El Tweet del Papa en el Día de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Aquí estamos, Señor, con la vergüenza de lo que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, ha sido capaz de hacer. Acuérdate de nosotros en tu misericordia”, lo escribe el Papa Francisco en un tweet en el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
El terrorismo es una calle sin salida
El tweet para este 27 de enero, se inspira en las palabras que pronunció el Santo Padre durante su Peregrinación a Tierra Santa con ocasión del 50° Aniversario del encuentro en Jerusalén entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. En aquella ocasión, el Pontífice visitó el Memorial de Yad Vashem, en Jerusalén, el 26 de mayo de 2014.
“Quisiera, con mucha humildad, decir que el terrorismo es malo – afirmaba el Papa Francisco – es malo en su origen y es malo en sus resultados. Es malo porque nace del odio. Es malo en sus resultados porque no construye, destruye. Que nuestros pueblos comprendan que el camino del terrorismo no ayuda. El camino del terrorismo es fundamentalmente criminal. Rezo por todas esas víctimas, y por todas las víctimas del terrorismo en el mundo, por favor nunca más terrorismo, es una calle sin salida”.
Oración en el Memorial de Yad Vashem
En este lugar, memorial de la Shoah, señalaba el Santo Padre, resuena esta pregunta de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”. Esta pregunta, precisaba, contiene todo el dolor del Padre que ha perdido a su hijo. “El Padre conocía el riesgo de la libertad; sabía que el hijo podría perderse… pero quizás ni siquiera el Padre podía imaginar una caída como ésta, un abismo tan grande. Ese grito: “¿Dónde estás?”, aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo…”
Hombre, ¿quién eres? Ya no te reconozco
¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido? ¿Cómo has sido capaz de este horror? ¿Qué te ha hecho caer tan bajo?, se preguntaba el Papa Francisco en el Memorial de Yad Vashem.
“No ha sido el polvo de la tierra, del que estás hecho. El polvo de la tierra es bueno, obra de mis manos – citaba el Pontífice – No ha sido el aliento de vida que soplé en tu nariz. Ese soplo viene de mí; es muy bueno. No, este abismo no puede ser sólo obra tuya, de tus manos, de tu corazón… ¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado? ¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal? ¿Quién te ha convencido de que eres dios? No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios”.
¡Nunca más, Señor, nunca más!
Hoy volvemos a escuchar aquí la voz de Dios, señalaba el Papa Francisco: “Adán, ¿dónde estás?”. De la tierra se levanta un tímido gemido, respondía: “Ten piedad de nosotros, Señor”. “Señor, escucha nuestra oración, escucha nuestra súplicas – invocaba el Papa – sálvanos por tu misericordia. Sálvanos de esta monstruosidad. Señor omnipotente, un alma afligida clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad. Hemos pecado contra ti”.
Acuérdate de nosotros en tu misericordia, suplicaba el Papa Francisco antes de concluir, “danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida”.
¡Nunca más, Señor, nunca más!
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