Universidad Católica: La eficacia de la alianza entre fe y ciencia
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
La publicación del tercer volumen de la historia de la Universidad, titulado: "El Magisterio de la Iglesia para la Universidad Católica del Sagrado Corazón", se enmarca en las celebraciones del centenario del nacimiento de la institución académica, acaecido el 7 de diciembre de 1921. Una ocasión que, como señala el Papa Francisco en el Prefacio, ofrece "la posibilidad de experimentar en primera persona lo fecunda y preciosa que es la obra educativa de la Iglesia". En particular, en el texto se da testimonio de la gran atención que la Iglesia ha prestado a esta institución, acompañándola desde su inicio con palabras y gestos "de apoyo y aliento, de guía y orientación, de estímulo cultural e impulso evangélico". El Papa Francisco escribe:
Presencia pública del pensamiento cristiano
La cercanía entre la Iglesia y la Universidad del Sagrado Corazón fue ciertamente dictada por razones históricas, observa Francisco, pero en esta relación privilegiada se puede leer también la prefiguración de lo que surgiría del Concilio Vaticano II y el Papa cita un parágrafo de la Declaración sobre la educación cristiana Gravissimum educationis que dice:
De esta forma, ha de hacerse como pública, estable y universal la presencia del pensamiento cristiano en el empeño de promover la cultura superior y que los alumnos de estos institutos se formen hombres prestigiosos por su doctrina, preparados para el desempeño de las funciones más importantes en la sociedad y testigos de la fe en el mundo
Palestra de pensamiento y de santidad
El Papa describe la Universidad Católica como "una verdadera palestra de elaboración cultural, de formación cristiana y de caminos de santidad" y a este respecto recuerda en particular a su inspirador, el beato Giuseppe Toniolo, a la cofundadora Armida Barelli, al venerable Giuseppe Lazzati y a los siervos de Dios Ludovico Necchi y Giulio Salvadori. Además, Francisco escribe:
Una historia para recordar
El Papa define la historia de la Universidad Católica en Italia como algo "extraordinario y prodigioso", y con un sentimiento de gratitud escribe:
Fundada en el convulso período entre la primera y la segunda guerra mundial, con la oposición de muchos bandos y siempre lidiando con enormes dificultades económicas u organizativas, ha sido capaz de superar todos los obstáculos y ampliar progresivamente el alcance de su acción educativa y cultural, hasta convertirse en una de las universidades católicas más importantes de Europa y del mundo.
Integrar los conocimientos tradicionales en el presente
Según Francisco, se trata de un patrimonio que hay que preservar, para mirar los desafíos del presente y del futuro con valor y espíritu profético. Las instituciones académicas son la "frontera avanzada de la misión de la Iglesia" y, recordando lo escrito en la Exhortación Apostólica postsinodal Christus vivit y en la Constitución Apostólica Veritatis gaudium, indica algunas formas concretas de fomentar las escuelas y universidades "en salida". Entre ellas: "La experiencia del kerigma, el diálogo a todos los niveles, el carácter interdisciplinario y trans-disciplinario, la promoción de una cultura del encuentro, la necesidad urgente de "trabajar en red" y la opción por los últimos". Aunque esto no es suficiente, puesto que, en segundo lugar:
Medirse constantemente con la realidad
La responsabilidad de las universidades, señala el Papa, va más allá de la educación del individuo para ver las necesidades de toda la humanidad. Se inscriben plenamente en el Pacto educativo global porque están orientadas a formar "a quienes están llamados a medirse con las inéditas y, en muchos sentidos, dramáticas situaciones críticas de nuestro tiempo". Y, por tanto, a "promover una economía inclusiva", a "fomentar un desarrollo sostenible que respete nuestra casa común", a hacer que crezca "una sociedad más fraternal y solidaria". Para ello, dice Francisco, es indispensable superar un estudio aséptico y abstracto para "medirse constantemente con la realidad", teniendo siempre presente la verdad, el bien común y la caridad:
Fidelidad a los orígenes, capacidad de innovación
El deseo que el Papa Francisco dirige a la institución académica es el de "mantener viva la memoria de todo el afecto con que la Iglesia la ha engendrado y la rica enseñanza con la que la ha hecho crecer": en la fidelidad a sus orígenes y en la renovación creativa de la oferta educativa está llamada a afrontar los retos actuales "poniendo las mejores energías al servicio de la misión de la Iglesia y de un cambio social ineludible".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí