El Papa a seminaristas españoles: que los presos sean vuestra prioridad
Lorena Leonardi - Ciudad del Vaticano
«Bajad a las cárceles», no sólo a las gubernamentales, para ofrecer a los que allí están encarcelados el óleo del consuelo y el vino de la esperanza», sino también a todas «aquellas cárceles que encierran a los hombres y mujeres de nuestra sociedad: las ideologías, las morales, las que crean explotación, desánimo, ignorancia y olvido de Dios». Esta es la invitación que el Papa Francisco dirige a los seminaristas de las diócesis españolas de Pamplona y Tudela, San Sebastián y Redemptoris Mater, recibidos en audiencia hoy, 16 de noviembre, en la Sala del Consistorio. Al dar la bienvenida a los cerca de 40 jóvenes futuros sacerdotes de la península ibérica, Francisco habló en español: «Vuestro arzobispo ha querido mucho esta audiencia y me ha dicho que contabais con el afecto que tengo por las cárceles, para que os concediera también esta audiencia». El seminario «no es una cárcel», bromeó, sino un lugar para aprender que un sacerdote es «un hombre que quiere redimir», un «redentor de presos» porque «no puede ser otra cosa que una imagen viva de Jesús, un Redentor con mayúsculas».
Ir a las cárceles es una prioridad
Varias veces Bergoglio les pide «volver a las cárceles; por favor, vayan a las cárceles, vayan, involúcrense». Y les recuerda que, desde que es obispo, el Jueves Santo hace el lavatorio de los pies en una cárcel: «Son los que más necesitan que les lavemos los pies».
«Con ocasión de un lavatorio de pies, estaba lavando los pies a una mujer, aquella era una cárcel de mujeres, y cuando estaba a punto de pasar a la otra, me agarró la mano, se acercó a mi oído y me dijo: 'Padre, he matado a mi hijo'. Los dramas interiores en la conciencia de quien vive en una cárcel. Cuando os hacéis sacerdotes, ir a las cárceles, es una prioridad. Y todos podemos decir lo que yo siento: ¿por qué ellos y no yo?»
Refiriéndose a las cárceles no sólo físicas, sino sobre todo mentales, emocionales y espirituales en las que uno puede encontrarse condenado, el Papa repite que se recibe la unción sacerdotal precisamente «para liberar a los prisioneros, a los que están encadenados, sin darse cuenta, por tantas cosas, por la cultura, por la sociedad, por los vicios, por los pecados escondidos».
Dóciles al Espíritu y libres de lastre
Francisco recuerda a continuación el Evangelio de Lucas, meditación para la preparación de los futuros sacerdotes, que «nos anima a no tener miedo de afrontar la tentación de un ministerio idolátrico en el que somos el centro, buscando el poder material o el aplauso» e invita a la «docilidad al Espíritu», a «vaciarnos de tantas cosas que llevamos como lastres». En este sentido, el Papa les ha invitado a no olvidar nunca las raíces y recuerda cuando «Jesús fue a Nazaret, consciente de que a los ojos del mundo no era más que el hijo de José, uno como nosotros».
«En nuestro apostolado no podemos hacer distinciones entre las personas, más aún si son extrañas o incluso enemigas, porque a los ojos de Dios todos somos hijos. Cuando miramos a nuestro hermano, reconocemos en él la disposición para recibir la gracia que el Señor le ofrece».
Incansables portadores de misericordia
Del Papa otro recordatorio de un pasaje evangélico, en el que el Señor se lamenta de la dureza de corazón de sus contemporáneos, que no comprenden la solicitud de Jesús al liberar a una mujer atada por un espíritu maligno durante muchos años: «Vosotros», exhorta a los seminaristas, «estad siempre dispuestos a bendecir, a liberar». Por último, les exhorta a ser «valientes, abnegados e incansables» para llevar la misericordia de Dios.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí