Myanmar: masacre de migrantes rohinyá en un naufragio
Beatrice D'Ascenzi - Ciudad del Vaticano
El balance de víctimas del naufragio frente a las costas de Myanmar es de 17 muertos y un número indeterminado de desaparecidos. Al menos 58 personas de la etnia rohinyá, grupo étnico de religión musulmana que sufre persecución y violencia en Myanmar desde hace años, viajaban en la embarcación con destino a Malasia, que partió el domingo de Sittwe, capital del estado de Rakhine, en la antigua Birmania. Por esta misma razón, más de 700.000 personas han abandonado el país desde 2017 para buscar refugio en la vecina Bangladesh.
La realidad de los rohingya
En Myanmar sigue habiendo unos 600.000 rohinyá en el estado de Rakhine, de mayoría budista, que, según Amnesty International, sufren una auténtica "discriminación racial". Aunque representaban un tercio de la población antes de la masacre de 2017, dentro de la región se les considera migrantes procedentes de Bangladesh, por lo que se les niega la ciudadanía y la libertad de movimiento. Una condición que lleva a esta etnia a intentar arriesgados viajes en embarcaciones improvisadas hacia Estados de mayoría musulmana como Malasia e Indonesia. Según datos de la agencia de la ONU para los refugiados, sólo en 2022, más de 3.500 rohinyá intentaron cruzar el mar de Andamán y el golfo de Bengala. De ellos, al menos 348 murieron o desaparecieron en el mar el año pasado. Una trágica realidad para la que la agencia de la ONU ha pedido una respuesta regional para evitar nuevas masacres.
Palabras del Papa
El Papa ha recordado en repetidas ocasiones el sufrimiento de esta minoría. Ya en 2017, durante su viaje a Bangladés, Francisco pidió perdón a los rohinyá en nombre del mundo por su tragedia, pronunciando un breve discurso al final de un encuentro interreligioso en el que estaba presente un grupo de 16 personas de la etnia expulsada de Myanmar. Fue en Bangladesh, en la capital Daca, donde el Papa abordó la magnitud de lo que llamó su "tragedia", refiriéndose a este pueblo sin derechos como "hermanos y hermanas, imagen del Dios vivo". A lo largo de los años, Francisco no ha dejado de hacer llamamientos en favor de esta minoría. Esta cercanía se renovó también en la bendición Urbi et Orbi del pasado mes de abril, cuando rezó para que Myanmar "camine por senderos de paz y los torturados rohinyá encuentren justicia".
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