La espera del Papa en Asís: "Una alegría estar de vuelta aquí"
Antonella Palermo - Asís
Una visita privada de la multitud es la del Papa a la ciudadela de Asís, pero en la que se condensa el aliento del mundo. En esta tierra que ahora es familiar para Francisco, donde se encuentran las dimensiones locales y globales, el misticismo se convierte en arte, en esta milenaria encrucijada de peregrinos, donde periódicamente desde hace décadas se llevan a cabo las iniciativas para la promoción de la paz y la amistad entre los pueblos, por cuarta vez llegará el Papa que ha elegido llevar el nombre del santo de Umbría.
Una visita en la época de la pandemia
A su llegada, prevista a las 14:40 horas al Sacro Convento, además del saludo al obispo de la ciudad de Umbría, Mons. Domenico Sorrentino, también saludará al cardenal Agostino Vallini, legado pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles en Asís. En cumplimiento de las normas anti-covidenciales, unos veinte frailes participarán en la celebración eucarística en la cripta de la Basílica, sin otros fieles. La liturgia será la de la fiesta de San Francisco. Justo sobre su tumba, al final de la misa, firmará la Encíclica "Fratelli tutti". Luego habrá un encuentro con la comunidad franciscana conventual en el claustro y la salida hacia Roma.
La invitación a un horizonte inclusivo en las relaciones
"Nuestros corazones están llenos de alegría, estamos muy agradecidos con el Papa. Le encanta volver a este lugar para relanzar progresivamente los queridos temas de la paz", afirma el Padre Mauro Gambetti, Custodio del Sagrado Convento de Asís. Y recuerda la Encíclica Laudato si’ inspirada en "la espiritualidad franciscana que ve una conexión de todo y de todos". No oculta el hecho de que "también hay un poco de aprensión, estamos muy atentos en este período".
El padre Gambetti señala que el documento sobre la hermandad y la amistad social, en su mismo título, "señala una línea de horizonte inclusiva en la que estamos invitados a sumergirnos. Como una madre, un vientre que guarda, alimenta, educa la vida. Si pudiéramos aprender a tratar con las áreas de la vida social y orientarlas a los principios de la hermandad universal, resolveríamos los problemas del mundo, sentiríamos alegría por todos. Si realmente tuviéramos una atención al otro, si nos preocupáramos por valorar las diferencias, por la reciprocidad, realizaríamos el sueño del corazón humano, de estar en el paraíso de ahora en adelante, dentro de una armonía de relaciones en la que cada persona tenga derecho a la ciudadanía, cada vida sea acogida, apoyada, promovida. La pandemia -concluye- nos ha devuelto ese horizonte de conexiones que creíamos que podíamos superar".
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