Francisco: Nunca excluir a nadie de las fuentes del saber
Roberta Barbi - Ciudad del Vaticano
Con las palabras que el evangelista Lucas escribe en el prólogo de su Evangelio, refiriéndose a las personas que deciden «investigar con precisión en todas las circunstancias» para llegar a la verdad, el Papa Francisco recibió en audiencia a los cerca de 200 participantes, entre docentes y estudiantes, de la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística y de la Escuela Vaticana de Biblioteconomía, que celebran respectivamente 140 y 90 años de su fundación.
El estímulo de mirar siempre hacia adelante
Al valorar la labor formativa de estas Escuelas, que requiere empeño y actualización continua, el Papa les agradeció lo que han hecho, pero también les exhortó a mirar siempre hacia adelante sin detenerse a conformarse con los resultados obtenidos, sino dispuestos a asumir los decisivos desafíos culturales que nuestra época nos pone por delante, citando algunos de ellos: «Pienso en las grandes cuestiones relacionadas con la globalización, el riesgo de aplanamiento y devaluación del conocimiento; pienso en la relación cada vez más compleja con las tecnologías; en las reflexiones sobre las tradiciones culturales que deben cultivarse y proponerse sin imposiciones mutuas; pienso en la necesidad de incluir y nunca excluir a nadie de las fuentes del conocimiento y, al mismo tiempo, defender a todos de lo tóxico, malsano y violento que puede acechar en el mundo del las redes sociales y de los conocimientos y tecnológicos.»
La disponibilidad para acoger como característica principal
En el contexto actual, Francisco subraya a continuación cuáles son las principales características que se exigen a quienes trabajan en estas Escuelas: «Una gran apertura a la confrontación y al diálogo, disponibilidad para acoger, sobre todo, la marginación y la pobreza material, cultural y espiritual». En estos años de profundas reformas, las Escuelas han sabido afrontar «las necesidades de los lugares de conservación del conocimiento», para crecer y, sobre todo, evitar la autorreferencialidad: «¡Qué feo! Como decimos en Argentina: "yo, me, conmigo, para mi"». A partir de aquí, indica el Papa, puede comenzar el verdadero relanzamiento: «Tener el coraje de repensarse ante las exigencias que vienen del mundo cultural y profesional».
Un enfoque concreto de los problemas
Recordando los orígenes de estas Escuelas Vaticanas, el Papa destacó a continuación su «enfoque eminentemente práctico y concreto de los problemas y de los estudios». Una línea que Francisco aprecia porque está vinculada a la confrontación con la realidad y no con la ideología, porque «las ideologías siempre matan». «De ustedes se enseña y se aprende a ser archiveros y bibliotecarios en contacto no sólo con los estudios, sino también con la experiencia viva de quienes ejercen esta profesión. Se les concede -concluye Francisco- el privilegio de formarse sacando directamente del patrimonio secular que los Archivos y la Biblioteca tienen la tarea y la responsabilidad de conservar y transmitir a las generaciones presentes y futuras».
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