El Papa y los jóvenes: “Su sonrisa ya nos está dando vida”
Felipe Herrera-Espaliat desde Atenas, Grecia
La multiculturalidad es el rasgo más distintivo de la comunidad parroquial de San Juan Bautista, emplazada en el barrio de Psijicó, en Atenas. Además de los helénicos, allí confluyen, entre otros, católicos polacos, filipinos, albaneses, españoles, italianos, esrilanqueses, junto a muchos otros llegados desde Medio Oriente y Latinoamérica. Para entenderse hablan griego e inglés, lenguas por medio de las cuales despliegan el trabajo pastoral, la acción social y la liturgia en rito romano.
Esta enorme heterogeneidad aporta una gran riqueza humana, aunque también hace que el trabajo sea más complejo y desafiante, explica el vicepárroco, Javier Pérez-Victoria, presbítero del Camino Neocatecumenal de origen español, que desde hace dos años y medio ejerce su ministerio en Grecia, inmediatamente después de haber recibido el orden sacerdotal. Entre otras misiones, es el responsable de la pastoral juvenil de la Arquidiócesis de Atenas y está preparando el encuentro que el Santo Padre sostendrá el lunes 6 de diciembre con un grupo de jóvenes. Todos están expectantes y agradecen la generosidad del Papa de estar disponible para ellos. “El Papa Francisco transmite tantísimo, que nada más viendo los carteles anunciando la visita y su sonrisa ya nos está dando vida. Será un momento de gracia muy grande”, confiesa el sacerdote, mientras coordina los últimos detalles para el evento con el Pontífice, que se llevará a cabo en una escuela católica.
Desafíos de la pastoral juvenil
Pero pese al enorme entusiasmo de estos días, el trabajo con la juventud no es fácil en Grecia. Como en muchas latitudes del mundo, las nuevas generaciones sufren la desilusión de la precariedad del trabajo y de ver un futuro muy incierto. Además, suelen abandonar el servicio pastoral cuando deben partir a la universidad o a trabajar. Tampoco son propensos al matrimonio, y menos aún a tener hijos, lo que preocupa a las comunidades católica y ortodoxa, que es ampliamente mayoritaria. Sin embargo, cuando descubren la comunidad cristiana y logran reunirse, las cosas cambian. “Cada vez más intentamos estar todos juntos y hacer causa común, ya que los primeros beneficiados son los chicos que están encantados de ver gente de distintas edades y de distintas culturas, que tenemos los mismos problemas y las mismas inquietudes, y que podemos recibir la misma gracia de Dios a través de la Iglesia”, detalla el padre Pérez-Victoria.
Y como la comunidad católica griega está muy dinamizada por el voluntariado social, especialmente dada su acogida a las oleadas de migrantes y refugiados que han llegado los últimos años, otro de los retos es que los jóvenes comprendan e integren el servicio a los más necesitados como consecuencia y expresión de la fe. El sacerdote cuenta que los esfuerzos pastorales se orientan principalmente a “darles a Jesucristo, que les cambie el corazón, y que luego vayan a servir, en el trabajo, en la casa, siendo generosos, en el tener hijos”, puntualiza.
Por ahora, en sus pensamientos solo hay cabida para el diálogo que tendrán con Francisco el lunes. “Estamos súper ilusionados de verlo de cerca, de poderle decir algo cariñoso, de poder recibir una palabra suya, esperando muchísimo del encuentro”, concluye el presbítero.
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