Francisco a los Equipos de Nuestra Señora: Jóvenes con alas y raíces
Vatican News
“Querían oír de mis labios que la Santa Madre Iglesia los ama y cuenta con ustedes. Y así es”. Estas fueron las primeras palabras dirigidas por el Papa Francisco a más de 250 miembros del movimiento “Equipos de Nuestra Señora”, reunidos este mediodía en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. Una realidad eclesial formada por jóvenes, parejas y familias, que como describió el mismo Pontífice, quieren vivir según los principios de la doctrina católica, profundizando en su conocimiento, para crecer en la intimidad con Cristo y la Virgen María, sintiéndose enviados a la misión en la vida cotidiana. Una realidad que Jesús amó como a aquellos jóvenes que lo siguieron y se dejaron conquistar por él
“Se puede decir, por tanto, que cada joven es una esperanza para Jesús: la esperanza de la amistad, la esperanza de caminar juntos, la esperanza de salir juntos en misión. En consecuencia, cada uno de vosotros es también una esperanza para la Iglesia”.
El equipo
Francisco hizo su reflexión partiendo justamente de los tres elementos que componen el nombre del movimiento: equipo, Nuestra Señora y jóvenes. Y precisamente sobre el trabajo de grupo el Pontífice recordó que una experiencia de equipo es un don, no es algo que se adquiere. De hecho, explicó que todas las personas estamos en relación, que Dios atrae hacia una comunidad, que el Señor salva integrándonos en un pueblo porque nadie se salva solo.
“No dejes que el mundo te haga creer que es mejor caminar solo. Solo puedes conseguir algún éxito, sí, pero sin amor, sin compañía, sin pertenecer a un pueblo, sin esa experiencia impagable de soñar juntos, arriesgar juntos, sufrir juntos y celebrar juntos”.
El Santo Padre recordó que en esta época virtual y la soledad que esta conlleva muchas personas, en especial jóvenes es importante trabajar juntos y crecer como equipo: avanzar, tender puentes y jugar en equipo
“No tengas miedo de abrirte, de correr riesgos; y no tengas miedo de los demás. Es cierto que existe el acoso, el abuso, la mentira, la traición, pero -créanme- el problema no es defenderme de los demás; mi preocupación debe ser defender a las víctimas”.
Nuestra Señora
Al reconocer que el movimiento se caracteriza por una fuerte devoción a la Virgen, siguiendo su ejemplo y poniéndose bajo su maternal protección, el Pontífice explicó que “cuando uno acoge a María, la Madre, en su vida, nunca pierde el centro, que es el Señor. Porque María nunca se señala a sí misma, sino a Jesús y a sus hermanos”. De allí su exportación a vivir en una consagración diaria a la Virgen María porque Ella los ayudará a crecer como equipo, compartiendo los dones recibidos en un espíritu de diálogo y acogida mutua.
“A ella podemos encomendarnos con la confianza de los recién nacidos, de los pobres, de los sencillos que saben que su Madre está cerca, llena de atención y ternura”
En este contexto, Francisco recordó el tema de la próxima Jornada Mundial de la juventud que se celebrará en agosto del próximo año en Lisboa: "María se levantó y partió deprisa" (Lc 1,39). Una invitación especial dirigió el Papa a los jóvenes y familias portuguesas presentes en la audiencia.
“Levantarse para servir, salir a cuidar de los demás y de la creación: son valores típicos de los jóvenes. Los animo a practicarlos mientras se preparan para la JMJ de Lisboa”
Jóvenes
Al reflexionar sobre el tercer punto, los jóvenes, el Papa propuesto una buena cantidad de preguntas sobre las aspiraciones y horizontes, sobre los valores y prejuicios, sobre lo importante de las raíces que están en la sabiduría de las pasadas generaciones.
“El futuro es de los jóvenes. Pero - ¡cuidado! - Jóvenes con dos cualidades: jóvenes con alas y jóvenes con raíces. Jóvenes con alas para volar, para soñar, para crear, y con raíces para recibir de los mayores la sabiduría que dan”.
Por último, Francisco saludó a los adultos, a las parejas y a los sacerdotes-asistentes que acompañan el movimiento
“Creo que es una gran alegría para ustedes acoger y acompañar a estos jóvenes. Sean testigos de ellos, con humildad y sencillez. Testigos del amor a Cristo y a la Iglesia, testigos de la escucha y del diálogo, testigos del servicio desinteresado y generoso, testigos de la oración.
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