Los misioneros, "libros vivos al servicio del Evangelio"
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
La pequeña comunidad católica de Mongolia abrazó al Santo Padre Francisco. El encuentro del Pontífice con los obispos, sacerdotes, misioneros, consagrados y agentes pastorales en la catedral de los Santos Pedro y Pablo de Ulán Bator, cuya estructura recuerda el ger tradicional, vivienda típica de los pueblos nómadas mongoles, se enriqueció con cantos y testimonios.
Monseñor Mumbiela Sierra: nadie es extranjero en la Iglesia
Antes del discurso del Papa, tomó la palabra el presidente de la Conferencia episcopal de Asia central, monseñor José Luis Mumbiela Sierra. "Gracias por venir a nuestra casa, a nuestro ger", dijo.
"En estos días, la presencia del sucesor del apóstol Pedro entre nosotros – añadió el prelado – es un testimonio vivo y gozoso que justifica la esperanza de tantos siglos". Recordando entonces que en Mongolia casi todos los misioneros procedían de otros países y continentes, monseñor José Luis Mumbiela Sierra subrayó que "la Iglesia crea fraternidad" y que en la Iglesia católica "nadie es extranjero".
Testimonio de una religiosa
Cuidar a los niños con discapacidades físicas y mentales, atender a los enfermos y ancianos abandonados por sus familias, acoger a los sin techo, dar de comer a los hambrientos y asistir a las familias pobres y marginadas. Son las obras, al servicio del Evangelio, que ofrecen a diario las Misioneras de la Caridad en Mongolia. Así lo recordó la hermana Sage Mary Vandanakara:
"A través de estas obras de caridad – dijo la religiosa – intentamos que la gente se dé cuenta de lo preciosas que son estas personas a los ojos de Dios, con un profundo deseo de devolverles su dignidad y su valor humano". A continuación, la hermana Sage Mary relató cómo llegó a Mongolia en 1998, "cuando la Iglesia acababa de echar raíces".
"Al dedicarnos al servicio de los más pobres entre los pobres – dijo –sentimos que nosotras también teníamos que vivir entre ellos y experimentar algunas de las dificultades a las que se enfrentaban, como la falta de agua y otras necesidades básicas".
La historia de un sacerdote mongol
La hermana Sage Mary Vandanakara también recordó que entre los jóvenes atendidos por las Misioneras de la Caridad había un muchacho que ahora es sacerdote. Es el padre Sanjaajav Peter, que contó brevemente su propia historia: "Dios me ha dado muchas oportunidades para crecer como mongol en tierra mongola, y también me ha elegido para contribuir a la salvación de mi pueblo”.
El padre Sanjaajav Peter continuó explicando que en la pared exterior de su iglesia hay un cuadro titulado "Un día en Mongolia, que ilustra un día tradicional y nómada del pueblo mongol" y muestra que Dios "está cerca de la vida de cada persona".
Testimonio de una agente de pastoral
Otro testimonio que resonó durante el encuentro del Papa con la Iglesia local fue el de Rufina Chamingerel, agente pastoral. No crecí en una familia católica – dijo – pero me convertí en católica cuando era estudiante". "Una vez fui a visitar a mi bisabuelo. Estuve toda la noche hablando de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección".
Ese entusiasmo se convirtió en una importante responsabilidad, "ir a estudiar a Roma y volver a Mongolia para ayudar a crecer a la Iglesia mongola". "Somos muy afortunados en el sentido de que no tenemos muchos libros de catequesis en nuestra propia lengua – dijo Rufina Chamingerel – pero tenemos muchos misioneros que son libros vivos.
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