Papa. Desarrollo tecnológico: "Riesgo de dar vida a la lógica de los dispositivos"
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
En la mañana del lunes 25 de febrero, el Papa Francisco recibe a los participantes de la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia para la Vida, que se están reuniendo en el Vaticano desde hoy hasta el 27 de febrero para tratar sobre "Roboética. Personas, máquinas y salud". Un encuentro que tiene lugar en el primer Jubileo de la Academia, 25 años después de su nacimiento.
En su discurso, el Papa Francisco ha hablado sobre las relaciones familiares y sociales, las cuales “parecen desmoronarse cada vez más”, asegurando que hay una tendencia “a replegarse en uno mismo y en los propios intereses individuales”. En este sentido, Francisco ha explicado que esto lleva a una paradoja dramática: “precisamente cuando la humanidad cuenta con la capacidad científica y técnica de lograr un bienestar equitativamente generalizado, según el mandato de Dios, observamos en cambio una exacerbación de los conflictos y un aumento de la desigualdad” ha expresado, asegurando que, por un lado, “el desarrollo tecnológico nos ha permitido resolver problemas que eran insuperables hasta hace unos años, y estamos agradecidos a los investigadores que han conseguido estos resultados” pero por otro: “han surgido dificultades y amenazas, a veces más insidiosas que las anteriores” porque – ha puntualizado – “el "ser capaz de hacer" corre el riesgo de ocultar a quien hace y el por quien se hace”.
El peligro de la evolución de la capacidad técnica
Seguidamente, hablando acerca de la evolución actual de la “capacidad técnica”, el Santo Padre ha explicado que ésta puede producir “un hechizo peligroso”: “en lugar de entregar a la vida humana las herramientas que mejoran su cuidado, existe el riesgo de dar vida a la lógica de los dispositivos que deciden su valor”. Y este vuelco está destinado – asegura el Papa – a producir “resultados nefastos”: “la máquina no se limita a conducirse sola, sino que termina conduciendo al hombre”.
Comprometerse con la bioética global
El Papa también ha dicho a los participantes que el uso indiscriminado de medios técnicos causan graves daños al planeta, nuestra casa común. Ante esto, Francisco pide comprometerse con la “bioética global”, la cual – ha señalado – “expresa la toma de conciencia del profundo impacto de los factores ambientales y sociales en la salud y la vida”. En el mundo de hoy, marcado por una estrecha interacción entre diferentes culturas, el Santo Padre además, señala como “necesario” “aportar nuestra contribución específica de creyentes a la búsqueda de criterios operativos universalmente compartidos, que sean puntos de referencia comunes para las elecciones de aquellos que tienen la grave responsabilidad de decisiones a tomar a nivel nacional e internacional”. Y esto también significa “entablar un diálogo que atañe a los derechos humanos, destacando claramente sus deberes correspondientes”.
En este punto del discurso, el Pontífice ha querido reiterar el Mensaje al Foro Económico Mundial en Davos, del 12 de enero de 2018:"La inteligencia artificial, la robótica y otras innovaciones tecnológicas deben emplearse de tal manera que contribuyan al servicio de la humanidad y a la protección de nuestra casa común, en lugar de lo contrario, como algunos análisis, lamentablemente, prevén”.
El concepto de "inteligencia artificial” puede ser engañoso
Francisco después ha hablado sobre la denominación de "inteligencia artificial", asegurando que “puede ser engañosa”: “Los términos ocultan el hecho de que, -a pesar del útil cumplimiento de las tareas serviles (es el significado original del término "robot")-, los automatismos funcionales siguen estando cualitativamente distantes de las prerrogativas humanas del saber y del actuar. Y por lo tanto pueden llegar a ser socialmente peligrosos”. En este sentido, el Papa también ha hablado del riesgo de que el hombre sea ‘tecnologizado’, en lugar de la técnica humanizada, asegurando que “ya es real”, pues a las llamadas "máquinas inteligentes" – dice – “se atribuyen apresuradamente las capacidades que son propiamente humanas”.
Ser conscientes de que los robots carecen de calidad humana
Por último, el Santo Padre ha expresado que es muy importante tener en cuenta que “los dispositivos artificiales que simulan las capacidades humanas, en realidad, carecen de calidad humana” a la hora de orientar su regulación de uso y la investigación misma, hacia una interacción constructiva y equitativa entre los seres humanos y las últimas versiones de las máquinas: “Las máquinas, de hecho, se propagan en nuestro mundo y transforman radicalmente el escenario de nuestra existencia. Si conseguimos tener en cuenta estas referencias, también en los hechos, el extraordinario potencial de los nuevos descubrimientos puede irradiar sus beneficios a cada persona y a toda la humanidad”. Y ha concluido con su llamado a “colocarnos en el camino emprendido con firmeza por el Concilio Vaticano II, que solicita la renovación de las disciplinas teológicas y una reflexión crítica sobre la relación entre la fe cristiana y la acción moral”.
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