El Papa: sembrar la paz donde hay odio
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
"Recordemos también el pasado y tomemos a pecho las condiciones de los que sufren: así cultivaremos el terreno de la fraternidad. Os animo a intensificar nuestra colaboración en defensa de los más débiles”.
En el mundo ha aumentado la indiferencia egoísta, que sólo “preocupa lo que conviene: la vida está bien si me conviene y cuando algo está mal se desata la ira y la maldad”, el Papa expresó su preocupación a la delegación del centro “Simon Wiesenthal". Esta actitud es terreno fértil para los “particularismos y populismos”, el odio crece rápidamente en estos suelos, al respecto el Papa advierte que han vuelto a surgir brotes bárbaros de antisemitismo.
“No me canso de condenar enérgicamente todas las formas de antisemitismo. Sin embargo, para abordar la raíz del problema, también debemos comprometernos a arar la tierra en la que crece el odio, sembrando en ella la paz”.
Ayudar a los más débiles
Francisco recordó que es a través de la integración, la búsqueda y la comprensión del otro que nos protegemos más. Para ello dijo que es urgente “reintegrar a los marginados, dar una mano a los que están lejos, apoyar a los que están descartados porque no tienen medios ni dinero, ayudar a los que son víctimas de la intolerancia y la discriminación”, afirmó.
El centro “Simon Wiesenthal” es un Centro, activo en todo el mundo, Y tiene como objetivo combatir todas las formas de antisemitismo, racismo y odio a las minorías. Este centro contribuye en manera especial a mantener vivo el recuerdo del Holocausto, a que no desaparezca la memoria histórica. Y desde hace decenios existen contactos con la Santa Sede. Como les dijo el Pontífice, comparten el “deseo común de hacer del mundo un lugar mejor en el que se respete la dignidad humana, una dignidad que pertenece a todos por igual, independientemente del origen, la religión o la condición social”.
Para ello el Papa aseveró que es muy importante educar en la tolerancia y la comprensión mutua, la libertad de religión y la promoción de la paz social.
Detenerse y mirar dentro de nosotros
Tras mencionar el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que se conmemorará el 27 de enero, el Papa recordó su visita a este campo en el 2016. Allí, dijo, me detuve para interiorizarme, para rezar en silencio. Una vez más el Papa señaló que hoy en día, absorbidos por el torbellino de las cosas, nos resulta difícil detenernos, mirar dentro de nosotros mismos, callarnos para escuchar el grito de la humanidad que sufre. El aniversario de la “indecible crueldad” que la humanidad descubrió hace setenta y cinco años es un llamado a detenerse, a permanecer en silencio y a recordar. Lo necesitamos, dijo, para no quedar indiferentes.
“El consumismo de hoy también es verbal: cuántas palabras inútiles, cuánto tiempo perdido en impugnar y acusar, cuántas ofensas gritadas, independientemente de lo que se diga. El silencio, por otro lado, ayuda a preservar la memoria. Si perdemos la memoria, aniquilamos el futuro”.
Por último, el Papa mencionó la Declaración Nostra Aetate, que subraya que nosotros, judíos y cristianos, tenemos un rico patrimonio espiritual común que debemos descubrir cada vez más para ponerlo al servicio de todos. Siento que, especialmente hoy, recordó, estamos llamados, ante todo, a este servicio: no a distanciarnos y excluirnos, sino a hacernos cercanos e incluirnos; no a favorecer soluciones de fuerza, sino a iniciar caminos de proximidad.
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