El Papa: Sueño la paz para la península coreana
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Mirando a la península coreana "siempre en mis pensamientos y en mis oraciones", representada por unos doscientos peregrinos que acudieron al Vaticano para la bendición de una estatua en un nicho externo de San Pedro del mártir Andrés Kim Taegon, el Papa Francisco expresó "un sueño", el sueño de la paz. Un deseo de futuro que – dijo el Pontífice en la audiencia de esta mañana – "no se construye con la fuerza violenta de las armas, sino con la fuerza suave de la proximidad".
Se trata de "una profecía para la península coreana y para el mundo entero", hoy dividido y desgarrado por los conflictos – afirmó el Papa –poniendo sus esperanzas en la Iglesia del país asiático, elegido como destino de la próxima JMJ en el 2027 al que ya visitó en el 2014 con motivo de la VI Jornada de la Juventud Asiática.
El grano que muere y da fruto
Esta vocación es inherente al pueblo católico coreano, para el que la vida y el martirio del primer sacerdote, San Andrés Kim, hace hoy 177 años, son faro y guía.
"Cuando pienso en la intensa vida de este gran santo, me vienen al corazón las palabras de Jesús: 'Si el grano de trigo, caído en tierra, no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto'. Son palabras que nos ayudan a leer con inteligencia espiritual la hermosa historia de su fe, de la que San Andrés Kim es una preciosa semilla: él, primer sacerdote mártir de Corea, fue asesinado muy joven, poco después de ser ordenado" – subrayó el Papa Francisco – y compartió el recuerdo de su oración en el Santuario de Solmoe, en la casa donde nació y pasó su infancia San Andrés Kim: "Allí recé en silencio, de modo especial por Corea y por los jóvenes”.
Cuidar a los jóvenes con vistas a la JMJ
Precisamente sobre los jóvenes se detuvo el Papa en su discurso, pidiendo a la Iglesia coreana – con vistas a la próxima Jornada Mundial de la Juventud del 2027 en Seúl – que cuide de ellos: "A pesar de su maravillosa historia de fe y de la gran labor pastoral que llevan a cabo con entusiasmo, muchos jóvenes, también los suyos, se dejan seducir por los falsos mitos de la eficiencia y del consumismo, y fascinar por la ilusión del hedonismo".
"Enviar" a los misioneros
Este anuncio del Evangelio, llevado a cabo con tan "gran ardor", es uno de los testimonios más hermosos de San Andrés Kim, un anuncio constante realizado "con nobleza de espíritu, sin acobardarse ante los peligros y a pesar de muchos sufrimientos", como el de ver martirizados a su abuelo y a su padre y a su madre obligada a vivir como mendiga.
"Mirándolo, ¿cómo no sentirnos exhortados a cultivar en nuestros corazones el celo apostólico, a ser signo de una Iglesia que sale de sí misma para sembrar con alegría la semilla del Evangelio, también a través de una vida gastada por los demás, en paz y con amor?", preguntó el Pontífice, para después añadir espontáneamente:
El Evangelio no divide, sino une
Es una Iglesia fecunda, en efecto, la de Corea, surgida de los laicos y "fecundada" por la sangre de los mártires: "Se regenera a sí misma – subrayó el Papa – sacando de sus raíces el generoso impulso evangélico de los testigos y la valorización del papel y de los carismas de los laicos". Desde este punto de vista, Francisco recordó la importancia de "ampliar el espacio de colaboración pastoral" entre sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, "todos juntos, sin cerrazones".
Apóstoles de la paz
La invitación fue, pues, a ser "apóstoles de la paz" en todos los ámbitos de la vida. Como Andrew Kim, que, como estudiante de teología en Macao, tuvo que presenciar los horrores de las Guerras del opio: "Sin embargo, en aquel contexto conflictivo, consiguió ser semilla de paz para muchos, demostrando su aspiración a encontrarse con todos y dialogar con todos”.
"Encomendamos a San Andrés Kim – fue la oración final del Obispo de Roma – el sueño de la paz de la península coreana, que está siempre en mi pensamiento y en mis oraciones".
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