El Papa: erradicar la cultura de muerte de abusos sexuales, de conciencia y poder
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Que la Protección de los Menores se convierta cada vez más en una prioridad ordinaria de la actividad educativa de la Iglesia; que sea la promoción de un servicio abierto, fiable y autorizado, en firme contraste con toda forma de dominación, desfiguración de la intimidad y silencio cómplice”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje a los participantes en la Conferencia “Promover la protección de Menores en el tiempo del Covid-19 y más allá”, organizada por la Comunidad Papa Juan XXIII con la Acción Católica Italiana y el Centro Deportivo Italiano, en colaboración con el Centro de Victimología y Seguridad de la Universidad de Bolonia, Italia.
La participación activa del pueblo de Dios en la Protección
Al inicio de la Conferencia, se dio lectura al Mensaje del Santo Padre a los participantes reunidos en la Sala San Pío X del Dicasterio para la Comunicación. A ellos, el Pontífice les recordó que, "mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse”. Por ello, hoy al reflexionar juntos y recoger los frutos de dos años de escucha, investigación y formación, es importante resaltar que este trabajo comenzó "desde abajo", como expresión de la participación activa del pueblo de Dios en el camino de conversión personal y comunitaria. “Un camino que, como Iglesia – precisa el Papa – estamos llamados a recorrer todos juntos, solícitos por el dolor y la vergüenza de no haber sido siempre buenos custodios, protegiendo a los menores que se nos confían en nuestras actividades educativas y sociales”.
La formación para erradicar la cultura de la muerte
Asimismo, el Papa Francisco señala que, este proceso de conversión requiere urgentemente una formación renovada de todos los que tienen responsabilidades educativas y trabajan en ambientes con menores, en la Iglesia, en la sociedad, en la familia. “Sólo así – subraya el Papa – será posible erradicar la cultura de la muerte que conlleva toda forma de abuso sexual, de conciencia o de poder”. Por ello, el Pontífice recuerda que, “si el abuso es un acto de traición a la confianza, que condena a muerte a quien lo sufre y genera profundas grietas en el contexto en el que se produce; la prevención debe ser un proceso permanente de promoción de una fiabilidad siempre renovada y cierta hacia la vida y el futuro, con la que los menores deben poder contar”.
Fomentar la prevención como artesanos de educación
Es precisamente esta la tarea que tenemos como adultos, indica el Santo Padre, es decir, fomentar la prevención, y estamos llamados a garantizarles, redescubriendo nuestra vocación de "artesanos de la educación" y esforzándonos por ser fieles a ella. “Esto significa fomentar la expresión de los talentos de quienes acompañamos; respetar su tiempo, su libertad y su dignidad; oponerse con todos los medios a las tentaciones de seducción e inducción, que sólo aparentemente pueden facilitar las relaciones con las generaciones más jóvenes”.
Los jóvenes nos piden un paso decisivo de renovación
El Santo Padre también dirige su mirada de confianza y esperanza, a los muchos jóvenes que forman parte de este Proyecto y precisa que, “son sobre todo ellos los que nos piden un paso decisivo de renovación frente a las heridas de los abusos encontrados en sus compañeros”. La contribución de los jóvenes, por lo tanto, agrega el Papa, será inestimable para reconocer las situaciones de riesgo y para llamar con valentía a toda la comunidad a su responsabilidad en la protección de los menores, para revisar la forma de relacionarse con las generaciones más jóvenes, para que puedan volver a tener la seguridad de la belleza de encontrarse, hablar, jugar y soñar.
Como adultos sigamos siendo creíbles y coherentes
Finalmente, el Papa Francisco concluye su Mensaje deseando a los adultos que han compartido este recorrido con los jóvenes que sigan siendo creíbles, es decir, responsables en su cuidado y coherentes en su testimonio. “Que sean promotores y custodios de una renovada alianza educativa entre las generaciones y entre los diferentes contextos en los que crecen los menores, capaz de estimular entre ellos una conexión generativa y protectora, especialmente en este complejo tiempo de pandemia”. A ellos, como asociaciones de laicos, los anima a perseverar en esta acción de formación en la corresponsabilidad, el diálogo y la transparencia; y se despide asegurándoles sus oraciones, impartiendo su bendición y deseándoles una Conferencia fructífera, que sea una base sólida para continuar juntos nuestro servicio a los niños y jóvenes, a las familias y a toda la comunidad eclesial y civil.
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