El Papa a peregrinos pulleses: sean navegantes valientes y confiados
María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano
Un encuentro centrado en el ejemplo de coraje y fe de don Tonino Bello fue el que tuvo el Papa Francisco este mediodía del primer sábado de diciembre con los peregrinos de la Diócesis pullesa de Ugento-Santa María de Leuca y Molfetta-Ruvo-Giovinazzo-Terlizzi en el Aula Pablo VI.
A los 6.500 fieles llegados en peregrinación, el Papa dirigió un discurso lleno de esperanza, marcado además por el periodo de Adviento que está por comenzar. ¡Gracias por venir y por su amor al Papa! Comenzó diciéndoles el Pontífice agradeciendo también las palabras que le dirigieron Monseñor Vito Angiuli y Monseñor Domenico Cornacchia.
La forma de vida entre hermanos
“La memoria de Don Tonino Bello ha unido nuestros caminos el mío hacia ustedes en abril y el vuestro hacia a mí en estos días” dice Francisco empezando a dar forma a su discurso a través de la figura del amado obispo de la ciudad adriática de Molfetta. Y con una frase de Don Tonino, pronunciada poco antes de su Pascua, Francisco les da la bienvenida: "Quisiera decirles a cada uno de ustedes, mirándolos a los ojos: "Te quiero". Que ésta sea nuestra forma de vida – dice el Papa - hermanos y hermanas que, mirándose a los ojos, saben decir te quiero".
Con Jesús no estamos tristes
Recordando que también en esa ocasión Don Tonino recomendó a los fieles que no entristecieran su vida, “por ninguna amargura de su casa o por ninguna otra amargura” Francisco subraya que “quien cree en Jesús no puede estar triste” porque "lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste". Por ello exhorta a hacer propia la recomendación de Don Tonino de "no entristecernos jamás" porque de esta manera "llevaremos el tesoro de la alegría de Dios a la pobreza del hombre de hoy”. En efecto, continúa el Santo Padre, “quien se contrista se queda solo, habla de todos, tiene el 'corazón triste': ésta es la raíz”. “Quien se entristece no tiene amigos -precisa - tiene ‘aliados’ y esto no está bien”. “Ve sólo la parte oscura de la vida”.
Pasar de la autocompasión a la consolación
El Obispo de Roma precisa con fuerza que quien pone en primer lugar a Dios ante los problemas encuentra alegría y deja de auto compadecerse para dar lugar al “consuelo, a la ayuda”.
Adviento, tiempo de consuelo y esperanza
Francisco dedica la segunda parte de su discurso al tiempo de Adviento, que comienza esta noche. Un nuevo año litúrgico – afirma– que trae consigo la “novedad de nuestro Dios”, el “Dios de todo consuelo”. Francisco retoma entonces las palabras de Don Tonino, que afirmaba: “Tendemos a cosas nuevas porque hemos nacido para cosas grandes”. “Es verdad”, dice el Papa, “hemos nacido para estar con el Señor” y “cuando dejamos entrar a Dios llega la verdadera novedad”. El Señor “renueva” y “sorprende siempre - dice. Es el Dios de las sorpresas”
Importante saber esperar al Señor, activos en el amor
El Santo Padre explica a continuación cómo debe ser la espera del Señor, la “novedad de Dios en la vida”, señalando la importancia de no vivir “de expectativas” sino de vivir “en espera”.
"No se espera a Dios con las manos cruzadas – señala Francisco – sino activos en el amor". "Los cristianos están llamados a custodiar y difundir la alegría de la espera, esperamos a Dios que nos ama infinitamente y al mismo tiempo somos esperados por Él". Porque, subraya el Papa, “no estamos solos, somos visitados” en nuestras casas, en nuestras vidas.
El tiempo de Adviento: levantar y alzar la cabeza
“Les deseo que vivan el Adviento como tiempo de novedad y de espera alegre” – expresa a continuación el Obispo de Roma. Y vuelve, una vez más, a Don Tonino, que notaba que la vida está llena de miedos: del semejante, del vecino, de la violencia… El fallecido obispo de Molfetta – recuerda Francisco - explicaba que estos “tantos miedos” se podían contrastar con el ‘Evangelio del anti-miedo’, los dos verbos del Adviento: “levántense y alcen la cabeza”(cfr.Lc 21,28).
Con Jesús ir más allá
Porque “si el miedo nos hace estar a tierra, explica el Papa, el Señor nos invita a levantarnos” y a “dirigir la mirada al Cielo, desde donde Él llegará”. "Porque no somos hijos del miedo, sino hijos de Dios" y el miedo "se derrota venciendo con Jesús el replegarnos sobre nosotros mismos: yendo más allá”, evidencia con fuerza el Santo Padre
El sentido de la vida: navegar en mar abierto
El ejemplo del mar que abraza en su grandeza, da pie al Pontífice para explicar el sentido de la vida, que no puede permanecer atracada en puertos seguros sino que debe ir más allá, navegando en mar abierto. “El Señor llama a cada uno de nosotros a navegar en mar abierto” – recuerda el Papa – “no quiere guardianes del faro” - precisa - sino “navegantes confiados y valientes que siguen las rutas inéditas del Señor, tirando las redes de la vida sobre su palabra”. Porque – precisa el Santo Padre – “la vida ‘privada’, priva de riesgos y llena de miedos, que salvaguarda a sí misma, no es cristiana. Es una vida sin fecundidad. No estamos hechos para sueños tranquilos, sino para sueños audaces”.
Levantarnos para abrir las manos al prójimo
De ahí la invitación del Papa a acoger la invitación de Don Tonino a “estar de pie, a levantarnos” de los “divanes de la vida” que son las “comodidades que nos vuelven perezosos”, la “mundanidad que hace enfermar adentro”, la “auto conmiseración que entristece”. Porque de pie y con la mirada hacia el cielo, asegura Francisco, “advertimos la necesidad de abrir las manos al prójimo. Y el consuelo que sabremos donar sanará nuestros miedos”.
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