El Papa a los ciclistas: el deporte como escuela de vida
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
Al dar su cordial bienvenida en su Discurso a los queridos participantes en el Congreso Anual de la Unión Europea de Ciclismo – que en esta ocasión, también acoge a la Asamblea de la Confederación Africana de Ciclismo – el Papa Francisco les manifestó su complacencia por este encuentro agradeciendo ante todo las palabras que le dirigió el Sr. David Lappartient, Presidente de la Unión Ciclista Internacional.
Relación entre la Iglesia y el deporte
Y destacó que la relación entre la Iglesia y el deporte tiene una larga historia que, con el tiempo, se ha ido consolidando cada vez más porque el deporte puede ser de gran ayuda para el crecimiento humano dado que estimula a dar lo mejor de sí mismo, para alcanzar una meta determinada, y porque educa a la constancia, al sacrificio y a la renuncia.
El deporte enseña a no desanimarse y a empezar de nuevo
Tras referirse, a modo de ejemplo, en el largo y exigente entrenamiento o en la observancia de una exigente disciplina de vida, Francisco afirmó que la práctica de un deporte nos enseña a no desanimarnos y a empezar de nuevo con determinación después de una derrota o después de una lesión. De ahí que con frecuencia se convierte en una ocasión para expresar con entusiasmo la alegría de vivir y la satisfacción de haber alcanzado una meta.
Como en la vida, en el deporte hay que cultivar el altruismo
Del ciclismo en particular, el Papa les dijo que es uno de los deportes que pone de relieve algunas virtudes como la resistencia a la fatiga, en las largas y difíciles subidas; la valentía; la integridad en el respeto de las reglas, el altruismo y el sentido de pertenecer a un equipo. De hecho – prosiguió – si pensamos en una de las disciplinas más extendidas, el ciclismo de carretera, vemos cómo durante las carreras todo el equipo trabaja en conjunto y a menudo tiene que sacrificarse por el capitán. Y cuando un compañero pasa por un momento difícil, son los demás miembros del equipo quienes lo apoyan y lo acompañan. Y trazó un paralelismo con la vida, en la que es necesario cultivar un espíritu de altruismo, generosidad y comunidad para ayudar a los que se han quedado atrás y necesitan ayuda para alcanzar un determinado objetivo.
Muchos ciclistas han sido ejemplos en el deporte y en la vida
Por eso les dijo que muchos ciclistas han sido ejemplos, tanto en el deporte como en la vida, por su integridad y coherencia, dando lo mejor de sí mismos yendo en bicicleta. Sí, porque en sus carreras han sabido conjugar la fuerza de la mente y la determinación para lograr la victoria, pero también la solidaridad y la alegría de vivir, como testimonio de haber descubierto el potencial del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, y la belleza de vivir en comunión con los demás y con la creación.
Los atletas tienen la oportunidad de transmitir los valores positivos
“Los atletas – dijo el Santo Padre – tienen esta extraordinaria oportunidad de transmitir a todos, especialmente a los jóvenes, los valores positivos de la vida y el deseo de gastarla en metas altas y nobles”.
El deporte al servicio de la realización integral de la persona
Además Francisco aludió a la importancia para cualquier persona que practica un deporte de saber siempre cómo practicarlo al servicio del crecimiento y la realización integral de la persona.
Desórdenes en el deporte
Mientras cuando, por el contrario, el deporte se convierte en un fin en sí mismo y la persona en una herramienta al servicio de otros intereses, como el prestigio o el beneficio económico, entonces “hay desórdenes – dijo – que contaminan el deporte”. Y dirigió su pensamiento al dopaje, la deshonestidad, la falta de respeto por uno mismo y por los adversarios o la misma corrupción.
También para los deportistas es el compromiso de la Iglesia
Volviendo al compromiso de la Iglesia de escuchar a los jóvenes, de tomar en serio sus expectativas, sus maneras de expresar su deseo de vivir y de realizarse a sí mismos, el Papa les dijo que eso mismo también es válido para ellos. Y reafirmó la necesidad de “acompañar a las nuevas generaciones sin perder de vista las sanas tradiciones y la cultura popular que, en muchos países del mundo, acompañan al ciclismo y a sus campeones”.
Al despedirse de estos ciclistas profesionales el Pontífice les deseó que durante estos días de encuentro, logren realizar un trabajo fecundo y, mientras les pidió que también ellos recen por él, los bendijo de corazón.
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