El Papa a los religiosos: "No somos funcionarios de Dios, sino padres de misericordia"
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
En la segunda jornada de su Viaje Apostólico a los Países Bálticos, cuya primera etapa se desarrolla en Lituania; el Papa Francisco tuvo un encuentro con los sacerdotes, consagrados y seminaristas en la Catedral de San Padro y San Pablo en la ciudad de Kaunas; tras haber almorzado en el Edificio de la Curia.
En un ambiente de alegría y fraternidad; el Santo Padre les dirigió unas palabras inspiradas en San Pablo, tomadas de la lectura del día; resaltando algunos rasgos de esa esperanza a la que alienta el Apóstol y que – dijo Francisco- “todos nosotros estamos llamados a vivir”.
No somos funcionarios de Dios
El Pontífice destacó que Pablo repite tres veces la palabra “gemir”: gime la creación, gimen los hombres, gime el Espíritu en nosotros (cf. Rm 8,22-23.26). «Se gime desde la esclavitud de la corrupción, desde el anhelo de plenitud», subrayó el Obispo de Roma, invitando a preguntarse hoy, “si está presente en nosotros ese gemido, o por el contrario ya nada grita en nuestra carne, nada anhela al Dios vivo”.
Y en este sentido, el Papa advirtió sobre las consecuencias de la sociedad del bienestar «que nos tiene demasiado repletos, llenos de servicios y de bienes, y terminamos “empachados” de todo y llenos de nada; quizás nos tiene aturdidos o dispersos, pero no plenos», observó.
Conquistar al Señor con la oración y la adoración
«Somos nosotros, hombres y mujeres de especial consagración, los que nunca nos podemos permitir perder ese gemido, esa inquietud del corazón que solo encuentra descanso en el Señor (cf. S. AGUSTÍN, Confesiones, I,1,1)», reiteró Francisco; asegurando que ninguna información inmediata, ninguna comunicación virtual instantánea los puede privar “de los tiempos concretos, prolongados, para conquistar un diálogo cotidiano con el Señor por medio de la oración y la adoración”.
¿Qué anestesia la voz de nuestra gente?
En cuanto a la misión fundamental de los sacerdotes, religiosos y consagrados, “evangelizar y llevar la Buena Nueva de Dios por el mundo”; el Santo Padre destacó el hecho impactante y preocupante que ocurre “cuando nuestro pueblo ha dejado de gemir, ha dejado de buscar el agua que sacia la sed”, cuando ha dejado de buscar al Creador.
“Es un momento también para discernir qué cosa puede estar anestesiando la voz de nuestra gente”, añadió.
Amar al Señor con constancia
El segundo punto del que habla San Pablo es la constancia: “constancia en el sufrimiento, constancia para perseverar en el bien. Esto supone estar centrados en Dios, permanecer firmemente arraigados en él, ser fieles a su amor”.
Ancianos y jóvenes del clero, caminen juntos
En alusión a los más ancianos del clero, el Papa afirmó que “saben testimoniar esta constancia en el sufrir, ese esperar contra toda esperanza”, ya que –dijo- “la violencia ejercida sobre ustedes por defender la libertad civil y religiosa, la violencia de la difamación, la cárcel y la deportación; no pudieron vencer vuestra fe en Jesucristo, Señor de la historia”. A ellos, Francisco los exhortó a “hablar, enseñar y proponer, sin necesidad de juzgar la aparente debilidad de los más jóvenes”.
Por su parte, a los más jóvenes; el Obispo de Roma los alentó a no desanimarse ni a encerrarse en ellos mismos ante las frustraciones y desilusiones del camino; ya que “son precisamente las tribulaciones las que perfilan los rasgos distintivos de la esperanza cristiana”, que a diferencia de la esperanza humana, “nunca muere, nunca es aniquilada”.
Buscar las raíces y no vivir en la mediocridad
"Ustedes, los mas jóvenes -reiteró- cuando estén delante de esas pequeñas frustraciones que los hacen encerrarse en ustedes mismos y a recurrir a estilos y diversiones que no son coherentes con su consagración, busquen sus raíces y miren el camino recorrido por los mayores. Es mejor que sigan otro camino, que elegir vivir en la mediocridad. Esto es para los jóvenes. Todavía están a tiempo y la puerta está abierta", afirmó.
Mirar a Cristo, nuestra esperanza
El último punto propuesto por el Papa fue “mirar a Cristo Jesús como nuestra esperanza”, lo cual- dijo- “significa identificarnos con él, participar comunitariamente de su destino. Se trata de entrever el misterio del proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno. Porque no hay nadie que nos conozca ni nos haya conocido con tanta profundidad como Dios”.
Tristeza espiritual cuando no se está enamorado del Señor
Asimismo, el Obispo de Roma puso en guardia sobre los peligros de la tristeza espiritual: una enfermedad que amenaza la alegría propia de la vocación religiosa.
"Cuantas veces encontramos sacerdotes, consagrados y consagradas tristes. La tristeza espiritual es una enfermedad... ¿Tristes porque?...No lo saben… tristes porque no encuentran el amor, porque no están enamorados, enamorados del Señor. Ellos han dejado a un lado una vida de matrimonio o de familia, han querido seguir al Señor, pero ahora se han cansado... parece. Y entonces desciende la tristeza".
"Por favor, cuando se encuentren tristes, deténganse- dijo Francisco - y busquen un sacerdote o religiosa sabios, y no porque se hayan graduado en una universidad de prestigio; sino sabios y sabias porque han sabido caminar en el amor. Déjense dar un consejo. Cuando comienza esta tristeza podemos profetizar que si no se cura a tiempo hará de ustedes personas sin carismas. Hombres y mujeres que no son fecundos, estériles... así que tengan temor de esta tristeza porque la siembra el mal, la siembra el diablo".
¿Qué nos pide el Señor?
«Es la razón de ser de nuestra esperanza y de nuestra alegría. Y hoy ese mar serán “los escenarios y los desafíos siempre nuevos” de esta Iglesia en salida»- aseguró Francisco- invitando a todos a volver a preguntarse: «¿qué nos pide el Señor? ¿Cuáles son las periferias que más necesitan de nuestra presencia para llevarles la luz del Evangelio? (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 20)».
Si no nos cuestionamos esto...¿quién podrá creer que Cristo Jesús es nuestra esperanza?, dijo el Papa, concluyendo que “sólo nuestro ejemplo de vida dará sentido a nuestra esperanza en él”.
No confundir vocación con trabajo en una empresa
Antes de despedirse el Papa dio un consejo más, que va unido a la enfermedad de la tristeza espiritual:
"No confundir la vocación con una empresa, con una empresa de trabajo"- dijo- alertando sobre el riesgo de vivir entuasiasmado haciendo un trabajo específico y luego caer en el desánimo "cuando un obispo o un superior los manda a terminarlo y a trasladarse a otra parte".
"Es un momento de desafío porque te darás cuenta de haber caminado por una senda equivocada. Te darás cuenta que el Señor, que te ha llamado para amar, está desilusionado porque ustedes han preferido hacer un trabajo de funcionario. La vida de seguir a Jesucristo no es la vida de funcionario ni de funcionaria, es la vida del amor al Señor. Él los quiere pastores de pastores y pastores del pueblo; no clérigos de Estado".
El confesionario no es un estudio psiquiatra
Por otra parte, el Pontífice pidió misericordia, especialmente en el confesionario, el cual no debe ser considerado como un "estudio psiquiatra para excavar en el corazón de la gente", sino un lugar donde sentir el "abrazo del Padre".
"Den la consolación del Padre al hermano que se arrepiente, anímenle a ir hacia delante, convénzanlo de que Dios perdona todo, pero háganlo con el calor del Padre, nunca echen a nadie del confesionario. Les pido cercanía, que significa tambien vivir la misericordia y esta se adquiere rezando delante del Santíésimo".
Religiosas: sean madres, no rumoreen
Finalmente, el Papa dedicó unas palabras especiales a las religiosas: "Por favor, sean madres. Ustedes son imagen de la Iglesia y de la Virgen. No se olviden de esto. Y la madre Iglesia no rumorea. Ama servir y hacer crecer. Vuestra cercanía es ser madre. Por eso, pido a todos cercanía en la oración, y en el Santisimo, servicio sacerdotal y vida consagrada no de funcionarios sino de padres y madres de misericordia".
"Si hacen esto, cuando sean viejos tendrán una hermosa sonrisa y los ojos brillosos poque tendrán el alma llega de ternura, de mansedumbre y de misericordia. De amor, de paternidad y maternidad", añadió Francisco pidiendo asimismo, que recen por él.
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