Papa: aportemos lo que tengamos, por poco que parezca
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
“Que María, bajo las distintas advocaciones de esta bendecida tierra del norte, siga susurrando al oído de su Hijo Jesús: ‘No tienen vino’, y en nosotros sigan haciéndose carne sus palabras: ‘Hagan todo lo que Él les diga’”. Con estas palabras el Papa concluyó su homilía de la Santa Misa celebrada en honor de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile. La celebración eucarística tuvo lugar en el Campo Lobito de Iquique y su intención fue por la integración de los pueblos.
Tras comentar el Evangelio que refiere el primero de los signos de Jesús que hizo en la ciudad de Caná de Galilea, Francisco dijo que contiene un mensaje que es fuente de gozo y que relacionó con esa alegría que se contagia de generación en generación y de la cual somos herederos. De ahí que haya afirmado:
“¡Cómo saben ustedes de esto, queridos hermanos del norte chileno! ¡Cómo saben vivir la fe y la vida en clima de fiesta! Vengo como peregrino a celebrar con ustedes esta manera hermosa de vivir la fe. Sus fiestas patronales, sus bailes religiosos – que se prolongan hasta por una semana –, su música, sus vestidos hacen de esta zona un santuario de piedad popular. Porque no es una fiesta que queda encerrada dentro del templo, sino que logran vestir a todo el poblado de fiesta".
"Ustedes saben celebrar cantando y danzando la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante de Dios. Así llegan a engendrar actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción”.
El Papa también dijo que en este clima de fiesta, el Evangelio nos presenta la acción de María para que la alegría prevalezca. Sí, porque Ella está atenta a todo lo que pasa a su alrededor y, como buena Madre, no se queda quieta y así logra darse cuenta de que en la fiesta, en la alegría compartida, algo estaba sucediendo: había algo que estaba por “aguar” la fiesta.
“Y así María anda por nuestros poblados, calles, plazas, casas, hospitales. María es la Virgen de la Tirana; la Virgen Ayquina en Calama; la Virgen de las Peñas en Arica, que anda por todos nuestros entuertos familiares, esos que parecen ahogarnos el corazón para acercarse al oído de Jesús y decirle: mira, ‘no tienen vino’”.
“Y luego no se queda callada, se acerca a los que servían en la fiesta y les dice: ‘Hagan todo lo que Él les diga’. María, mujer de pocas palabras, pero bien concretas, también se acerca a cada uno de nosotros a decirnos tan sólo: ‘Hagan todo lo que Él les diga’”.
“Hermanos, Iquique es tierra de sueños – eso significa el nombre en aymara – tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas que han tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas con miedo e incertidumbre por lo que vendrá. Iquique es una zona de inmigrantes que nos recuerda la grandeza de hombres y mujeres; de familias enteras que, ante la adversidad, no se dan por vencidas y se abren paso buscando vida”.
“Ellos – prosiguió diciendo el Papa Francisco – especialmente los que tienen que dejar su tierra porque no encuentran lo mínimo necesario para vivir, son icono de la Sagrada Familia que tuvo que atravesar desiertos para poder seguir con vida”. Y añadió:
“Esta tierra es tierra de sueños, pero busquemos que siga siendo también tierra de hospitalidad. Hospitalidad festiva, porque sabemos bien que no hay alegría cristiana cuando se cierran puertas; no hay alegría cristiana cuando se les hace sentir a los demás que sobran o que entre nosotros no tienen lugar”.
Recomendación de Francisco: decir como María: “No tienen vino”
“Como María en Caná, busquemos aprender a estar atentos en nuestras plazas y poblados, y reconocer a aquellos que tienen la vida ‘aguada’; que han perdido – o les han robado – las razones para celebrar. Y no tengamos miedo de alzar nuestras voces para decir: ‘No tienen vino’”.
Después de referirse al clamor del pueblo de Dios, el clamor del pobre, que tiene forma de oración y ensancha el corazón y nos enseña a estar atentos, Francisco pidió: “Estemos atentos a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos inmigrantes porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en «regla». Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias”.
“Como los servidores de la fiesta aportemos lo que tengamos, por poco que parezca. Al igual que ellos, no tengamos miedo a “dar una mano”, y que nuestra solidaridad y nuestro compromiso con la justicia sean parte del baile o la canción que podamos entonarle a nuestro Señor”.
Aprovechemos también a aprender y a “dejarnos impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo”, dijo el Papa Bergoglio y sin privarnos de “todo lo bueno que tienen para aportar”.
Y dejemos a Jesús que termine el milagro, transformando nuestras comunidades y nuestros corazones en signo vivo de su presencia, que es alegre y festiva porque hemos experimentado que “Dios-está-con-nosotros”, porque hemos aprendido a hospedarlo en medio nuestro.
Alegría y fiesta contagiosa – dijo – que nos lleva a no dejar a nadie fuera del anuncio de esta Buena Nueva.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí