El Papa: Monseñor Faresin, un gran ejemplo a imitar
Tiziana Campisi - Vatican News
Un compromiso incansable al lado de los últimos: esto caracterizó la existencia de monseñor Camillo Faresin, durante mucho tiempo obispo de Guiratinga en Mato Grosso, ejemplo de sensibilidad misionera y de fe en la Providencia, que junto a sus dos hermanos sacerdotes -don Santo, salesiano, y don Giovanni Battista, sacerdote diocesano- se entregó sin reservas a los pobres y necesitados de Brasil. Francisco lo subrayó en su discurso a la Fundación dedicada al prelado fallecido a los 89 años en 2003, leído por monseñor Filippo Ciampanelli, de la Secretaría de Estado, debido a las secuelas persistentes de un resfriado. En el texto, el Papa explica que los tres hermanos "aprendieron el valor de la caridad y del fervor misionero en el contexto de una familia sencilla, devota, modesta y digna", un ambiente en el que "supieron captar, con la gracia de Dios, un mensaje y una invitación para su futuro de ser de los últimos para ayudar a los últimos", algo que "hicieron con amor incansable, con generosidad e inteligencia, incluso en medio de grandes dificultades". Siguiendo sus pasos está la Fundación Faresin, que desde hace 20 años, en Brasil, Italia y otras partes del mundo, ofrece formación, asistencia social, atención sanitaria y oportunidades de trabajo a tantas personas.
Un humilde servidor de los humildes
Francisco recuerda que el obispo Camillo Faresin está inscrito en el "Jardín de los Justos" de Jerusalén porque, antes de partir para Brasil, "varado en Roma a causa de la Segunda Guerra Mundial, no dejó que las circunstancias lo detuvieran, haciendo todo lo posible con caridad y valentía para ayudar a los judíos perseguidos". Y añade que "a lo largo de su vida, como sacerdote y luego como obispo, con un impulso irresistible" se hizo cercano a los más desafortunados, sin abandonarlos una vez terminado su mandato episcopal". Permaneció, de hecho, "entre su pueblo, en Mato Grosso, hasta su muerte, como humilde servidor de los humildes, continuando así a escondidas, como amigo y compañero, el mismo ministerio que había ejercido durante tantos años como guía y pastor".
Lo que nos dejó es un gran ejemplo a imitar: estar con los últimos, ¡siempre! ¿De qué manera? Eligiendo y privilegiando, en sus proyectos, las realidades más pobres y despreciadas como lugares especiales en los que permanecer, y como "tierras prometidas" hacia las que partir y en las que "plantar sus tiendas" para comenzar nuevas obras. Y hacerlo con una presencia concreta cerca de las comunidades a las que sirven, desde dentro, sobre el terreno, trabajando entre los pobres y compartiendo sus vidas en la medida de lo posible.
Actuar juntos y crecer unidos en el bien
A los comprometidos en la Fundación Faresin, el Papa recomienda "buscar siempre la sinergia", también con otras realidades religiosas y asociativas, porque actuar juntos "es ya en sí mismo un anuncio de Evangelio vivido", y "además de ser un modo inteligente de optimizar los recursos, es un modo de entrenarse en la caridad y en la comunión". Actuar juntos, de hecho, subraya Francisco, no significa sólo hacer el bien, sino también "crecer unidos en la bondad, cada uno sirviendo y apoyando a los demás".
Los recursos más importantes para las obras del Señor no son las cosas, sino nosotros, sabiamente colocados cerca unos de otros para compartir lo que somos: nuestra pasión, nuestra creatividad, nuestras habilidades y experiencia, y también nuestras debilidades y fragilidades. De esta paciente puesta en común, en la valoración de la aportación de cada uno, surgen frutos de gran dinamismo y concreción, como atestigua la historia pasada y presente de su Fundación.
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