Tres Papas en tres países durante la Jornada Mundial de la Juventud
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
Durante el Pontificado de Juan Pablo II se celebraron diecinueve Jornadas Mundiales de la Juventud, comenzando por la primera, a nivel diocesano en Roma, de 1986 y la sucesiva, del 11 al 12 de abril del año siguiente, en Buenos Aires Argentina. De las que presidió Benedicto XVI, que fueron ocho, destacamos la penúltima, celebrada en Madrid, España, del 16 al 21 de agosto de 2011 y de las que presidió Francisco, que con la de Panamá a punto de comenzar, suman ya siete, recordamos la primera, a pocos meses de su elección, que se llevó a cabo en Río de Janeiro, Brasil, del 22 al 29 de julio de 2013.
Durante estos treinta y tres años muchas cosas, obviamente, han cambiado en el mundo, con sus continuos movimientos que abarcan todos los ámbitos, sociales, políticos, culturales, científicos y tecnológicos. Pero quizá algo que permanece a lo largo de estos decenios es el aspecto de una Iglesia siempre joven, de la que los jóvenes, de entonces y de ahora, con sus nuevas dinámicas de interacción, siguen siendo los principales protagonistas. Y tal vez, a partir de la primera JMJ, se ignoraba el alcance que semejante iniciativa habría alcanzado y los frutos que habría dado.
Buenos Aires: más de un millón de jóvenes con Juan Pablo II
El 8 de junio de 1986 el Papa Juan Pablo II anunciaba que la segunda edición internacional de estas Jornadas, de la Ciudad del Vaticano sería en Buenos Aires, el Domingo de Ramos de 1987, donde culminó su visita apostólica a los países del cono sur americano, Uruguay, Chile y Argentina.
El evento había comenzado con la Misa de apertura en la Basílica de Nuestra Señora de Luján. La Vigilia anterior a la misa de clausura estuvo dividida en tres bloques: argentino, latinoamericano y mundial, con mensajes especial para cada uno por parte del Santo Padre. El acto central se realizó frente al Obelisco de Buenos Aires. Fue la primera vez que un Pontífice celebraba el Domingo de Ramos fuera de Roma.
Más de un millón de jóvenes, procedentes de diversos países, se dieron cita en la Avenida 9 de julio de la capital argentina para participar en semejante acto. En el Himno compuesto para esa ocasión, los jóvenes cantaban: “Una tierra que no tiene fronteras sino manos, que juntas formarán una cadena más fuerte que la guerra y que la muerte. Lo sabemos: el camino es el amor”. El lema de esta II Jornada era: “Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene”.
Madrid: casi dos millones de jóvenes con Benedicto XVI
Veinticuatro años más tarde, el Papa Benedicto XVI presidía estas Jornadas en Madrid, España, con la participación de casi dos millones de jóvenes de los cinco continentes. Corría el mes de agosto de 2011. Era la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Y su lema: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”.
Benedicto XVI había proclamado al finalizar el acto de esta Jornada de Madrid que la siguiente edición tendría lugar entre los días 23 y 28 de julio de 2013 y que su sede sería Río de Janeiro.
Antes del cónclave en el que se eligió a entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio como nuevo Sumo Pontífice, el Arzobispo de Río de Janeiro, Monseñor Orani João Tempesta, aseguraba que se seguiría avanzando en los preparativos para realizar ese nuevo encuentro mundial, y que esa sería una jornada “de dos Papas”: que estaría en oración por el encuentro y otro que presidiría las celebraciones. De hecho, el 19 de julio de 2013, el Papa Francisco se encontró con el Obispo Emérito de Roma, Benedicto XVI, con quien rezó por su viaje a Brasil con ocasión de la JMJ.
Río de Janeiro: tres millones de jóvenes con Francisco
Llegamos al año 2013. Un nuevo Pontífice se asoma en la historia de la Iglesia: Francisco, quien a pocos meses de su elección a la Cátedra de Pedro, realiza su primer viaje internacional, precisamente a Río de Janeiro, Brasil. Aquí un Papa latinoamericano se encuentra en país más grande de América Latina para celebrar la XXVIII JMJ, bajo el lema de: “Vayan y haga discípulos a todos los pueblos”.
La misa de clausura, del domingo 28 de julio de aquel año, llamada “misa de envío” representó una de las mayores celebraciones eucarísticas de la Historia reciente, puesto que reunió en la playa de Copacabana a tres millones de participantes.
En esos días Francisco reveló al mundo frases inéditas. El Papa había pedido un lugar en el que encontrarse con los jóvenes argentinos. Y lo hizo con más de treinta mil chicos y chicas que habían pernoctado en los alrededores de la Catedral Metropolitana de San Sebastián de Río de Janeiro para verlo y escucharlo y que lo recibieron cantando “Una nueva civilización”, que había sido el Himno de la JMJ de Buenos Aires.
"Hagan lío"
En este “gesto fuera de agenda”, Francisco agradeció a quienes hicieron posible este encuentro y dijo: “Espero lío. Aquí en Río Janeiro sé que va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera. Quiero que la Iglesia, las parroquias, los colegios salgan a la calle”, exclamó el Papa con fuerza. Y pidió a los jóvenes que salieran de “la mundanidad”, de “la instalación”, del “clericalismo”, de “estar encerrados en sí mismos”. Porque como afirmó: “Las iglesias son para salir, si no salen se convierten en una ONG. Y la Iglesia no es una ONG”, recalcó.
También agregó con humor: “Que me perdonen los obispos y los curas si les arman lío a ustedes, pero es el consejo que les tengo que dar”. Además, en cuanto al sistema social mundial, dijo que a su juicio está “pasado de rosca”, tal como lo expresó con un lenguaje juvenil. “Es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de dos polos de la vida en sociedad, que son los jóvenes y los ancianos”, aseguró, en lo que describió como una “eutanasia escondida”, que no sólo trata de eliminar a los más mayores, sino de restarles su derecho a opinar y a ser sujetos activos en la sociedad.
“Ustedes y los ancianos están condenados al mismo destino: exclusión. No se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso, pónganse a trabajar”, exhortó el Papa a la juventud argentina, a la que pidió que salgan a “luchar por esos valores”.
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