Paul Alexander, fallecido el 11 de marzo de 2024 a los 78 años de edad, tras 72 años viviendo en un pulmón de acero. Paul Alexander, fallecido el 11 de marzo de 2024 a los 78 años de edad, tras 72 años viviendo en un pulmón de acero. 

Un corazón ama también en un pulmón de acero

Conmoción por el fallecimiento de Paul Alexander a los 78 años, 72 de los cuales los vivió conectado a un respirador artificial tras contraer la poliomielitis a los 5 años. Sus ganas de vivir y su capacidad tenaz y creativa para mostrar el valor de la persona humana, incluso en situaciones extremas de salud, son un legado que va mucho más allá de su muerte.

Alessandro Gisotti

La vida puede ser más o menos fácil. Puede pasar por pruebas terribles. Puede herirte e incluso aplastarte con su peso. Pero siempre tendrá un sentido. Y ese sentido es entregarse a los demás. La vida de Paul Alexander -fallecido a principios de esta semana en Dallas a los 78 años, 72 de los cuales los pasó en un pulmón de acero- dio testimonio precisamente de eso: por estrecho que sea el espacio que te deje la vida, siempre habrá suficiente para amar. A los cinco años, Paul contrae la polio. Es el año 1952. La vacuna contra la polio se descubrirá tres años más tarde. A los pocos días, su cuerpo se endurece hasta la inmovilidad total de cuello para abajo. Los médicos comunican a sus padres que sólo le quedan unos meses de vida y lo "encierran" en un pulmón de acero que le permite respirar. Sorprendentemente, el niño no muere y, con gran obstinación, consigue aprender a tomar aire a pesar de la atrofia de sus músculos. Esto le permite, con el paso de los años, vivir algunas horas del día fuera del cilindro de acero que lo mantiene con vida. Son horas que Paul aprovecha de forma asombrosa: se diploma, se licencia y supera las pruebas para convertirse en abogado. También publica una autobiografía. Tarda ocho años, porque la única forma de escribir es utilizar un bolígrafo que sostiene en la boca y que mueve pacientemente sobre las hojas de un pequeño cuaderno.

Paul Alexander está motivado por una profunda fe en Jesucristo, que le transmitieron sus padres, cristianos pentecostales. En la apertura del pulmón de acero quiso que se colocara una cruz con la inscripción Porque tanto amó Dios al mundo (Juan 3:16). En una entrevista concedida al canal de YouTube Special books for Special Kids -vista por más de tres millones de personas- subraya hasta qué punto este amor ha marcado su existencia. "Viví toda mi vida con mis padres, ellos me hablaban del amor de Dios. Éstas, observa, podrían ser sólo palabras bonitas, pero cuando recibes este mismo amor es realmente una experiencia extraordinaria". Ese amor que recibió no se lo guarda celosamente para sí, sino que lo dona generosamente. Sus amigos cercanos lo describen como una persona jovial a la que le encantaba reír. "Su energía era tan alegre y vibrante -recuerda uno de ellos- que se volvía contagiosa". Un hombre, pues, que -por paradójico que pueda parecer dadas sus circunstancias- amaba la vida y sabía disfrutarla al máximo. Con los años, Paul se dio cuenta de que su testimonio podía ayudar a muchas personas que sufrían enfermedades y discapacidades. Se convirtió en un defensor de los derechos de los discapacitados, se dejó entrevistar para contar su historia y demostrar que, aunque incapaz de hacer muchas cosas, todo ser humano tiene un valor único y un potencial infinito.

También es un comunicador excepcional, lo que demuestra que -incluso en la era de las redes sociales- no es necesario apuntar todo a la imagen si se tiene un buen contenido que compartir. Su canal TikTok Conversations with Paul tiene más de 400.000 seguidores y cada uno de sus vídeos es comentado por muchas personas -a menudo enfermos- que le agradecen el impulso de confianza que les ha dado. En uno de ellos responde a la pregunta "¿Cómo puedes ser tan positivo?". "Ser positivo -responde- para mí es una forma de vida. Creo que si la gente es positiva no dejará que las dificultades de la vida la derriben. He visto sufrir a mucha gente en mi vida y he aprendido que no hay que dejar que se derrumben, sino aportar algo para ayudarlos. Si una chica viene a verme, le digo: 'Estás estupenda', y ella sonríe. Esa sonrisa me hace feliz".

La vida de Paul Alexander, por tanto, dio esperanza a quienes lo conocieron de diversas maneras y lo hará durante mucho tiempo porque esa vida, tan sacrificada, tuvo sentido. "La esperanza -dijo Vaclav Havel en palabras que bien podrían describir la parábola existencial del hombre que vivió en un pulmón de acero- no es optimismo. La esperanza no es la convicción de que lo que estamos haciendo tendrá éxito. La esperanza es la certeza de que lo que estamos haciendo tiene sentido".

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18 marzo 2024, 10:14