Vivir en Mongolia sintiendo el calor humano del mongol
Patricia Ynestroza - Ulán Bator
En Mongolia, hay 500 latinoamericanos. Cristo Camilo Gavilla, está casado con una mongola, convertida al catolicismo. Ambos hacen parte de la Iglesia católica en Mongolia desde que nació hace 31 años. Cristo Camilo cuenta que entonces, los padres filipinos Wences (Wenceslao) y Gilbert, y con ellos el padre Robert que vino de Tokio (Japón) fueron guiando la comunidad, entonces, muy pequeña. Las misas se hacían en el centro, en un pequeño apartamento, se hacían en inglés. Así comenzaron a asistir ciudadanos extranjeros que vivían en Mongolia y algunas embajadas como la Embajada de Estados Unidos, la de Alemania. Con los extranjeros, empezaron a llegar mongoles, que en ese momento no eran católicos. La comunidad fue aumentando, Desde que renació en 1992 la Iglesia católica hasta el 1994, hubo tres bautizados entre los mongoles. Entre ellos estaban los dos hijos de Cristo Camilo.
Mientras se fue ampliando la comunidad católica, nombran monseñor al padre Wenceslao, se inaugura la Catedral San Pedro, y otras pequeñas iglesias en varios distritos.
Para la visita del Papa, la entrevista fue hecha el viernes el pasado, Cristo confirmó que se prepararon camisetas, gorras, banderitas, tickets para poder asistir al encuentro con el clero y a la misa.
La hospitalidad del mongol
El pueblo mongol, históricamente ha sido un pueblo muy hospitalario, es parte de la cultura mongola. Ellos aceptan a los extranjeros abiertamente, y los ayudan. Si uno visita una familia mongola, nómada, enseguida le ofrecen la leche fermentada de yegua, queso, etc. Lo tratan a uno como si fuera parte de la familia, afirmó Cristo Camilo.
Cristo Camilo considera que después de la visita del Papa, será un impulso tremendo para la Iglesia, la afianzará más, sobre todo dará un impulso a los jóvenes.
Wilma Hagan de Puerto Rico
Wilma Hagan vivió en Mongolia, del 2000 al 2008, su esposo era el representante de la Organización Mundial de la Salud, y ella estuvo muy envuelta con la Iglesia y con otras organizaciones de caridad. Apenas llegados buscaron la Iglesia Católica, cuenta que era un grupo muy pequeño, la Catedral no estaba terminada. Tenían las celebraciones en una capillita, que hoy es una de las oficinas, muy pequeña, cuenta, pero muy acogedora. La comunidad católica mongola era muy pequeña -dijo- pero se sentía el amor, esa fe ferviente que muchas veces ya no hay en muchas iglesias de occidente.
También ella confirma que el mongol es muy hospitalario. Cuando iban al campo para ayudar a otros, ella y su esposo, cuando encontraban un ger, y se detenían por algún motivo, eran bien recibidos. Después de la visita del Papa en Mongolia, ha sido una ventana al mundo, se hizo saber al mundo que la Iglesia Católica en Mongolia está viva y que está creciendo.
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