Papa a AIL: el personal médico debe cuidar a los enfermos en cuerpo y espíritu
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Con ocasión del 50° aniversario de la fundación Italiana contra la Leucemia-Linfomas y el Mieloma (AIL), el Santo Padre se ha reunido esta mañana con los 6.000 voluntarios, pacientes y amigos de la asociación en el Aula Pablo VI del Vaticano para agradecerles por su “preciosa actividad”, la cual – ha expresado – “se ha convertido en una importante presencia en el territorio nacional, poniéndose al servicio de los enfermos y colaborando con los distintos centros especializados”.
AIL y sus eficaces líneas de acción
Hablando acerca de las principales líneas de acción de dicha asociación, Francisco destaca la “investigación científica”, gracias a la cual “indagan la dimensión biológica del hombre, para poder aliviar la enfermedad, con acciones dirigidas a la prevención y con terapias cada vez más efectivas”. Otra de sus acciones eficaces según el Papa es “la asistencia sanitaria”, que les permite estar cerca de los que sufren, “para acompañarles en el momento del sufrimiento y para nadie se sienta solo o tenga la sensación de ser un "descarte" en el contexto social”. Por último, el Papa señala “el cuidado y la formación de personal”, la cual – ha expresado – “cualifican su acción para promover el cuidado global de la persona enferma, para que se realice la alianza terapéutica necesaria para el paciente y los propios trabajadores de la salud, llamados a vivir todos los días involucrados en la experiencia de sufrimiento”.
La labor de los voluntarios, preciado consuelo
“Una de las cosas que más me conmovió cuando, hace seis años, llegué a Roma, es el servicio voluntario italiano” ha dicho el Santo Padre, describiéndolo de “grandioso”: “Ustedes tienen tres grandes cosas, que implican una organización entre ustedes: el voluntariado, que es muy importante, el cooperativismo, que es otra capacidad que tienen, de hacer cooperativas para seguir adelante y los oradores en las parroquias”.
Apreciando la labor de los voluntarios, quienes, al igual que María que se mantuvo a los pies de la cruz de Jesús, “están cerca de la cama de los sufrientes y realizan ese acompañamiento que trae tanto consuelo”, asegurando que la actitud de proximidad es sumamente necesaria hacia el paciente hematológico, cuya situación es compleja para la percepción misma de la enfermedad, en su especificidad.
No estás sólo, el Señor está contigo
“A veces la estancia prolongada en departamentos de aislamiento resulta ser muy pesada; la persona siente en su propia carne la impresión de sentirse separado del mundo, de las relaciones, de la vida cotidiana” ha dicho el Papa Francisco, asegurando a todos los enfermos que viven esta experiencia que “no están solos”: “el Señor, que ha experimentado la dura experiencia del dolor y la cruz, está allí junto a ellos”.
Comunidad sanadora que concreta el deseo de Jesús
Durante su discurso, el Santo Padre ha pensado de manera particular en aquellos que expresan el compartir de la Iglesia con aquellos que sufren de estas patologías, estos son: “los capellanes, los diáconos, los extraordinarios ministros de comunión” quienes gracias a su testimonio espiritual y fraternal, “es la comunidad entera de creyentes quienes asisten y consuelan, convirtiéndose en una comunidad sanadora que concreta el deseo de Jesús "para que todos puedan ser uno", comenzando por los más débiles y vulnerables”.
La cura no es de la enfermedad, sino de la persona
Por último, el Papa puntualiza que el papel de los médicos, enfermeros, biólogos y técnicos de laboratorio es cada vez” más crucial”, “no solo en términos de profesionalismo y capacitación científica, sino también en el campo espiritual, donde están llamados a cuidar a las personas en su totalidad de cuerpo y espíritu”. En este sentido, para el Papa la cura no es de la enfermedad, de un órgano o de las células, “sino de la persona”: “La persona en su espiritualidad no se agota en la corporeidad; pero el hecho de que el espíritu trasciende el cuerpo hace que se incluya en una mayor vitalidad y dignidad, que no es propia de la biología, sino que es propia de la persona y del espíritu”.
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