Los consejeros del presidente hacen una señal para indicar que el tiempo se ha acabado, otros compromisos le esperan. Pero él, más que nosotros, quisiera seguir hablando. Enciende un cigarro y bebe un café con sabor a cardamomo, recordando todas las ocasiones en la que ha visto al Papa Francisco, y después de sus tres hijos y nueve nietos, que, lamenta, ve demasiado poco.
El coche que nos lleva de regreso a Jerusalén resbala veloz en la oscuridad a lo largo de las calles ya desiertas. Llega un mensaje al teléfono de quien nos acompaña. «Me he olvidado de decir algo importante. ¿Podéis felicitar la Pascua a mi amigo Francisco?».
Ha colaborado el padre Ibrahim Faltas, o.f.m., vicario de la Custodia de Tierra Santa
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