Francisco: Los monjes, fuerza invisible que sostiene a la Iglesia y su misión
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
Con su oración ayudan al anuncio del Evangelio y, renunciando "a sí mismos y al mundo para imitar a Jesús en el camino de la pobreza, la castidad, la obediencia y para interceder a favor de todos", ellos también dan testimonio del celo apostólico. Son los que eligen el monacato. El Papa Francisco, en la catequesis de la audiencia general, explica que su testimonio, como el de san Pablo y los mártires, descritos en semanas anteriores, "atraviesa la historia de la fe". Pero surgen preguntas: “¿cómo puede la gente que vive en un monasterio ayudar al anuncio del Evangelio? ¿No sería mejor que usaran sus energías en la misión?”
Los monjes son el corazón palpitante del anuncio: su oración es oxígeno para todos los miembros del Cuerpo de Cristo, es la fuerza invisible que sostiene la misión. No es casualidad que la patrona de las misiones sea una monja, santa Teresa del Niño Jesús.
El ejemplo de san Gregorio de Narek
Ese amor que la monja carmelita de Lisieux identificó como el único impulso a la acción de los miembros de la Iglesia es el que nutre a todos los monjes, aclara Francisco.
Los contemplativos, los monjes, las monjas: gente que reza, trabaja, reza, en silencio, por toda la Iglesia. Y esto es el amor: es el amor que se expresa rezando por la Iglesia, trabajando por la Iglesia, en los monasterios.
“El amor por todos anima la vida de los monjes y se expresa en su oración de intercesión", continuó el Pontífice.
Al respecto quisiera traerles como ejemplo a san Gregorio de Narek, doctor de la Iglesia. Es un monje armenio, que vivió entorno al año 1000, que nos ha dejado un libro de oraciones, en el cual se ha derramado la fe del pueblo armenio, el primero en abrazar el cristianismo; un pueblo que, aferrado a la cruz de Cristo, ha sufrido tanto a lo largo de la historia.
Los monjes y monjas son una reserva en el corazón de la Iglesia
De San Gregorio, que pasó casi toda su vida en el monasterio de Narek, el Papa destaca la capacidad de "escrutar las profundidades del alma humana", "la solidaridad universal de la que es intérprete", la constante oración de intercesión por todos los hombres.
"El ofrece-oración de todo el mundo", recuerda el Papa, evidenciando aquel vivir "en unión con todos" del monje armenio, que imploraba misericordia para todos, partiendo de las miserias del hombre, que no veía en los demás, "sino sobre todo en sí mismo". Francisco señala que también existe una solidaridad universal entre todos los monjes y las monjas, que su intercesión y su trabajo diario son un puente de intercesión y que sus corazones rezan e interceden por todos, porque "toman sobre sí los problemas del mundo".
Nos hará bien visitar algunos monasterios, porque allí se reza y se trabaja. Cada uno tiene su propia regla, pero allí sus manos están siempre ocupadas. Ocupadas con el trabajo y con la oración. Que el Señor nos dé nuevos monasterios, nos dé monjes y monjas que lleven adelante la Iglesia con su intercesión.
Antes de terminar la audiencia, tras saludar a los peregrinos italianos, Francisco pide una vez más oraciones por la martirizada Ucrania. Y dirigiéndose a los fieles polacos recuerda que dentro de unos días en Kalisz, en el Santuario nacional de San José, se celebrará el Día del Martirio del clero polaco durante la Segunda Guerra Mundial y espera "que el testimonio de los mártires polacos estimule a los sacerdotes, a las personas consagradas, a los fieles laicos, especialmente a los jóvenes, a la valentía y a la generosidad en el servicio a Dios y a los hermanos".
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