Francisco a científicos: No todo lo que permite la técnica es admisible para la ética
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
Con un agradecimiento a la Sociedad Max Planck para la Promoción de la Ciencia, de Alemania, comenzó el discurso entregado por el Santo Padre a una decena de miembros de la organización. El Pontífice no pronunció el texto preparado pues se encuentra con un fuerte resfriado, como él mismo lo dijo en su primer encuentro público este jueves 23 de febrero, con los jóvenes sacerdotes y monjes de las Iglesias ortodoxas.
En esta institución, miles de personas, dentro de los numerosos institutos, trabajan al servicio de un conocimiento cada vez más profundo y preciso n las distintas áreas del saber, acotó Su Santidad.
En su mensaje, Francisco animó, en primer lugar, a la organización a mantener, como siempre ha hecho, los más altos estándares de integridad científica, de modo que permanezca libre de influencias inapropiadas, tanto de naturaleza política como económica.
"Se trata de un requisito ineludible en todas las etapas del trabajo científico, desde la fase inicial hasta la difusión de los resultados y su utilización", sostuvo el Pontífice, a quien le parece que, en nuestro tiempo, hay que salvaguardar y, si es posible, aumentar el apoyo a la ciencia pura. En efecto, sin menoscabo alguno de la ciencia aplicada, el Obispo de Roma subrayó que se debe reconocer el carácter de bien público de la ciencia pura, cuyos resultados deben ponerse al servicio del bien común. Y ciertamente, consideró que la institución alemana puede hacer mucho en este sentido.
Las cuestiones éticas del pensamiento híbrido
Para el Sucesor de Pedro, "el anuncio de la inminente aparición del llamado 'pensamiento híbrido', resultante de la hibridación del pensamiento biológico y no biológico, que permitiría al hombre no ser suplantado por la Inteligencia Artificial, plantea cuestiones de gran relevancia tanto a nivel ético como social".
El Pontífice llamó a considerar que la fusión de la capacidad cognitiva del hombre y la potencia del cálculo de la máquina alteraría sustancialmente la especie homo sapiens y planteó que no podemos dejar de plantearnos la cuestión del sentido último, es decir, de la dirección, de lo que está sucediendo ante nuestros ojos.
"Si para quienes se reconocen en el proyecto transhumanista esto no es motivo de preocupación, no puede decirse lo mismo de quienes, por el contrario, se empeñan en hacer avanzar el proyecto neohumanista, según el cual no puede aceptarse el desfase entre acción e inteligencia", añade.
Francisco explicó que "si se separa la capacidad de resolver problemas de la necesidad de ser inteligente al hacerlo, lo que se anula es la intencionalidad y, por tanto, la eticidad de la acción". También manifestó que está seguro de que la Sociedad Max Planck querrá hacer un aporte fundamental en este sentido.
La última consideración de Bergoglio refirió al principio de responsabilidad "técnica" que no admite el juicio moral de lo que es bueno y malo. En este sentido, reconoció que "la acción, sobre todo de las grandes organizaciones, debe valorarse en términos puramente funcionales, como si todo lo posible fuera, por eso mismo, éticamente permisible". "La Iglesia nunca puede aceptar tal postura, de cuyas trágicas consecuencias ya hemos tenido demasiadas pruebas. Más bien, es la responsabilidad como cuidado del otro, y no sólo como rendir cuentas de lo que uno ha hecho, lo que debemos volver a situar hoy en el centro de nuestra cultura".
"Porque uno es responsable no solo de lo que hace, sino también y sobre todo de lo que no hace, aunque podría hacerlo", concluyó Francisco, grato por la visita de la delegación, deseando lo mejor para su trabajo y que el Espíritu Santo los asista en sus investigaciones y proyectos, impartiéndole complacido la Bendición Apostólica.
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