El Papa recuerda a los modelos del rebaño de Dios que han fallecido
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
«Jesús, acuérdate de mí»: la súplica dirigida por el buen ladrón a Cristo en el Gólgota es la que cada uno puede hacer suya. La homilía de Francisco durante la misa presidida en la Basílica de San Pedro, con la participación de más de cincuenta concelebrantes, entre cardenales y prelados, en sufragio de los siete cardenales y ciento veintitrés obispos fallecidos en los últimos doce meses, se centró en esta petición. Para ellos, que «fueron pastores y modelos del rebaño del Señor» y que «amaron a la Iglesia», el Pontífice pidió oraciones.
El buen ladrón nos representa a todos
En su reflexión, después de la lectura del Evangelio, el Papa subrayó que este hombre, que en su última hora suplica a Jesús, «nos representa a todos» y, por tanto, su petición al Hijo de Dios – «Guárdame vivo en tu memoria. No me olvides» – es también la nuestra.
Dios escucha siempre la oración del pecador
«Desnudo ante la muerte», aquel «delincuente que muere como discípulo de la última hora» sólo busca «un corazón acogedor».
El amor del Omnipotente libera de la muerte
«En verdad te digo que hoy conmigo estarás en el paraíso», responde Cristo al malhechor que reconoce su propia culpa y la inocencia de quien tiene a su lado. Y es un recordatorio eficaz el de Jesús – señaló Francisco – «porque es rico en misericordia, y por eso es eficaz».
La esperanza de la salvación
El Papa se detuvo en este «cuidado» que Jesús reserva a las personas «hasta el último suspiro» e invitó a reflexionar, meditando en la página evangélica del diálogo, en la cruz, del buen ladrón con Jesús, sobre cómo podemos recordar agravios, cuentas pendientes, amigos y adversarios, sobre cómo guardamos a las personas en nuestro corazón y «hacemos memoria de quienes pasan a nuestro lado a lo largo de las vicisitudes de la vida», tanto si juzgamos como si dividimos o acogemos.
Oración por los difuntos
Por último, Francisco invitó a recordar a los cardenales y obispos fallecidos y a elevar oraciones para que ahora se sienten a la mesa de Dios y «gocen eternamente de la compañía de los santos», y exhortó a todos, en espera de «alegrarnos con ellos en el Paraíso», a invocar: «Jesús, acuérdate de nosotros».
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí