Semana del Desarme: Urge más que nunca la necesidad de controlar las armas
Francesca Merlo – Ciudad del Vaticano
Con motivo de la Semana del Desarme de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los esfuerzos globales para promover el control de las armas están en el foco de atención, mientras la Iglesia se esfuerza por reducir la proliferación de las armas que alimentan el conflicto e instigan a la violencia.
La semana, que se celebra anualmente entre el 24 y 30 de octubre, anima a las naciones a centrarse en iniciativas de desarme y reducción de armamentos, un objetivo que resulta crucial mientras los conflictos continúan afligiendo a todo el mundo.
La ONU escribe que “las medidas de desarme se persiguen por muchas razones, incluyendo el mantenimiento de la paz y seguridad internacional, la defensa de los principios de humanidad, la protección de los civiles, la promoción del desarrollo sostenible, el fomento de la confianza entre los Estados, y prevenir y poner fin al conflicto armado”.
En este contexto, James Denselow, jefe del equipo de Política y Defensa Global de HALO Trust, conversó con Vatican News acerca del estado de los esfuerzos de desarme a nivel global y el rol de su organización en esta labor vital.
The HALO Trust, una organización líder en la retirada de minas terrestre, opera en más de 30 países y territorios, trabaja para remover los restos de guerra que continúan amenazando la vida de los civiles mucho después del cese de las hostilidades.
Denselow indicó que, mientras la Semana del Desarme de la ONU es un momento importante en el calendario, llega durante un tiempo particularmente desafiante para el desarme.
“Estamos asistiendo a un número récord de conflictos alrededor del mundo desde la Segunda Guerra Mundial, con más de 238 mil vidas perdidas sólo el año pasado”, comentó. Con más de 90 países involucrados en conflictos externos, explicó, la necesidad de un control de armas nunca ha sido más urgente.
Un desafío global
Una de los éxitos clave de los esfuerzos mundiales de desarme, señaló Denselow, es el Tratado de Ottawa, o la Convención sobre la prohibición de minas antipersonales, la cual conmemora su 25º aniversario este año.
“La Convención de Ottawa ha sido grandemente exitosa”, expresó, dado que 164 países han firmado la prohibición de las minas terrestres. A pesar de esto, Denselow reconoció que es poco probable que se logre el objetivo de un mundo libre de minas para el 2025, particularmente con conflictos como los de Ucrania, Myanmar y Eritrea, en los cuales se siguen utilizando armas devastadoras a gran escala.
“Las minas terrestres son un arma indiscriminada”, enfatizó Denselow, “que causan un daño desproporcionado a los civiles, especialmente a los niños”.
Hay países, como Mozambique, que se han declarado libres de minas gracias a la cooperación internacional y, aunque esto hay que celebrarlo, el reto global continúa siendo considerable y complejo.
Los países que continúan luchando continúan enfrentándose tanto al peligro inmediato para los civiles como a las consecuencias económicas a largo plazo, dado que vastas áreas de cultivo e infraestructura quedan inutilizables.
Consecuencias a largo plazo
Las consecuencias de las minas terrestres y otros restos de la guerra son duraderas. Denselow remarcó que el trabajo de HALO no se trata sólo de limpiar terrenos para garantizar la seguridad inmediata, sino que también consiste en posibilitar la recuperación y el desarrollo tras los conflictos.
Él citó un estudio reciente, en el cual se demuestra que “el desminado humanitario contribuye a 11 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, en tanto la presencia de artefactos explosivos sin detonar, dificultan la construcción de hospitales, escuelas e infraestructura esencial.
En zonas como Camboya, donde HALO continúa operando, la retirada de minas es esencial para liberar el potencial económico del turismo y la agricultura.
Entre el 25 y 29 de noviembre de llevará a cabo en Camboya una conferencia para conmemorar el 25º aniversario del Tratado de Ottawa. La Cumbre Siem Reap-Angkor por un mundo libre de minas reafirmará el compromiso internacional con la retirada de minas, especialmente en el contexto del uso renovado de las minas terrestres en los conflictos actuales.
“Este no es un asunto de ayer”, resaltó Denselow. “Las minas terrestres continuarán siendo una problemática durante décadas y necesitamos el compromiso continuo de todos los sectores, para lograr un mundo libre de minas, como hemos visto en algunos países en los últimos 25 años”.
El papel de la fe y la sociedad civil
Denselow también destacó la importancia del papel que juega la sociedad civil, incluyendo las comunidades religiosas, en el avance de la agenda de desarme. “La fortaleza del Tratado de Ottawa yace en la amplia coalición que le apoya, desde los Estados, hasta los líderes religiosos” afirmó.
Él reconoció la influencia del Papa Francisco, quien ha llamado constantemente al desarme global, de forma particular en relación a las armas nucleares. La defensa vocal del Papa y la presencia de la Iglesia a nivel popular, pueden ser poderosas para fomentar la construcción de la paz y un mundo libre de minas a largo plazo.
Justo ayer, miércoles 23 de octubre, el Papa Francisco se dirigió a los fieles en la Plaza de San Pedro y denunció el comercio mundial de armas, describiéndolo como una industria que genera más beneficios. Imagínense, dijo, “lucrarse con la muerte”.
A lo largo de las décadas, el Santo Padre ha promocionado, de forma constante, el desarme como un paso crucial hacia el logro de una paz duradera. Sus mensajes se alinean con la visión de la Iglesia de un mundo donde la paz se construye sobre la justicia, el diálogo y el cuidado del bien común, en vez del miedo o el dominio militar.
Desde la reflexión del Papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial hasta la defensa moderna del Papa Francisco, el pontificado ha sido una voz constante a favor del desarme y la responsabilidad ética de proteger la vida y la dignidad.
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