El Papa: La paz está amenazada y el Año jubilar es necesario
Vatican News
Como cada año, el tradicional discurso del Papa al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede – a los embajadores que en la actualidad proceden de 184 países – representa una llamada de atención ante las coyunturas del mundo con sus desafíos y los caminos posibles a recorrer en favor de la humanidad. En esta ocasión, Francisco dedicó su reflexión a la paz, cada vez más amenazada, recordando que es tarea de la Santa Sede, en el seno de la comunidad internacional, ser una voz profética y una llamada a la conciencia.
Entre otros temas, se refirió a la inteligencia artificial, la migración, la maternidad subrogada y otros “nuevos derechos no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables”, la protección del patrimonio genético humano, el cambio climático, la educación, la libertad religiosa y las desigualdades, sin olvidar el próximo Jubileo.
Tras agradecer las palabras del embajador George Poulides, Decano del Cuerpo Diplomático – quien expresó las preocupaciones de la comunidad internacional – el Santo Padre dio las gracias a todos por su compromiso dedicado a favorecer las relaciones entre la Santa Sede y sus países. Asimismo recordó la ampliación de “la familia diplomática”, gracias al establecimiento de relaciones con el Sultanato de Omán y el nombramiento de su primer embajador.
La paz: don de Dios y nuestra responsabilidad
Después de informar acerca de los últimos avances en la administración diplomática mediante nombramientos y ratificación de acuerdos, el Papa Francisco afirmó que “hay una palabra que resuena en modo particular en las dos principales fiestas cristianas. La oímos en el canto de los ángeles que anunciaban en la noche el nacimiento del Salvador y la escuchamos en la voz de Jesús resucitado. Es la palabra ‘paz’. La paz es en primer lugar un don de Dios: es Él quien nos deja su, pero al mismo tiempo es nuestra responsabilidad”.
Tercera guerra mundial a pedazos
El Santo Padre citó el discurso que el Papa Pío XII pronunció en un célebre Radiomensaje a los pueblos de todo el mundo cuando la segunda guerra mundial se acercaba a su fin, después de más de cinco años de conflicto y la humanidad – decía el Pontífice – sentía “una voluntad cada día más clara y firme surge en una falange, cada vez mayor, de nobles espíritus: hacer de esta guerra mundial, de este universal desbarajuste el punto de partida de una era nueva, para la renovación profunda”.
Ochenta años después, el empuje de aquella ‘renovación profunda’ parece haberse acabado y el mundo está siendo atravesado por un creciente número de conflictos que lentamente transforman lo que he definido muchas veces como ‘tercera guerra mundial a pedazos’ en un verdadero y propio conflicto global.
Francisco se refirió en primer lugar a su preocupación por lo que está sucediendo en Israel y Palestina tras el ataque terrorista contra la población de Israel del pasado 7 de octubre.
Guerras modernas
En cuanto a las “guerras modernas” el Papa dijo que “ya no se desarrollan sólo en los campos de batalla delimitados, ni afectan solamente a los soldados”, sino que “en un contexto en el que ya no parece observarse una distinción entre los objetivos militares y civiles, no hay conflicto que no termine de algún modo por golpear indiscriminadamente a la población civil. Los sucesos de Ucrania y Gaza son una prueba evidente de esto”.
El Santo Padre destacó que en este comienzo de año resuena con toda su actualidad la exhortación del Concilio Vaticano II, en la Gaudium et spes: Y afirmó refiriéndose a la crueldad de las guerras: “Puede que no caigamos en la cuenta de que las víctimas civiles no son ‘daños colaterales’; son hombres y mujeres con nombres y apellidos que pierden la vida. Son niños que quedan huérfanos y privados de un futuro. Son personas que sufren el hambre, la sed y el frío o que quedan mutiladas a causa de la potencia de las armas modernas”.
Enorme disponibilidad de armas
Por otra parte, el Papa recordó que “las guerras pueden proseguir gracias a la enorme disponibilidad de armas”. Y se preguntó: ¿Cuántas vidas se podrían salvar con los recursos que hoy se destinan a los armamentos? ¿No sería mejor invertir en favor de una verdadera seguridad global? Y la propuesta de constituir un Fondo mundial para eliminar de una vez por todas el hambre y promover un desarrollo sostenible para todo el planeta.
Entre las amenazas causadas por tales instrumentos de muerte, no puedo dejar de mencionar la que provocan los arsenales nucleares y el desarrollo de artefactos cada vez más sofisticados y destructivos. Reitero una vez más la inmoralidad de fabricar y poseer armas nucleares. A este respecto, expreso la esperanza de que se puedan retomar lo antes posible las negociaciones para la reanudación del Plan de Acción Integral Conjunto, mejor conocido como ‘Acuerdo sobre el programa nuclear de Irán’, para garantizar un futuro más seguro para todos.
Después de mencionar las demás regiones en conflicto, Ucrania, el Líbano, Siria, Myanmar, Arzerbaiján, Armenia, el Cuerno de África, la República Democrática del Congo, Venezuela y Guayana, mientras que en otros, como Perú, dijo, “observamos fenómenos de polarización que socavan la armonía social y debilitan las instituciones democráticas”.
Desastres naturales y actual crisis climática
Francisco se refirió también a los desastres naturales que también son atribuibles a la acción o la negligencia humanas y que contribuyen gravemente a la actual crisis climática, como la deforestación de la Amazonía, que es el “pulmón verde” de la tierra.
Recordó al respecto que “la crisis climática y medioambiental ha sido el tema de la XXVIII Conferencia de los Estados Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), celebrada en Dubái el mes pasado”, a la que lamentó no haber podido asistir personalmente.
COP28
Sin pretensión de ser exhaustivo el Papa afirmó que nuestro mundo está cada vez más desgarrado, pero sobre todo se encuentran millones de personas – hombres, mujeres, padres, madres, niños – cuyos rostros nos son por lo general desconocidos y que con frecuencia olvidamos”.
Migración desde África y el Mediterráneo hasta América
Las guerras, la pobreza, el abuso de nuestra casa común y la continua explotación de sus recursos, que están en el origen de los desastres naturales, son también causas que empujan a miles de personas a abandonar su patria en busca de un futuro de paz y seguridad.
“En su viaje – dijo el Papa – ponen en riesgo sus vidas debido a rutas peligrosas, como en el desierto del Sahara, en la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá; en Centroamérica, en el norte de México, frontera con Estados Unidos y, sobre todo, en el Mar Mediterráneo”.
Francisco destacó que se suele pasar por alto la vocación del Mare Nostrum, que es la de ser un lugar de encuentro y enriquecimiento mutuo entre personas, pueblos y culturas. De ahí su afirmación:
Y como lo ha afirmado en otras ocasiones, dijo también que es necesario recordar “el derecho a poder permanecer en la propia patria y la consiguiente necesidad de crear las condiciones para que ese derecho se pueda realmente poner en práctica”.
El camino hacia la paz exige el respeto de la vida
Teniendo en cuenta que el camino hacia la paz “exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial”, el Santo Padre afirmó en este sentido:
Por esta razón hizo un llamamiento para que la Comunidad internacional para que se comprometa a prohibir universalmente esta práctica”. En cada momento de su existencia, la vida humana debe ser preservada y tutelada, aunque constato, con pesar, especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos.
Colonizaciones ideológicas
Lamentablemente, recordó el Pontífice, “los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos. Tales colonizaciones ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz”.
En otro orden de cosas, Francisco afirmó que “existe el riesgo de una ‘monadología’ y de la fragmentación en clubes que sólo admiten a los Estados considerados ideológicamente afines. Incluso aquellos organismos, hasta ahora eficaces, centrados en el bien común y en cuestiones técnicas, corren el riesgo de paralizarse debido a polarizaciones ideológicas al ser instrumentalizados por algunos Estados”.
Por supuesto, el diálogo requiere paciencia, perseverancia y capacidad de escucha, sin embargo, cuando se hace un intento sincero de poner fin a la discordia, pueden lograrse resultados significativos. Pienso, por ejemplo, en el Acuerdo de Belfast, conocido también como Acuerdo del Viernes Santo, firmado por los gobiernos británico e irlandés, cuyo 25 aniversario se conmemoró el año pasado. Ese poner fin a treinta años de conflicto violento, puede tomarse como ejemplo para incitar y estimular a las autoridades a creer en los procesos de paz, a pesar de las dificultades y sacrificios que exigen.
El camino hacia la paz y el diálogo interreligioso
Francisco reafirmó que “el camino hacia la paz pasa también por el diálogo interreligioso, que exige ante todo la protección de la libertad religiosa y el respeto de las minorías. Nos duele, por ejemplo, constatar que cada vez más países adoptan modelos de control centralizado de la libertad religiosa, con el uso masivo de la tecnología”.
Discriminación contra los cristianos
Es igualmente preocupante el aumento de la persecución y discriminación contra los cristianos, sobre todo en la última década. No pocas veces se trata, aunque sea de manera incruenta, pero de forma socialmente relevante, de esos fenómenos de lenta marginación y exclusión de la vida política y social y del ejercicio de ciertas profesiones que se dan incluso en tierras tradicionalmente cristianas. En total, más de 360 millones de cristianos en todo el mundo sufren un alto grado de persecución y discriminación a causa de su fe, y son cada vez más aquellos que se ven obligados a huir de sus países de origen.
Juventud y nuevas tecnologías
Por último, al señalar que el camino hacia la paz pasa por la educación que es la principal inversión en el futuro y en las jóvenes generaciones, el Papa recordó la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Portugal, el pasado mes de agosto. Y se refirió, en estos “tiempos modernos”, al “reto educativo” que se refiere “al uso ético de las nuevas tecnologías. Estas pueden convertirse fácilmente en instrumentos de división o de difusión de mentiras, como las llamadas fake news; pero también son un medio de encuentro, de intercambio mutuo y un importante vehículo para la paz”.
Afirmó que se impone “una atenta reflexión a todos los niveles, nacional e internacional, político y social, para que el desarrollo de la inteligencia artificial permanezca al servicio del hombre, fomentando y no obstaculizando” las relaciones interpersonales, un sano espíritu de fraternidad y un pensamiento crítico capaz de discernimiento.
En esta perspectiva, el Papa dijo que “adquieren especial relevancia las dos Conferencias Diplomáticas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, que tendrán lugar en 2024 y en las que la Santa Sede participará como Estado miembro”.
El camino jubilar de la ciudad de Roma
Al recordar que la Iglesia se prepara para el Jubileo que comenzará la próxima Navidad, el Papa agradeció a las autoridades italianas, tanto nacionales como locales, los esfuerzos que están realizando para preparar la ciudad de Roma a fin de acoger a numerosos peregrinos y permitirles sacar frutos espirituales del camino jubilar.
Quizá hoy más que nunca necesitemos el año jubilar. Frente a tantos sufrimientos, que provocan desesperación no sólo en las personas directamente afectadas, sino en todas nuestras sociedades, frente a nuestros jóvenes, que en lugar de soñar con un futuro mejor a menudo se sienten impotentes y frustrados; y frente a los nubarrones que, en lugar de retroceder, parecen cernirse sobre el mundo, el Jubileo es el anuncio de que Dios nunca abandona a su pueblo y siempre mantiene abiertas las puertas de su Reino.
El Papa Francisco se despidió de los embajadores deseándoles a todos ellos y a los pueblos que representan "un feliz año para todos".
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