Llamamientos a la paz suelen quedar desoídos, necesarios defensores del diálogo
Vatican News
Sobre la situación actual del mundo se posa la mirada del Papa Francisco al recibir, este sábado 13 de mayo, a los embajadores ante la Santa Sede de Islandia, Bangladés, Siria, Gambia y Kazajistán, con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales. En su discurso, el Pontífice recordó en primer lugar y de forma particular al pueblo sirio que, en medio de los sufrimientos causados por el conflicto armado, “aún se está recuperando del reciente y violento terremoto”. Invitó a pensar en lugares como Sudán, la República Democrática del Congo, Myanmar, Líbano y Jerusalén, “que se enfrentan a enfrentamientos y disturbios”, también en Haití que “sigue sufriendo una grave crisis social, económica y humanitaria”. Y no olvidó, claramente, la guerra en Ucrania, “que ha provocado sufrimientos y muertes indecibles”.
La mirada del Papa se posó también en el flujo creciente de migraciones forzosas, en los efectos del cambio climático y en los hermanos y hermanas “que siguen viviendo en la pobreza por falta de acceso a agua potable, alimentos, atención sanitaria básica, educación y trabajo digno”. Hay, sin duda, - constató- un desequilibrio creciente en el sistema económico mundial.
¿Cuándo aprenderemos de la historia que los caminos de la violencia, la opresión y la ambición desmedida por conquistar tierras no sirven al bien común? ¿Cuándo aprenderemos que invertir en el bienestar de las personas es siempre mejor que gastar recursos en la construcción de armas letales? ¿Cuándo aprenderemos que las cuestiones sociales, económicas y de seguridad están todas relacionadas unas con las otras? ¿Cuándo aprenderemos que somos una familia humana, que sólo puede florecer verdaderamente cuando todos sus miembros son respetados, cuidados y capaces de contribuir a su manera original? Hasta que no nos demos cuenta de ello, seguiremos viviendo lo que he llamado una tercera guerra mundial combatida a pedazos.
Tras esta serie de planteamientos, que pueden, según el Papa, “disturbar nuestra sensibilidad” y en especial la “satisfacción” por los avances tecnológicos y científicos, logros “encomiables” que no deben dejar a nadie indiferente ante el estado actual del mundo, Francisco invitó a mantenerse también “optimistas y determinados en la convicción de que la familia humana puede afrontar con éxito los retos de nuestro tiempo”. Y entrando en el servicio propio que los embajadores están llamados a prestar, ofreció algunas reflexiones:
Como hombre o mujer de diálogo, constructor de puentes, el embajador puede ser una figura de esperanza. Esperanza en la bondad última de la humanidad. Esperanza en que el terreno común es posible porque todos formamos parte de la familia humana. Esperanza en que nunca se dice la última palabra para evitar un conflicto o resolverlo pacíficamente. Esperanza de que la paz no sea un sueño irrealizable. Mientras sigue sirviendo fielmente a su país de origen, el Embajador intenta dejar a un lado las emociones superfluas y superar las posiciones arraigadas para encontrar soluciones aceptables. Desde luego, no es una tarea fácil. La voz de la razón y los llamamientos a la paz suelen quedar desoídos. La actual situación mundial, sin embargo, no hace sino subrayar aún más la necesidad de que los Embajadores y sus colegas sean defensores del diálogo, paladines de la esperanza.
Por último, el Santo Padre habló del compromiso de la Santa Sede en la protección de la dignidad inviolable de toda persona, en la promoción del bien común y de la fraternidad humana, esfuerzos, éstos, “que no implican la persecución de fines políticos, comerciales o militares”, y que se realizan “mediante el ejercicio de una neutralidad positiva”, que permite a la Santa Sede “contribuir mejor a la resolución de conflictos y otras cuestiones”. Y aseguró a los embajadores que la Secretaría de Estado, junto con los Dicasterios y Oficinas de la Santa Sede, están “más que dispuestos” a entablar con ellos “un diálogo abierto y honesto”, y a trabajar juntos “por la mejora de la familia humana”.
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