Francisco recibe a la Eparquía de Lungro en su 100° aniversario de fundación
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
El sábado 25 de mayo, el Papa Francisco recibió a las 12 del mediodía de Roma, en el Aula Pablo VI del Vaticano, a la Eparquía de Lungro con ocasión del centenario de su institución realizada por Benedicto XV con la Constitución Apostólica Catholici fideles.
La Eparquía, con sede en Lungro, ciudad de la provincia de Cosenza, en Calabria, reúne a más de 30.000 católicos ítalo-albaneses de rito bizantino repartidos en diversas regiones de la península italiana. (La comunidad católica italo-albanesa tiene otra Eparquía en Italia, la de Piana degli Albanesi, en Sicilia, con unos 23.000 bautizados).
Valentía espiritual y fidelidad a la tradición
En su discurso, el Santo Padre recordó el "valiente camino espiritual" y la "fidelidad a la tradición, a pesar de las dificultades y sufrimientos" de esta comunidad italo-albanesa. Una historia que llevó al Pontífice Benedicto XV a erigir la Eparquía de Lungro "mientras el mundo se desgarraba por la Primera Guerra Mundial".
"Este importante aniversario - añadió el Santo Padre - es una oportunidad para agradecer al Señor por lo que, en su bondad y misericordia, ha hecho en esta comunidad en los últimos siglos".
La fraternidad es más bella que el conflicto
Asimismo, Francisco exhortó a conservar "nuestras tradiciones y nuestra pertenencia a Cristo y a su Iglesia", testimoniando que "el amor es más bello que el odio, la amistad es más bella que la enemistad, la fraternidad entre nosotros es más bella que el conflicto".
La protección de la Odigitria
El Sucesor de Pedro, dirigió un pensamiento especial "a aquellos que han transmitido la fe con la propia vida antes que con las propias palabras", y alentó a todos a imitar su ejemplo "transmitiendo a las nuevas generaciones la herencia espiritual recibida".
Finalmente, Francisco invocó "la protección maternal de la Santa Madre de Dios, la Odigitria", que en griego significa "la que señala el camino"; es la representación bizantina de María que señala con su mano derecha al Niño Jesús: "Que ella, la sierva obediente que aceptó la palabra del Señor, os haga cada vez más dóciles a la voluntad del Padre y generosos instrumentos de su plan de salvación".
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