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El amor nunca puede convertirse en posesión, control o violencia

La fundadora de la Comunidad "Nuovi Orizzonti" pide un compromiso colectivo para educar a hombres y mujeres en «el respeto mutuo, la igualdad, la belleza de unas relaciones libres de la lógica de la dominación». También llama a la vigilancia contra las formas más insidiosas de violencia: la mercantilización del cuerpo femenino, la esclavitud de la prostitución, la difusión de mensajes mediáticos que banalizan o normalizan los comportamientos abusivos.

Chiara Amirante *

Cada año, el 25 de noviembre, nos detenemos a reflexionar sobre el drama de la violencia contra las mujeres. Sin embargo, no podemos permitirnos reducir este día a un mero ritual. Demasiado grande es el sufrimiento de millones de mujeres heridas, demasiado desgarrador el grito silencioso que con demasiada frecuencia sigue sin ser escuchado. Los datos del «Servicio de Análisis Criminal» del Ministerio del Interior italiano hablan de 192 homicidios entre el 1 de enero y el 1 de septiembre de 2024, de los cuales 65 víctimas fueron mujeres. De ellas, 58 fueron asesinadas en un entorno familiar/afectivo y 36 encontraron la muerte a manos de su pareja o ex pareja. Pero detrás de las cifras hay una realidad aún más escalofriante: hay miles de mujeres que no denuncian por miedo, vergüenza o porque están atrapadas en relaciones tóxicas de las que no pueden salir. Y, como nos recuerdan las trágicas crónicas de estos días, la escalada del maltrato psicológico y físico puede culminar en asesinato: una mujer es asesinada cada tres días en Italia, a menudo a manos de quienes decían amarla.

Existe una raíz cultural que debemos tener el valor de erradicar. El amor nunca puede convertirse en posesión, control o violencia. Pero, ¿cuántas veces vemos relaciones contaminadas por celos morbosos, manipulación emocional, prevaricación, narcisismo patológico? Estas actitudes son semillas de muerte que, si no se reconocen y tratan, dan frutos amargos.

Debemos enseñar a distinguir el amor auténtico del que lo traiciona y distorsiona. El verdadero amor aprecia, respeta y valora al otro. No posee, encarcela, viola la dignidad y los derechos fundamentales de la persona que dice amar.

No podemos limitarnos a indignarnos o a pedir penas más duras para los autores, aunque sea necesario. El verdadero reto es la prevención. Esto requiere un esfuerzo colectivo para educar a hombres y mujeres en el respeto mutuo, la igualdad y la belleza de unas relaciones libres de la lógica de la dominación y la posesividad. También debemos estar alerta contra las formas más insidiosas de violencia: la cosificación del cuerpo femenino, la esclavitud de la prostitución, la difusión de mensajes mediáticos que trivializan o normalizan los comportamientos abusivos. Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia, empezando por pequeños gestos cotidianos que contrarresten la cultura machista aún demasiado arraigada en la sociedad.

Mientras recordamos a las víctimas de la violencia de género, no olvidemos que hay mujeres que viven cada día una pesadilla. No podemos permanecer indiferentes ni resignarnos a considerar «normal» lo que no lo es.

Construyamos juntos una sociedad en la que cada mujer pueda sentirse segura, libre de ser ella misma sin miedo. Defender la dignidad y los derechos de las mujeres no es sólo una batalla de mujeres: es un imperativo de justicia que nos concierne a todos.

* Fundadora de la Comunidad «Nuovi Orizzonti»

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28 noviembre 2024, 15:24