L’Aquila. El Papa: Se necesita más fuerza para perdonar que para hacer la guerra
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Vengo entre ustedes, sobre todo, para confirmarlos en la esperanza de Jesús Crucificado y Resucitado. Pero, también vengo a animarlos a atesorar el mensaje que el Papa Celestino dejó a toda la Iglesia. Realmente la humildad, el amor, la cercanía, el perdón, la misericordia son la forma más hermosa de anunciar el Evangelio a los hombres y mujeres de hoy y de todos los tiempos”, lo afirma el Papa Francisco en la entrevista que concedió al cotidiano italiano de Los Abruzos, “Il Centro de L’Aquila”, explicando el significado espiritual de su visita pastoral a esta diócesis italiana, con ocasión de la 728 edición del Perdón Celestiniano, en programa el próximo 28 de agosto de 2022.
No puede haber renacimiento si no se confía en Dios
En la entrevista con Giustino Parisse, periodista de este cotidiano italiano, el Santo Padre reitera algunos puntos clave de su Pontificado y lanza un importante mensaje de aliento a la comunidad de L'Aquila, que se vio afectada por el terremoto del 6 de abril de 2009, evento que cambió la vida de muchas personas y puso algunas cuestiones a la fe, como el renacer a una vida nueva. “El dolor y el sufrimiento son siempre un misterio. No debemos pensar que basta con tener un razonamiento convincente y que estamos a salvo de la oscuridad de ciertas experiencias. (…) No puede haber renacimiento – precisa el Papa – sin este gesto de confianza en Aquel que tiene el poder de sostener nuestro mano justo cuando todas las demás certezas se derrumban”. Sin esta certeza, agrega el Pontífice, nada tendría sentido, y todo sería aplastado por el destino de la muerte. Pero esta certeza interior es un don que hay que pedir, y al mismo tiempo hay que protegerla de todos los que quisieran extinguirla.
El mal nunca se vence con el mal, sino sólo con el bien
La apertura de la Puerta Santa será uno de los momentos centrales de la visita del Papa Francisco a L’Aquila, es el símbolo del Perdón. En este sentido, le preguntan al Papa si es un mundo desgarrado por los contrastes y las guerras, ¿puede el perdón ser la clave para cambiar de perspectiva y mirar al futuro con esperanza? El Santo Padre responde diciendo que, “estamos asistiendo en estos meses a la guerra de Ucrania, pero también a muchos otros conflictos que no encuentran suficiente espacio en los medios de comunicación pero que afligen a miles de personas y especialmente a inocentes. El mal nunca se vence con el mal, sino sólo con el bien”. Se necesita más fuerza para perdonar que para hacer la guerra. Pero el perdón necesita una gran madurez interior y cultural. “Creo que todos juntos debemos cultivar una cultura de la paz que pase precisamente por la maduración del perdón posible. Sin este compromiso – precisa el Papa – seguiremos sumidos en la lógica del mal que se engancha a la lógica del interés de quienes se aprovechan de estos conflictos para enriquecerse y explotar. El perdón es la única arma posible contra toda guerra”.
La pobreza no es un eslogan sino una forma de estar en el mundo
Otro tema que afronta el Papa Francisco en la entrevista es el de la pobreza y en qué sentido la pobreza puede ser un valor para el cristiano. “Hay una pobreza que es fruto de la injusticia y una pobreza evangélica que es la liberación de la posesión. La primera debe ser combatida con justicia y solidaridad, la segunda debe ser elegida como el camino que lleva a experimentar la verdadera paz. Porque sólo cuando no somos esclavos de la posesión – señala el Papa – podemos experimentar esa libertad interior que nos hace sentir alegría por todo en la vida. La pobreza, incluso para un cristiano, no es un eslogan sino una forma de estar en el mundo. La pobreza es la actitud verdaderamente libre”.
Sólo la unidad hace posibles los cambios verdaderos y duraderos
Finalmente, el Santo Padre se refiere al testimonio de solidaridad y cercanía de la Iglesia en L’Aquila en favor de los que sufren y los más necesitados a causa del terremoto. “Agradezco a la Iglesia de L'Aquila el testimonio que ha dado en estos años. Agradezco a los pastores que lo han sucedido, empezando por Monseñor Molinari, que vivió directamente el terremoto de 2009, y terminando por el Cardenal Petrocchi. Pero mi agradecimiento es para todos los sacerdotes, religiosos y religiosas que, junto con los laicos, llevaron a cabo una reconstrucción que no sólo afectó a las casas sino al alma misma del pueblo. De hecho, es la cercanía, la presencia, el compartir, la caridad concreta, la escucha, la ternura, el modo en que se debe anunciar el Evangelio, sobre todo cuando se está cerca de los que han sufrido tanto. No se puede ir muy lejos si no se está acompañado. Sólo la unidad hace posibles los cambios verdaderos y duraderos. Debemos dejar atrás todo lo que nos divide y valorar en cambio todo lo que nos une. Con este estilo, la esperanza no será sólo una utopía, sino una certeza en la que basar el futuro y el compromiso de todos”.
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