El Papa rogó a Dios que se recreen condiciones para la paz
Patricia Ynestroza - Ulán Bator
Abrazar con la mirada el amplio horizonte que nos rodea, superando las visiones estrechas y abriéndonos a una mentalidad amplia, como invitan las ger, residencias nómadas. Es así como el Papa Francisco dedica sus palabras al pueblo mongol en su primer discurso, resaltado por el espíritu de paz que sobresale su cultura, y el respeto por la naturaleza, siempre atentos a no romper los delicados equilibrios del ecosistema. Una cultura, la mongola, que es ejemplo para quienes, tampoco quieren cerrarse en la búsqueda de un miope interés particular, sino que desea entregar a la posteridad una tierra todavía acogedora y fecunda.
Su primer discurso dirigido, como es tradición, a las autoridades, a la sociedad civil y al cuerpo diplomático, el Papa, recordando la Pax Mongolia, establecida por Gengis Khann, para poner fin a conflictos seculares y crear un ambiente de coexistencia pacífica, Francisco rogó a Dios, que sobre la tierra, devastada por tantos conflictos, se recreen también hoy, en el respeto de las leyes internacionales, las mismas condiciones.
La acción de paz de Mongolia
Mongolia, les dijo el Papa con su amplia red de relaciones diplomáticas, su activa adhesión a la ONU, su compromiso por los derechos humanos y por la paz, desempeña un papel significativo en el corazón del gran continente asiático y en el mundo. La acción de paz de Mongolia, no se detiene allí, Francisco recordó su determinación en detener la proliferación nuclear y a presentarse al mundo como un país sin armas nucleares.
Un discurso denso, donde el Pontífice delineó las problemáticas que afectan a este mundo herido, un espíritu consumista, que no solo genera injusticias, sino que lleva a un individualismo que olvida a los demás y a las buenas tradiciones recibidas.
El respeto por las tradiciones religiosas
La importancia de la religión inspirada en su patrimonio espiritual original y no corrompida por desviaciones sectarias, son soportes fiables para la construcción de sociedades sanas y prósperas, son un freno a la peligrosa carcoma de la corrupción. En el marco de las tratativas en curso para estipular un acuerdo bilateral entre ambos estados, Francisco pidió que los católicos locales, ayudados por hombres consagrados no tengan dificultad para ofrecer a Mongolia su contribución humana y espiritual, representando un canal importante para alcanzar las condiciones básicas para el desarrollo de las actividades ordinarias en las que está comprometida la Iglesia Católica, entre ellas, las iniciativas de desarrollo humano integral, en los sectores de educación, sanidad, asistencia, investigación y pormoción cultural.
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