Corazones que se acercan a la Madre: de sus brazos saldrá la paz
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
Es el 13 de mayo de 1917. En Cova da Iría, Portugal, tres niños pastorcitos ven a la Virgen María con un Rosario en la mano. Es la primera de las seis apariciones de la Virgen a Lucía dos Santos y a sus primos Francisco y Jacinta Marto. La historia de Fátima se entrelaza con otra fecha: la del 13 de mayo de 1981, día del dramático atentado contra el Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.
Peregrinación de Francisco a Fátima
El Santuario de Fátima recibió al Papa Francisco en 2017, en el centenario de las apariciones marianas. En esa ocasión, el Pontífice, ante más de medio millón de fieles, presidió el 13 de mayo el rito de canonización de Francisco y Jacinta Marto, dos de los niños pastores que fueron testigos de las visiones marianas.
En su homilía en el atrio del Santuario de "Nuestra Señora de Fátima", el Santo Padre exhortó a dirigir la mirada hacia María, fuente de esperanza y de paz.
Vivir la vida como un don
Al final de la misa, el 13 de mayo de hace cinco años, el Papa Francisco dirigió un saludo a todos los enfermos, enlazando también sus palabras con páginas del Evangelio: "Jesús sabe lo que significa el dolor, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con San Francisco Marto y Santa Jacinta, con los santos de todos los tiempos y lugares". Francisco recordó "al apóstol Pedro, encadenado en la cárcel de Jerusalén, mientras toda la Iglesia rezaba por él". "Y el Señor consoló a Pedro". Este, añadió el Pontífice, es "el misterio de la Iglesia: la Iglesia pide al Señor que consuele a los afligidos".
No se avergüencen de ser un precioso tesoro de la Iglesia
María, Reina de la Paz
El 14 de mayo de 2017 el Papa Francisco a la hora del Regina Caeli exhortó a dirigir la mirada a María: "Dejémonos guiar por la luz que viene de Fátima. Que el Corazón Inmaculado de María sea siempre nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos lleva a Cristo".
El Pontífice recordó la peregrinación a Fátima, donde la "Virgen eligió el corazón inocente y la sencillez de los pequeños Francisco, Jacinta y Lucía, como depositarios de su mensaje".
"Ellos – dijo el Pontífice – rezaban frecuentemente el Rosario, hacían penitencia y ofrecían sacrificios para obtener el fin de la guerra y por las almas más necesitadas de la misericordia divina".
"Hay mucha necesidad de oración y penitencia"
A la hora del Regina Caeli de aquel 14 de mayo, el Papa pronunció unas palabras que también se refieren a estos días sacudidos en Europa por el estruendo devastador de las armas: "Encomiendo a María, Reina de la Paz, la suerte de los pueblos afligidos por las guerras y los conflictos”.
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