Papa: "Dejemos que Dios habite nuestro corazón y toque nuestras zonas oscuras"
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
El domingo 2 de enero, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus, asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano junto a los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
El Pontífice reflexionó sobre la Liturgia del día que presenta una hermosa frase que siempre rezamos a la hora del Ángelus y que es la única que nos revela el sentido de la Navidad: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14).
Dios: Verbo y carne
Estas palabras contienen una paradoja -dijo el Santo Padre- ya que ponen juntas dos realidades opuestas: el Verbo y la carne:
En este contexto, Francisco puntualizó que antes de Jesús eran dos mundos separados: "El Cielo opuesto a la tierra, lo infinito opuesto a lo finito, el espíritu opuesto a la materia".
Ante nuestra fragilidad, el Señor no retrocede
El Papa se detuvo a analizar otro binomio presente en el Prólogo del Evangelio de Juan: luz y tinieblas (cfr. v. 5).
"Jesús es la luz de Dios que ha entrado en las tinieblas del mundo. Dios es luz: en Él no hay opacidad; en nosotros, en cambio, hay muchas oscuridades. Ahora, con Jesús, se encuentran la Luz y las tinieblas: la santidad y la culpa, la gracia y el pecado", subrayó.
Pero... ¿qué quiere anunciar el Evangelio con estas polaridades? Para Francisco se trata de una cosa espléndida, es decir, el modo de actuar de Dios:
Dejar que Dios habite en nuestra vida, aunque sea desaliñada
Continuando con su alocución, el Pontífice recordó que, a menudo, nos mantenemos a distancia de Dios porque pensamos que no somos dignos de Él por diversos motivos y aunque esto sea cierto, la Navidad nos invita a ver las cosas desde el punto de vista divino:
Sin embargo, para lograr que Dios habite en nuestro corazón -añadió el Santo Padre- cada uno debe hacerle un espacio, aunque no sólo con palabras, sino con gestos concretos:
"Tal vez haya aspectos de la vida que guardamos para nosotros, exclusivos, lugares interiores en los cuales tenemos miedo que entre el Evangelio, donde no queremos poner a Dios en medio", afirmó Francisco, a la vez que invitó a todos a aprovechar estos días navideños para acoger al Señor en nuestro corazón.
Presentémosle nuestras zonas oscuras
Y ¿cómo podemos hacerlo? El Papa sugiere dos formas: deteniéndonos ante el pesebre, "porque muestra a Jesús que viene a habitar toda nuestra vida concreta, ordinaria, donde no va todo bien, donde hay muchos problemas"; y presentándole allí nuestras situaciones, lo que vivimos.
Ante el pesebre, hablemos con Jesús de nuestras vicisitudes concretas. Invitémoslo oficialmente a nuestra vida, sobre todo a las zonas oscuras, a nuestros "establos interiores", -aseveró el Obispo de Roma- exhortando también "a contarle sin miedo los problemas sociales y eclesiales de nuestro tiempo, porque Dios ama habitar entre nosotros".
"Que la Madre de Dios, en quien el Verbo se hizo carne, nos ayude a cultivar una mayor intimidad con el Señor", concluyó.
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